“Mascarilla” en España, “barbijo” en Argentina, “nasobuco” en Cuba, “cubrebocas” o “tapabocas” en el resto de Hispanoamérica. Llevarlo puesto fue un deber universal desde marzo de 2020. Deja de ser obligatorio para los sobrevivientes de la covid-19 en todo el planeta, salvo puntuales excepciones.
En 525 municipios de Colombia –solo cinco capitales: Armenia, Manizales, San Andrés, Tunja y Bogotá– volverán a verse las sonrisas en centros comerciales, tiendas, supermercados, restaurantes, cines, teatros y sitios de trabajo, a partir del primero de mayo, precisamente Día Internacional del Trabajo.
Trozo de tela, de polipropileno y poliéster, de 20 por 15 centímetros en su tamaño estándar (5,5 por 12 centímetros, para niños), recordará para siempre la mayor pandemia de la historia de la humanidad. Incómodo para quienes quieren olvidarlo, la sencilla armadura ratificó su capacidad para ayudar a evitar contagios por infecciones respiratorias.
Su uso se presagió desde la peste negra, devastadora pandemia en Europa en el siglo XIV, aunque hay evidencias de posibles mascarillas de protección desde el siglo VI antes de Cristo: en las puertas de tumbas persas se descubrieron imágenes de figuras humanas con telas sobre la boca.
Según Marco Polo (siglo XIII), los sirvientes de China se cubrían con bufandas tejidas para no alterar, con su aliento, el olor y el sabor de los alimentos de Kublai Khan, primer emperador de la dinastía Yuan Chao. Desde que la OMS declaró la “pandemia global” (11 de marzo de 2022), formó parte obligatoria del vestuario diario, y su producción se multiplicó.
Fue oxígeno para la economía –formal e informal– de quienes encontraron un “respiro” al venderlo, como pan de cada día, durante todas las variantes de la covid-19. Símbolo mundial para proteger la vida, los tapabocas desechables pueden ser una amenaza, de no ser reciclados. “Mascarillas”, “barbijos”, “nasobucos”, “cubrebocas” darán un respiro, y la “nueva normalidad” se acercará aún más a la de siempre.
‘Usar una máscara y salvar su vida’, eslogan mundial durante la gripe española (1918-1919), seguirá vigente. La vida de 140.000 colombianos, fallecidos desde que su uso fue obligatorio, recomiendan mantener el hábito de portarlo, al menos al menor síntoma. Es probable que los seis millones de recuperados y sus familiares tengan por siempre uno a la mano.
De prueba…
Durante la peste negra (peste bubónica), que azotó a Europa entre 1347 y 1351, y mató a cerca de 25 millones de personas, los médicos utilizaron una máscara médica. Tenía forma de pájaro, en el interior de su pico se depositaban hierbas aromáticas para contrarrestar el miasma de los pacientes.
Peligro
El 70 por ciento de los tapabocas desechables podrían terminar en los océanos, alertó la ONU el año pasado. En 2020, 1.560 millones de unidades se arrojaron a ríos y mares de todo el planeta, denunció la ONG Ocean Asia. Seis toneladas de nueva contaminación.
Generación del tapabocas
Los niños y niñas que nacieron entre 2016 y 2018 no saben lo que es ir al colegio sin tapabocas, apenas natural antes de la pandemia. A partir del 15 de mayo podrán hacerlo por primera vez en salones de clase.….
A necesidad
Cuando Louis Pasteur (s. XIX) demostró que microbios y gérmenes eran causantes de enfermedades infecciosas, los tapabocas irrumpieron en salas quirúrgicas, solo para los médicos. El doctor Wu Lien-teh (Malasia) fue el primero en promover su uso masivo, durante la peste neumónica de Manchuria (China), que entre 1910 y 1911 mató a 60.000 personas.