Desde el siglo XIX el mundo occidental libró una batalla para separar la religión del Estado. Es decir, construir naciones laicas en las que las creencias religiosas no tuvieran injerencia en las formas de gobierno. En poco más de siglo y medio la mayoría de países occidentales se declararon laicos, incluso ese movimiento logró contagiar un poco al mundo musulmán. Sin embargo, en las últimas décadas, esta tendencia ha comenzado a dar reversa con la llegada al poder de líderes políticos apoyados por congregaciones religiosas, que creen que los gobiernos tienen que estar fundamentados en la religión y que marcan una agenda política, basada en sus creencias. Aquí, algunos ejemplos.