Semana: ¿Qué tanto enferma a la humanidad el calentamiento del planeta, la tesis de su libro Salud global?
Gorka orive: La salud humana está íntimamente conectada con la salud animal y el medioambiente. Muchos quieren curar al ser humano, pero les da igual lo que afrontan animales y naturaleza. Pero todo está conectado. La pandemia lo demostró: tiene su posible origen en un virus de murciélago que, de forma directa o indirecta, entró al ser humano. Somos una especie que cada vez va invadiendo más las zonas terrestres. Nos hemos apoderado del 70 por ciento de la superficie del planeta. Por eso, el calentamiento global está íntimamente ligado a la salud humana.
Semana: ¿Cómo se manifiesta?
G.o.: Hay un exceso de mortalidad asociado a olas de calor, incendios y temperaturas intensas. Las lluvias son cada vez más violentas, ocasionan que las aguas se contaminen y se traduce en enfermedades. Seis millones mueren al año por enfermedades ligadas al mal aire que respiran. Componentes que se usan en el plástico acaban en nuestro organismo, son disruptores endocrinos que nos afectan. La Unión Europea prohibirá el bisfenol, un componente de los plásticos que se aloja poco a poco en el cuerpo cada que bebes una botella o comes latas de atún. La mayor parte de enfermedades que enfrentamos son zoonóticas, vienen de animales, como la gripe aviar y el covid-19.
Semana: La OMS dice que se debe aprender a convivir con el covid. ¿Qué lecciones dejó la pandemia?
G.o.: Algunos la llaman sindemia, porque reflejó la desigualdad. Las clases sociales menos favorecidas y las naciones más empobrecidas llevaron la peor parte. Golpeó a quien tenía menos educación, menos acceso a salud, menos recursos. Entonces, lo primero que puso en escena fueron las enormes desigualdades que tiene la sociedad. También demostró que no somos una especie solidaria: había países que ya transitaban por su cuarto esquema de vacunación, mientras que en otros su personal sanitario no tenía ni una dosis.
Semana: Usted es un gran defensor del tapabocas, justamente, otro de los aprendizajes que dejó la pandemia.
G.o.: Y no se debe dejar de lado solo porque ya pasó la emergencia sanitaria. Culturalmente, en países como Colombia y España no estamos acostumbrados a usarlo. Un reciente trabajo científico demuestra que la inmunidad que tenemos con las vacunas nos protege cuando la carga de virus es baja o media, pero cuando es alta en un lugar cerrado el sistema inmune se infecta. No debería descartarse usar las mascarillas al menos en espacios cerrados. Se necesita una cultura cívica del uso de las mascarillas.
Semana: ¿Una pandemia como la del covid-19 puede volver a pasar?
G.o.: Suelo ser una persona optimista. Pero, siendo sinceros, siempre vamos a estar expuestos a este tipo de riesgos, sobre todo, por la devastación que los humanos estamos causando en términos ambientales. El número de enfermedades emergentes en los últimos 25 años es increíble. El coronavirus nos puso en jaque, pero antes estuvo el Sars, el virus de los camellos, el Mers, la gripe aviar. Y a eso hay que sumar la resistencia a los antibióticos. Esta pandemia ha sido dura, pero no es la peor que podemos sufrir. El covid-19 ha sido muy contagioso, pero nada que ver si enfrentáramos un virus con resistencia a los antibióticos, por ejemplo, o cualquier enfermedad con mayor virulencia.
Semana: Una de las grandes preocupaciones del covid-19 han sido las subvariantes que aún siguen apareciendo.
G.o.: Existe una variedad de subvariantes muy diferenciada desde la aparición del virus en Wuhan. Alfa, delta, ómicron, altísimamente infecciosa. Es uno de los virus más contagiosos conocidos por el hombre y el virus seguirá mutando. El reto de las vacunas es que sus nuevas versiones respondan a estas mutaciones.
Semana: El covid-19 prolongado sigue siendo otro de esos grandes retos.
G.o.: Sí, sobre todo, porque millones de personas tienen la sensación de que ya no hay peligro y lo peor ha pasado. Pero lo cierto es que hay millones que tienen esta enfermedad crónica de covid. Hay reportes científicos que hablan de síntomas asociados al sistema inmunitario y circulatorio, tejidos, cerebro y pulmones. En otras personas se ha manifestado en problemas cognitivos y hasta emocionales. Algunos viven una suerte de niebla, donde están desorientados. Recientemente, se publicó una investigación en la que más de 140.000 personas con covid largo evidenciaron aún síntomas persistentes. Y esa permanencia del virus aumenta la enfermedad cardiaca, diabetes, enfermedades autoinmunes y alzhéimer. Entonces, por una razón que no se sabe aún bien, en algunas personas el virus queda acantonado y algunas partículas que estimulan el sistema inmune generan estas complicaciones posteriores.