¿Cuándo descubrió el dibujo?Ver La guerra de las galaxias me voló la cabeza, pero, como en esa época las películas salían de cartelera y se iban para siempre, la única forma de guardarlas era dibujarlas. Pasé días dibujando a Han Solo y a Luke Skywalker con mi compañero de pupitre.¿De niño solo dibujaba?También leía. Lo primero que disfruté fue Mafalda porque no te enseña a portarte bien, sino a cuestionar, y eso es saludable. Nunca hay que subestimar los libros para niños.Cuestionar. ¿Eso busca con sus historietas e ilustraciones?Sí. No le creo mucho a la gente que viene con el dedo hacia arriba y con respuestas a todo. Por eso no leo libros de autoayuda. El mundo de Macanudo, a grandes rasgos, soy yo haciéndome preguntas.Precisamente en ‘Macanudo’, la serie de historietas que usted realiza todos los días desde hace 14 años para ‘La Nación’ de Argentina, usted hace de lo cotidiano algo especial.Para mí siempre ha sido difícil entender por qué lo cotidiano debería ser normal. Es todo, menos normal. El rato que estamos en la Tierra dándole vueltas al Sol es el único milagro del que estamos seguros de vivir, pero, mientras tanto, andamos buscando otros milagros. Ignorar ese privilegio es igual a darte cuenta, solo al final del viaje, de que estabas en una montaña rusa.¿Hay días en los que no encuentra temas?El dibujante no tiene control sobre la inspiración. Es algo que se enciende y se apaga. Pero, como un diario no da espera, cuando a la inspiración se le ocurre venir hay que decir gracias, y cuando no, hay que trabajar sin ella. No queda otra.¿Cómo es hacer humor político en Argentina?Mi país es generoso con los humoristas políticos porque hay mucha tela que cortar. Cuando nuestros políticos corruptos les entregan a unas monjas 9 millones de dólares para que se los escondan, el chiste se cuenta por sí solo.¿Le gusta el humor político?Me gusta, pero generalmente no me sale bien. A veces la gente se ríe de mis tiras políticas más por el odio a un político que por el chiste. Pero es necesario hacerlo. Ponerle un espejo al poder siempre sirve para deshacerse de algunos emperadores.¿Qué opina de la corrección política?Es una reflexión necesaria para el mundo. Pero se vuelve un problema cuando, para no herir sensibilidades, impide cuestionar. Y esto afecta al humor, pues este no hace más que probar límites.¿Qué piensa del trabajo de la revista ‘Charlie Hebdo’?La libertad de expresión debe ser total. Censurar puede hacer que nos perdamos de buenas ideas. El humor negro es de ida y vuelta, y es inteligente. Hay que leerlo dos veces.¿Lo ha afectado la crisis del papel en el periodismo?No. Ahora no hay límites. Antes los historietistas tenían tinta china y, a veces, se podía añadir color. Las nuevas herramientas abren campo a la imaginación. Sin embargo, la principal herramienta sigue siendo el cerebro.¿Qué es más importante: la forma o el contenido?El historietista no debe dibujar bien, sino buscar que su dibujo, por simple que sea, haga clic en el lector. Matt Groening no es un virtuoso, pero en algún momento todos hemos sido Los Simpson. Mafalda es fácil de dibujar, pero hay que ser un genio para darle vida.¿Le gusta algún autor de historietas colombiano?Sí. Powerpaola está explorando temas que las tiras hasta el momento no se arriesgaban a mirar.¿Tiene algún secreto para hacer reír?La sorpresa es clave. Es como la piña de un boxeador: cuando algo realmente me hace gracia, no lo veo venir, no me da tiempo para poner los brazos en frente y protegerme. Entra directo a la quijada.•* Liniers será uno de los invitados al Festival Gabriel García Márquez de Periodismo que la Fundación para el Periodimo Iberoamericano celebra entre el 29 de septiembre y el 1 de octubre en Medellín.