SEMANA: ¿Cómo le fue?MARÍA EMMA WILLS: Vine esperanzada por lo que vi. La relación entre las delegaciones muestra un proceso de escucha y aprendizaje mutuo de cuya existencia hasta ahora no me había percatado.SEMANA: ¿Por qué solo tuvo esa percepción estando allá?M. E. W.: Es que una cosa son los resúmenes de prensa, y otra ver en directo la interacción. Solo así se entiende que, a pesar de las diferencias entre gobierno y Farc, ambos manejan protocolos de respeto mutuo gratos de presenciar. SEMANA: Cuente una anécdota.M. E. W.: Durante la ceremonia de instalación, primero habló Humberto de la Calle en nombre del gobierno y luego hablaron las Farc. Cada uno expuso su mirada sobre las raíces del conflicto. Se habló de una de las pepas más duras de esta negociación, pero ninguno escondió las diferencias. Estuvieron juntos y se escucharon. Ese acto de mostrar la diferencia sin tratar de convertir al otro es un ejercicio democrático que me sorprendió.SEMANA: ¿Qué mensaje fueron a transmitir a Cuba?M. E. W.: No puedo contar los detalles, pero lo mío surge del balance que empezamos a hacer en 2008 en el Centro de Memoria Histórica. Lo que sí quiero decir es que en La Habana fuimos una comisión. No unos delegados de derecha y otros de izquierda, sino una sola comisión pluralista con distintas miradas sobre el conflicto.SEMANA: ¿Pero no les dieron algún mandato?M. E. W.: A mí no me dieron el mandato de ponerme de acuerdo con los demás. El ejercicio que fuimos a hacer es pluralista. Y eso es algo que le sirve al país. Imagine una sociedad que se conciba como una comunidad en la que es posible tener distintas miradas sobre el pasado. Yo aprecio a mis colegas de la comisión, aunque no esté de acuerdo con algunos de ellos. Eso es avanzar.SEMANA: Mientras que usted tenía esas experiencias, en el país los políticos seguían peleándose en la arena pública. ¿Qué pasa con Colombia?M. E. W.: Lo que pasó es que la guerra se engranó en un cotidiano. La manera de hablar de muchos colombianos surge más de la polarización que causa la guerra que de un espíritu democrático. Yo pienso que tenemos que superar esos arraigos cotidianos de la guerra. En La Habana ya lo están haciendo, y ese es un mensaje simbólico muy fuerte.SEMANA: Parece haber salido de Cuba libre de cualquier duda. ¿Es así?M. E. W.: Los procesos de paz fracasan cuando hay jugadores desleales y extremos que buscan torpedearlo, y Colombia no es la excepción. ¿Qué hacer? Yo pienso que quienes no están en los extremos deben rodearse para apalancar el proceso y aislar a los desleales. Solo así es posible poner a andar dinámicas irreversibles.