Cada 6 de julio a las doce del mediodía el chupinazo da inicio a siete días de fiesta en Pamplona, España, a la que asisten miles de personas de todos los continentes día siguiente comienzan los encierros (que van hasta el 14 de julio), en los que se pone a prueba la resistencia del cuerpo humano para quienes se atreven a correr 900 metros por las calles del casco viejo de la ciudad evitando ser embestidos por los seis toros de más de 500 kilos.
Según datos del Ayuntamiento, en 2023 participaron más de 17.000 corredores, que llevan un pañuelo rojo anudado al cuello como tributo a san Fermín, patrono de las fiestas y al que le entonan un cántico para pedir protección. La plaza de toros, que tiene un busto de Ernest Hemingway, recibió más de 140.000 aficionados en las siete corridas, en una feria donde el peruano Andrés Roca Rey cortó cinco orejas.
Salió en dos ocasiones por la puerta grande y se consolidó como uno de los mejores toreros del mundo. Aunque miles disfrutan de estas fiestas y enseñan a los niños sobre estos encierros, también se desata la ira de los defensores de los animales. ¿Tradición o tortura?