SEMANA: Su nombre ha estado detrás de las producciones más exitosas en Colombia. ¿Es una suerte de rey Midas de la industria?
Dago García: En esta industria no hay reyes Midas. Nadie tiene el éxito garantizado. Cuando lanzas una producción puede que se convierta en un gran éxito o en un fracaso estruendoso. He sido afortunado en la mayoría de las cosas que he hecho y de estar rodeado de grandes equipos. Siempre he creído que el éxito está atravesado por una alta dosis de suerte.
SEMANA: Las audiencias siempre se han considerado un gran misterio. ¿Cómo ha llegado a conocerlas con tanto acierto?
D.G.: Las audiencias difícilmente son identificables en cuanto a lo que les va a gustar o no. Quienes trabajamos en este medio siempre decimos que nos toca confiar en nosotros mismos, en la intuición. Si a ti te gusta lo que haces, te diviertes, probablemente, a otros también. Lo que el público de entretenimiento agradece son verdades, y cuando identifica que eso que le están contando no es del todo cierto, se aleja.
SEMANA: Esas verdades de las que habla son la materia prima de una de sus series más recientes, La primera vez, que acaba de estrenar nueva temporada…
D.G.: Es muy curioso. Mucha gente puede pensar que cuando haces un proyecto como este, vas a la fija, con el convencimiento de que el éxito está garantizado. Pero que una producción sea exitosa depende de que todos los astros en realidad estén alineados: que la historia sea pertinente, al igual que el casting, el director, el canal de distribución y hasta el momento en que se emite. He visto muchas grandes historias naufragar por un mal casting o un momento no oportuno de emisión o grandes actores luchando contra historias mediocres.
SEMANA: Esta semana se estrenó otra producción que también tiene su sello, Pedro, el escamoso. ¿Qué tan difícil es revivir personajes que marcaron época hace más de dos décadas?
D.G.: En esta segunda temporada estoy de productor. Creo que este tipo de historias traspasan el tiempo porque tiene un elemento clave que es universal: el amor. Nos mueve desde el comienzo de la humanidad. La gente cree que esta novela es una comedia, pero es en realidad un melodrama con tintes de humor. Es un personaje de comedia extraviado en una novela. En esta segunda parte, procuramos refrescar la historia con personajes jóvenes para que la gente que no la vio hace 20 años pueda disfrutar igual de un personaje tan anacrónico como Pedro.
SEMANA: ¿Dos décadas atrás, usted creyó que un antigalán iba a convertirse en un fenómeno?
D.G.: Para nada. Y Pedro lo fue. Ni el éxito ni el fracaso se planifican. Y tanto el uno como el otro tienen el mismo origen: una audacia. Y eso se traduce en una gran cagada o en un gran éxito.
SEMANA: A usted le dan palo por las películas de diciembre, tipo El paseo. Pero siempre, curiosamente, terminan siendo las más taquilleras…
D.G.: Históricamente, las comedias han arrastrado mala reputación. No se ve que en los grandes festivales de cine ganen comedias. Es un género que no seduce a los intelectuales, pero sí al gran público. Es el destino normal de quien hace comedias ligeras. Estas siempre han cargado con ese estigma: ser adoradas por el público, pero odiadas por la intelectualidad.
SEMANA: El humor parece ser el gran idioma de los colombianos…
D.G.: Siempre he creído que los colombianos, como vivimos una realidad tan caótica y compleja, hemos desarrollado dos estrategias de supervivencia: el olvido y el humor. O nos olvidamos de las cosas o nos burlamos de ellas y eso nos permite sobrevivir. Por eso amamos reírnos.
SEMANA: Usted dice que le cuestan los personajes femeninos. Pero uno de los grandes encantos de La primera vez es Eva Samper. ¿Cómo lo logró?
D.G.: Eva existió en la vida real. Yo estudiaba en el Colegio Distrital para Varones Jorge Eliécer Gaitán y en mi época de estudiante el Ministerio de Educación decidió hacer un tránsito a los colegios mixtos. Fue en 1976. Y en mi colegio entró una única niña en ese año. Se llamaba María y tenía 15 años. No era como Eva, ni había leído todos los libros de Eva. Y es un personaje femenino contado por un hombre. Eva es la idealización de una mujer por parte de un hombre. Fue una manera que encontré para resolver mi dificultad con los personajes femeninos.
SEMANA: ¿Qué tanto de Dago tiene Camilo Granados, el protagonista?
D.G.: Mucho. Uno como escritor siempre les da algo de su propia personalidad a los personajes. Granados tiene mucho de mí: estudié en un colegio público, viví la experiencia de tener por primera vez a una compañera de salón en un colegio de hombres y hasta fue real que tuve una pelea con Salcedo, como se cuenta en la serie. Yo también quería ser periodista deportivo y terminé siendo escritor.