SEMANA: ¿Cómo nace la Fundación para la Reconciliación? Leonel Narváez: La Fundación nació como resultado del fracaso de los diálogos del Caguán, pues me hizo pensar que había causas subjetivas para el conflicto, y descubrí que había rabia, rencor, deseo de venganza en ambas partes. Me fui a Harvard a pensar sobre una pregunta: ¿cómo democratizar el perdón y la reconciliación, que se salga de las sacristías, que no sea sólo de los curas y que se vuelva una cultura nacional? Y de ahí se elaboró lo que hoy son las escuelas de perdón y reconciliación (Espere). SEMANA: ¿Cómo empezaron a trabajar ? L.N.: En la alcaldía de Mockus en Bogotá empezamos un programa que se llama Ecobarrios, con el fin de integrar estos temas a la convivencia ciudadana. Comenzamos con 60 barrios y ese fue el trampolín. Al poco tiempo tuvimos pedidos de otras alcaldías como la de Rio de Janeiro, luego siguió Brasilia, Belo Horizonte... SEMANA: ¿Qué fue lo que gustó? L.N.: Que produce un impacto directo en el comportamiento y la mentalidad de las personas. Nuestra metodología busca enseñarle a la gente a manejar su rabia, el rencor y, sobre todo, los deseos de venganza. Las Espere frenan la violencia, pero también la previenen. SEMANA: ¿Qué es la reconciliación? L.N.: La reconciliación es un tema de alta política. Es una expresión de alta democracia. Y es también una expresión muy refinada de lo que es la convivencia. La justicia punitiva es una restauración de la venganza. SEMANA: ¿Y cómo cruzar su metodología al proceso de paz con los paras? L.N.: Colombia está abocada a un perdón, un perdón muy costoso y difícil, como es el de perdonar a estos señores de la guerra. El premio Nobel de Paz Desmond Tutu dice que sin perdón no hay futuro y sin perdón, Colombia no tiene futuro. No podemos aplicar la justicia en su integridad y esa justicia no permite la paz. Justicia no es castigar, es recuperar al ofensor a la sociedad. SEMANA: ¿Y la verdad es necesaria para el perdón? L.N.: El perdón lo hacen sólo y únicamente los individuos, pero el perdón es lo que facilita la reconciliación. Puede haber perdón sin reconciliación, pero no reconciliación sin perdón.