El director de 'Uno al año no hace daño' le contó a SEMANA por qué en el cine hay que saber tanto de arte como de mercadeo. Semana: ¿Qué siente cuando dicen que su cine no tiene drama, profundidad, ni estética? Dago García: Que la crítica seguramente tiene razón. Pero yo hace cinco años no leo nada de lo que dice. Mi cine atiende más a la necesidad de entretener a un público masivo. La crítica, en cambio, se ejerce desde la estética. Y estas dos cosas no coinciden necesariamente. Semana: Otros cineastas colombianos también quieren entretener a la gente, pero no logran pasar más de una semana en cartelera. ¿Qué lo distingue a usted? D. G.: Hay que saber que el mercadeo y la publicidad exigen igual de inversión, creatividad y audacia que realizar una película. La mayor debilidad del cine colombiano está en saber mercadear las cosas. Semana: ¿Usted les da consejos a otros productores sobre eso? D. G.: No soy amigo de los consejos. Como no los escucho tampoco me gusta darlos. Semana: ¿El cine es un arte? D. G.: El cine es muchas cosas. Y, para bien o para mal, al llegar a las pantallas se convierte en una mercancía. Los productos de cine, como en cualquier negocio, entran en un circuito de mercado dominado por la ley de oferta y demanda. Semana: Pero explíquese. ¿Usted hace estudios de mercado? D. G.: No, yo no creo en esos estudios. Y no lo hago porque la gente siempre contesta lo políticamente correcto: que quiere ver documentales y productos educativos o menciona lo último que le gustó. Imagine que Shakespeare hubiera hecho un estudio de mercado y le hubiera preguntado a la gente qué final quería para Romeo y Julieta. La gente habría dicho que debían terminar casados, y la humanidad se habría perdido de la mejor tragedia romántica de la historia. Semana: ¿Entonces cómo sabe lo que quiere la gente? D. G.: Yo creo más en la sensibilidad del autor. Yo hago mis películas basado en lo que a mí me gustaría ver, en lo que a mí me divertiría. El primero que tiene que estar a gusto con la película soy yo. El único referente soy yo mismo porque el público de mis producciones son todos: niños, costeños, llaneros. Semana: Sus películas de El paseo fueron éxitos de ventas, pero Uno al año no hace daño se convirtió en la más taquillera de la historia del cine colombiano. ¿Qué dice eso del público? D. G.: Que el público masivo busca y está dispuesto a pagar por emociones. Y eso no es exclusivo de los colombianos, lo que apele a las emociones primarias casi siempre tiene más posibilidades de éxito. Semana: Pero una cosa son las emociones y otras los lugares comunes… D. G.: Yo, sin pudor ni vergüenza, apelo al lugar común. El estereotipo y el cliché se han convertido en criterios de valoración negativa, pero yo pienso que también son recursos narrativos válidos que se han usado con éxito en la historia de la literatura y el cine. Semana: Usted creó a Pedro el escamoso. ¿Podría decirse que sus películas tienen el mismo efecto que una telenovela pero en pantalla gigante? D. G.: Es probable porque mi vida y el medio que más quiero es la televisión. Yo difícilmente voy a dejar eso para pasarme al cine, al cual la televisión le lleva kilómetros en Colombia. Semana: ¿Entonces ve mal al cine colombiano? D. G.: Nunca se habían hecho tan buenas películas como hoy, pero insisto en que su debilidad es el mercadeo. Semana: ¿No le parece lamentable que la gente en el país no pueda ver películas diferentes a las suyas, muchas veces porque no las dejan tiempo suficiente en cartelera? D. G.: Más que lamentable es triste, porque hay películas que merecía la pena verlas como Los niños invisibles de Lisandro Duque. Es un peliculón y no hizo la taquilla que debió. Semana: ¿Usted aprovecha su éxito para apoyar otras producciones colombianas? D. G.: Nuestra relación con ese otro cine, el que sí valora la crítica, es de solidaridad y complementariedad. Participamos financieramente desde hace un tiempo en proyectos que no necesariamente son de gran público porque entendemos que son importantes pues permiten descubrir nuevos recursos del lenguaje que servirán al cine de entretenimiento. Semana: Cuando usted va a cine, ¿ve películas como las que produce? D. G.: Yo soy muy cinéfilo, veo de todo. Pero las comedias populares me tocan el alma más que cualquier otro género. Semana: ¿A qué directores y actores admira? D. G.: A los que transformaron el lenguaje y convirtieron al cine en un arte como Fellini, Buñuel, Bergman o Tarkovsky. De Colombia admiro a Ciro Guerra, Andi Baiz, Roberto Flórez, los hermanos Orozco… Semana: La escritora Celmira Zuluaga ha dicho que usted plagió su obra. ¿Cómo es que un productor tan reconocido se apropia de una producción ajena? D. G.: No lo hice, ella está equivocada. Pero de ese tema no quiero hablar, está en manos de los abogados y no lo voy a ventilar en los medios.