Un Plan Marshall para la ciencia
La pandemia deja como enseñanza la necesidad de fortalecer el sistema de Ciencia, Tecnología e Innovación (CTeI). Al principio de la crisis, el país tuvo dificultades para tomar muestras porque tenía que importar los elementos indispensables para hacerlo. También ha dependido del mercado internacional para comprar los respiradores necesarios en las ucis. Y ahora, que se acerca la posibilidad de producir en masa la vacuna, Colombia está rezagada en lograr acuerdos con las compañías para fabricarla, que incluyen transferencia tecnológica, como han anunciado Argentina y Brasil. La covid-19 mostró la histórica desfinanciación de la CTeI en Colombia y la falta de interés por cambiar esa suerte.
Los países que innovan invierten entre el 2 y el 5 por ciento de su PIB en Investigación y Desarrollo (I+D), Colombia destina en ello solo el 0,24 de su PIB, según el Observatorio Colombiano de Ciencia y Tecnología. En momentos en que el presidente Iván Duque lanzó el ‘New Deal’ a la colombiana y la alcaldesa Claudia López un ‘Plan Marshall’ para Bogotá, debería ocurrir lo mismo con la ciencia. Un programa que aumente los recursos destinados a la I+D por lo menos al 1,5 por ciento del PIB en los próximos cinco años, fortalezca el recién creado MinCiencias y estructure el ecosistema de CTeI. Un plan en el que el Estado invierta la mayoría de los recursos para impulsar al sector privado a participar en I+D, como han hecho países como Corea del Sur en los que ahora el sector privado hace las mayores inversiones.
Matrícula cero, ¿es posible?
En varias ciudades, estudiantes y profesores han exigido eximir del pago de la matrícula a los estudiantes de las universidades públicas del país. Algunas instituciones han dado la buena noticia en este semestre. Sin embargo, hay barreras económicas que impiden ampliarla y volverla sostenible. De acuerdo con el presidente del Sistema Universitario Estatal (SUE), Jairo Oviedo, se necesitan 877.000 millones de pesos al año para lograr esa gratuidad y el Gobierno hasta ahora ha destinado 97.500 millones. Las instituciones que anunciaron este beneficio para sus estudiantes han tenido que recibir el apoyo económico de los entes territoriales y apretarse el cinturón, y probablemente verán aumentada su precariedad económica. En este momento, la gran incógnita radica en si alcaldías y gobernaciones estarán en la capacidad de conseguir ese casi billón de pesos para asegurar la gratuidad cerca de 730.000 estudiantes de las 63 instituciones de educación superior pública.
“Cuando todo esto termine...
...la reconciliación con la Colombia agraria debe ser prioritaria. Con inmensa preocupación vemos la ruralidad de Colombia: las comunidades no encuentran en la actividad agropecuaria la respuesta a sus necesidades básicas. No existe una economía agrícola que garantice al trabajador rural su sustento digno, los campesinos, afrocolombianos e indígenas que habitan las zonas rurales son grupos humanos abandonados de las políticas públicas del Estado y expuestos al accionar directo de los grupos armados ilegales, financiados por la economía de muerte del narcotráfico. Los líderes rurales, hombres y mujeres, que buscan soluciones a los problemas de sus comunidades, quedan desamparados y expuestos, en medio del poderío de las armas y de los recursos de las mafias internacionales. Este monstruo llegó hasta sus casas con fuerza destructora, pisotea la esperanza de familias enteras y sacrifica a sus intereses mezquinos, la vida de las futuras generaciones, como lo hemos constatado en las últimas masacres perpetradas contra niños y jóvenes.
Es el momento para dar pasos concretos, no podemos esperar más. El liderazgo político, científico, económico, y todos los colombianos debemos aunar las conciencias, los recursos y los proyectos en orden a la reconciliación con la Colombia agraria, allí se juega el futuro humano, social y ecológico del país. La reconciliación nace en el campo, cuando construyamos acuerdos humanitarios en las regiones que permitan avanzar hacia la terminación de los homicidios, el secuestro, el reclutamiento de menores, la siembra de minas antipersonal, la corrupción, el desplazamiento forzado, la contaminación de las aguas, la deforestación, la minería ilegal, el tráfico de armas; todos estos constitutivos de las cadenas del narcotráfico.
El clamor por la vida, la reconciliación y la paz busca unir a los colombianos en torno a la vida en el campo, solo de esta manera podremos defender la dignidad de la población rural victimizada por la arrogancia homicida del narcotráfico y el olvido generalizado. ” Luis José Rueda Aparicio Arzobispo de Bogotá