El pasado jueves, Natalia Ponce de León visitó el edificio de SEMANA en Bogotá para hacerse su primer retrato sin usar una máscara. Llegó tranquila a bordo de un taxi, saludó, charló con todo el que se le aproximó y entró al estudio, acompañada de su hermano Camilo, el único a quien ella le ha permitido acercarse con una cámara. Al terminar la sesión, ambos subieron a la terraza y, pensando que ante el cielo de Bogotá podrían quizá tomar una mejor foto, volvieron a ponerse a trabajar. El resultado es un retrato único. Los ojos de Natalia miran fijamente a la cámara, mientras el viento le mueve el pelo y su mano derecha sujeta la pañoleta que le cubre el cuello y los hombros. Se trata de una imagen para la reflexión y de un silencioso testimonio de resiliencia. En primer lugar, es un mensaje para su atacante, un vecino suyo que le arrojó ácido el 27 de marzo de 2014, creyendo que iba a obligarla a encerrarse, deprimida, por el resto de sus días. También es una declaración de amor a la vida: a su familia que ha debido sufrir con ella para salir adelante y a sus amigos, que, según ella, fueron incondicionales durante los tiempos más duros. Finalmente, es una mirada a una sociedad demasiado acostumbrada a olvidar y que, ante los horrores, muchas veces ha preferido guardar silencio. La ley que el presidente Santos promulgó la semana pasada para aumentar penas y controlar la venta de ácido es un triunfo para Natalia. Ojalá se convierta ahora en una razón para que la sociedad no la olvide a ella, ni a los cientos de mujeres y hombres, cuyo rostro nadie conoce, que han debido sufrir su mismo drama - 180 mujeres y hombres han sido atacados con ácido desde 2014. - Colombia ocupaba el 3.er puesto hasta hace poco tiempo en el triste escalafón de países con este flagelo. - 0 y 50 años de cárcel recibirá quien ataque a alguien con ácido, según dicta la nueva ley.