SEMANA: ¿Cómo afectó la pandemia y la cuarentena a los museos privados?

Claudia Hakim: Son momentos de grandes desafíos, una situación que tomó al mundo por sorpresa, que nos hace cambiar la actividad normal de la vida. Los museos nos vimos afectados por la falta de público, la taquilla y las actividades educativas y sociales. Los museos siempre han manejado la virtualidad, pero no al 100 por ciento. Por ejemplo, la exposición ‘Nada que cesa’, de Fernando Arias, se inauguró de manera virtual, se hicieron recorridos con cámara por el museo, hubo presentaciones del artista y el curador, se invitaron diferentes actores relacionados con la muestra a conversar, se hicieron entrevistas especiales y se desarrollaron talleres de pensamiento educativo para realizar en sus casas.

SEMANA: ¿Los ha ayudado el Gobierno durante esta dura etapa?

C.H.: Las ayudas se han visto en forma de convocatorias, en las que uno tiene que participar. Hay 740 museos en Colombia, eso significa que los pocos recursos toca dividirlos entre muchos. En nuestro caso, luego de participar en siete convocatorias, nos ganamos una para el tema de bioseguridad y la reapertura. A nosotros nos da un aporte el Distrito y el Ministerio de Cultura, pero iniciamos este año con una reducción del 50 por ciento en esas ayudas. Y como entenderá esa precariedad del presupuesto se agravó con la pandemia y la reducción de la taquilla.

SEMANA: El Mambo reabrió sus puertas el 3 de septiembre. ¿Cómo le ha ido? ¿Mantendrán las estrategias virtuales?

C.H.: Yo siento que la gente todavía no tiene mucha confianza en los espacios cerrados y por eso seguimos con pocos visitantes. Por otra parte, la virtualidad llegó para quedarse, y, aunque los museos somos espacios abiertos y nos gusta la interacción social, el encuentro entre muchos y el disfrute, nos toca preparar el contenido expositivo y educativo para ambas realidades. Eso sí, la experiencia de lo presencial nunca se reemplazará. Ahora cualquier persona en el mundo puede visitar el Mambo, se amplió nuestro público. Lo importante es mantener una virtualidad muy llamativa, selectiva, con temas variados para que la gente se fidelice con cada actividad que realizamos.

SEMANA: ¿Qué estrategias han pensado para superar este crítico momento?

C.H.: La semana pasada lanzamos una campaña de recolección de fondos en la que buscamos que la gente se afilie al museo y sea miembro de la Red Mambo. Esa afiliación anual puede ser de 60.000, 200.000, 500.000 y 2.500.000 de pesos. De acuerdo con el monto, el afiliado recibe diferentes beneficios. Si alguien aporta la tarifa estudiante, además de obtener una cantidad de beneficios, le entregamos una bolsa de tela lindísima diseñada por el museo. Si dona 2.500.000 pesos, le damos una obra original de los artistas Beatriz Solano, Juan Manuel Echavarría, Rodrigo Facundo y Fanny Sanín. Esperamos que se unan a esta campaña: ‘El Mambo es mi museo y me necesita’.

SEMANA: ¿Cuál es el llamado que usted les hace a los bogotanos y a los colombianos para que se sumen a esta campaña?

C.H.: Yo le quisiera decir a la gente que apoyar la cultura y el arte es apoyar la educación. Es fundamental para el desarrollo social de un país y para la vida del ser humano. Nosotros somos espacios de cuestionamiento, de investigación, de comunicaciones. Conservamos un patrimonio cultural. El museo es nuestra historia pasada y presente, contada a través de los ojos de los artistas. Por eso necesitamos nuestros museos abiertos.