SEMANA: ¿Qué importancia tienen los movimientos estudiantiles y, en general, la movilización social?

Sandra Borda: La protesta es una forma de participación política y social contemplada en la Constitución, y una manera de vivir la democracia tan legítima como las elecciones o cualquier otra forma de participación. Creo que la movilización estudiantil es particularmente importante porque es un grupo social que se ha organizado para pedir un derecho que nos interesa a todos, como el de la educación. Además, estos jóvenes han sido el motor de las últimas movilizaciones sociales más amplias, como las ocurridas en noviembre del año pasado.

SEMANA: ¿Por qué siempre se ha relacionado el movimiento social con la subversión, con la infiltración o con grupos desestabilizadores?

S.B.: Creo que la movilización social ha estado a la sombra del conflicto armado. Se volvió costumbre acusar la movilización social de estar infiltrada por la guerrilla y de no tener objetivos legítimos. Y los partidos políticos tradicionales han recurrido a este discurso de manera facilista porque no representan a sectores de la sociedad que se ven obligados a salir a demandar sus derechos. En vez de tramitar las necesidades de estos grupos por medio de las instituciones del Estado, los políticos tradicionales cerraron el espacio político y la participación de los actores sociales a través de la deslegitimación.

SEMANA: Después de escribir el libro, ¿qué impresión le deja el movimiento estudiantil?

S.B.: Tengo variadas impresiones. Sus líderes, algo que no me sorprende, son gente muy sofisticada políticamente. Esto desvirtúa la teoría que dice que eran jóvenes desadaptados que querían hacer desórdenes o que eran marihuaneros desocupados. Por el contrario, son actores políticos serios, leídos, con plataformas y con demandas clarísimas; con diagnósticos muy rigurosos de la realidad.

SEMANA: Un sector de la sociedad condena la protesta social porque causa traumatismos y exige que se hagan las movilizaciones sin afectar la cotidianidad. ¿Es posible esto?

S.B.: La razón de ser de la protesta es llamar la atención de la sociedad y producir un nivel de concientización sobre un problema. Eso no se puede hacer si marcha por los andenes y no le causa incomodidad a nadie. La incomodidad justamente hace que la gente que no le importa estos temas despierte y se dé cuenta de lo que está pasando. Eso a veces puede ser contraproducente, porque a las personas no les gusta que las incomoden. Pero si el movimiento social no tiene acceso a los medios de comunicación y la clase política no te oye, lo único que te queda es eso.

SEMANA: ¿Qué opina del uso de la violencia en la protesta social, como sucedió en los hechos de esta semana?

S.B.: Frente a este fenómeno hay varias alternativas. Condenarla es la más frecuente, pero hace poco por contener o solucionar esta violencia. Especialmente cuando la desconexión entre los líderes políticos y la ciudadanía es tan grande, condenar puede terminar siendo un ejercicio vacuo. Tratar de entender esta violencia, explicarla e identificar las razones que la motivan (lo que no implica justificarla) es un camino que nos puede facilitar estrategias útiles para erradicar sus causas.

SEMANA: ¿Hay excesos en la contención de la protesta social?

S.B.: Acá no se ha incorporado dentro del marco mental la idea de que la gente tiene derecho a salir a las calles. Esa fue la lógica que predominó durante la administración Peñalosa: desmantelar o acabar la protesta social a costa de lo que sea. Y eso siempre lleva a la tragedia, como sucedió con Dilan Cruz. Yo creo que hay que reformar el manual de instrucciones que tiene la Policía para reaccionar ante la protesta social. La institución está para proteger y no desmantelar la protesta.