El Programa de Protección de la Diversidad Etnolingüística (PPDE), dependiente del Ministerio de Cultura, abogó por "la importancia de reconocer y preservar" las 67 lenguas nativas de Colombia y recordó que hay una Ley que las protege. Entre las lenguas prácticamente extinguidas está la tinigua, que actualmente es hablada solo por una persona, la cual reside en la zona conocida como Alto Guayabero, en el río Yarí, departamento de Meta (centro-este). Del nonuya solo quedan tres hablantes en el resguardo de Villa Azul, municipio de Puerto Santander, en el sureño y selvático departamento de Amazonas; y del Carijona, unos 30 en la margen izquierda del río Caquetá, en el también sureño departamento del Vaupés y fronterizo con Brasil. Del totoró hay cuatro hablantes activos y 50 pasivos en el departamento del Cauca; y del pisamira o pápiwa, unos 25 hablantes de los 50 miembros de ese grupo étnico que se asienta en la localidad de Yacayacá, orilla derecha del río Vaupés. Entre las diecinueve lenguas nativas colombianas "en serio peligro" de extinción figura el criollo de San Basilio de Palenque, declarado Patrimonio Inmaterial de la humanidad por la Unesco. El Ministerio de Cultura señaló que "pocos países tienen, en relación a su tamaño, una variedad tan grande de lenguas como la tiene Colombia". Y es que, además del español, en Colombia "se hablan 65 lenguas indígenas americanas y dos lenguas criollas (desarrolladas por comunidades de afrodescendientes en San Basilio de Palenque, Bolívar e Islas de San Andrés y Providencia; así como el romaní, lengua del pueblo gitano con la que se comunican unas seis mil personas". Esos idiomas "son extremadamente variados en su estructura, tipo y origen" y son "el resultado de la adaptación de distintos grupos humanos llegados al territorio nacional a lo largo de los últimos 15 a 20.000 años". Por ese motivo, el Ministerio llamó la atención sobre la riqueza cultural que representan esas lenguas y ha realizado un proceso de acompañamiento a las comunidades indígenas, gitanas, palenqueras y raizales (de San Andrés y Providencia) con el fin de hacer diagnósticos precisos. Las primeras conclusiones son que la mitad de las lenguas habladas en Colombia "son por grupos de menos de mil personas y están, por tanto, en una situación de precariedad preocupante". Hay otras muchas lenguas que "tienen una buena vitalidad y se transmiten a las nuevas generaciones", pero el peligro también las acecha. Entre esas están las lenguas de las poblaciones indígenas más numerosas como los kogui, ika, wiwa, cuna y embera.  EFE