SEMANA: ¿Qué opina de la propuesta del representante Juan Carlos Granados de calificar de terroristas a los hinchas violentos? LUIS BERMÚDEZ: Es una medida tan absurda y arbitraria como la de prohibir que los hinchas visitantes porten camisetas, banderas o escudos en los estadios. La violencia en las barras no se acaba con represión ni tratándolos como paramilitares o guerrilleros, sino con programas sociales, con control y judicialización real de los violentos. SEMANA: Pero es que la violencia en los estadios desterró a los niños y a la familia del fútbol. L.B.: En eso estamos de acuerdo, pero muchos de los hechos violentos son de dudosa procedencia. A los hinchas de las tribunas populares los requisan al máximo, la Dijín los graba, los tiene identificados, pero al final los esquemas de seguridad en los estadios fallan y aparecen las drogas y las armas en las tribunas. Y cuando los violentos saltan, no aparecen las pruebas, no judicializan a los culpables y terminan condenando a todos los hinchas. SEMANA: ¿De dónde nacen las barras bravas? L.B.: Fue copiado de Argentina, al ser importado se mezcló con la violencia que hay en el país y con esa tradición de resolver los problemas a los golpes. Hoy nosotros ya hablamos de barrismo social, porque la barra brava ha dejado dolor, muchachos presos en las drogas, y muertos. SEMANA: Usted, a quien le mataron su único hijo por ser hincha del América, ¿qué opina de lo que está pasando? L.B.: Cada vez que hieren o matan a un hincha, como a mi hijo, Juan Manuel Bermúdez Nieto, pienso que es un absurdo. La Dimayor se está extralimitando, está pasando por encima de los alcaldes, de las libertades individuales. Sería bueno que así como son de severos con los hinchas, lo sean para esclarecer los dineros indebidos y las mafias en el fútbol, pues ha habido más muertos entre los directivos y dueños de los equipos que en las tribunas. SEMANA: ¿Y qué busca ese barrismo social? L.B.: En la Fundación Juan Manuel Bermúdez Nieto estamos rescatando la parte humana de los jóvenes, quienes frente a las pocas posibilidades de estudio y trabajo, encuentran en las barras el sentido de vida. SEMANA: ¿Cuántas barras están en la Fundación? L.B.: Las de todos los equipos profesionales, salvo las del Nacional. Los pelados han hecho un trabajo impresionante, pero nadie quiere oírlos. Para el Estado y las directivas, la única salida es la mano dura.