Había que silbar, esperar a que alguien saliera al balcón y recibir las llaves que lanzaban del segundo piso para entrar al apartamento donde se edita Perro Ciego. El edificio estaba ubicado en el centro de la ciudad, y me acompañaba César Baeza, mi primer contacto en Bucaramanga, periodista y fotógrafo chileno que conocí en la pizzería Asturias mientras esperaba el menú del día. En el almuerzo, Baeza –que lleva más de once años viviendo en Bucaramanga– me regaló una impresión de Perro Ciego, y más concentrado en el plato que en la conversación, dijo “léala”, y añadió: “Aquí los periódicos no cubren todos los eventos culturales”. Cayeron las llaves y alguien saludó desde el balcón. En el apartamento Nelson Cárdenas, creador de Perro Ciego, me dijo que el Perro trata de llenar el vacío de información cultural que existe en la ciudad. Que es un boletín electrónico semanal, que empezó hace catorce semanas, que ahora tienen 6.500 usuarios y que los medios locales ya están usando esta información en su trabajo. Paola Bernal, encargada de la sección cultural de Vanguardia Liberal, afirmó que usaba Perro Ciego para algunas de sus notas. Muchos de los artistas locales también me lo mencionaron, e incluso era conocido en el Instituto Municipal de Cultura (imc). Según Nelson, “la cultura en la ciudad se debe a iniciativas privadas, y más que privadas, casi individuales”. Esto me lo confirmó el profesor Rimel Serrano, uno de los iniciadores de la carrera de Literatura Virtual de la Universidad Autónoma de Bucaramanga (unab), que, en algún momento de la charla que tuvimos en su casa, me dijo que en Bucaramanga “sí hay cultura, pero esa cultura se cultiva en privado, y apenas ahora sale al espacio público”. Parte de esto se debe a los esfuerzos de formación de público. La directora del reconocido Festival de Cuenteros de Bucaramanga, Sandra Barrera, se ha centrado en este aspecto desde 1992, y actualmente asisten treinta y cinco mil personas cada año. Valentina Flórez, coordinadora del área cultural del Banco de la República de Bucaramanga, luego de mostrarme la exposición Diarios desde el silencio de José Antonio Suárez, me dijo que aún hay mucho que hacer para atraer público a las exposiciones, y por eso el banco hace talleres de sensibilización y un programa de guías. En esta misma dirección, Camila Bretón, maestra en Bellas Artes, está trabajando este año con el Salón Regional de Artistas en un taller de formación de guías para estudiantes de décimo y once; y la Cámara de Comercio de Bucaramanga, además de promover la cultura del coleccionismo y desarrollar la Feria de Artistas, expone los trabajos de jóvenes artistas con el programa Nuevos Talentos, en el que participan maestros en Bellas Artes de la Universidad Industrial de Santander (uis). Germán Toloza, coordinador de Bellas Artes de la uis, me dijo que con esta carrera, creada en el año 2000, se tocó un punto neural: la sensibilidad artística en el santandereano. En palabras de Toloza, el programa en Bellas Artes “ha vuelto relevante ese talento especial que hay en el santandereano y que muy seguramente tiene que ver con lo ancestral, con el paisaje urbano y rural, con la relación entre hombre y geografía, y con los mitos de ciudad”. Este talento del que habla Toloza se evidencia en la reciente participación de artistas santandereanos jóvenes en circuitos nacionales e internacionales. Pero a pesar de que hay buena disponibilidad por parte del público para ver las obras, y por parte de los artistas para mostrarlas, Toloza dijo que no hay disponibilidad por parte de algunas instituciones. Con esto se refería específicamente al imc. Esta entidad, ubicada en la Biblioteca Pública Municipal Gabriel Turbay, abarca gran parte de las críticas en cuanto a la falta de apoyo cultural en la ciudad. Toloza afirmó que en el imc no están las personas adecuadas para decidir cómo invertir el dinero, razón por la cual los artistas tienen que buscar ayudas externas, ya sea en el Ministerio de Cultura o por medio de espacios en otras ciudades. Rubén Darío Gómez, director y pianista del grupo Septófono, ganador en 2005 del Premio Mono Núñez, me dijo que los patrocinios de cultura no van donde deberían, y que según su experiencia, el imc solo apoya brindando espacios, o contra prestación. “Le dicen a uno: yo les doy el dinero para el viaje, pero ustedes me hacen cuatro conciertos”, añadió Gómez. No fue fácil concretar una cita con la directora del imc Gina Tatiana Gómez, pero a última hora me recibió en su oficina y me dijo que para el rubro “Programas de promoción, divulgación y fomento de artistas”, contaba con un presupuesto anual de 239 millones de pesos. Muchos artistas bumangueses que entrevisté coinciden en que a ellos no los han apoyado con ese dinero, y la directora me dijo que lamentablemente el presupuesto no alcanzaba para apoyarlos a todos. También me resumió algunas de las actividades culturales que desarrolla el instituto: el Bibliobús (una “biblioteca rodante” que lleva la lectura a zonas que no tienen acceso a bibliotecas), la Cárcel de Papel (un acuerdo en el que por cada dos días de lectura, le descuentan al preso un día de la condena), y la emisora cultural Luis Carlos Galán Sarmiento. Esta emisora, que cuenta con un presupuesto anual de 108 millones de pesos, tuvo su época dorada entre 2000 y 2002 –según César Baeza y Rubén Darío Gómez, locutores en la emisora durante ese periodo–, y luego, debido a un cambio de directivos, perdió su carácter investigativo y crítico y empezó a medir más por rating que por calidad. uis Estéreo es la otra emisora cultural de la ciudad, y según Rubén Darío, hace todo lo contrario: “Tiene un enfoque acertado, no miden por rating sino por calidad, hay investigación cultural”. uis Estéreo, desde sus inicios en 1995, mantiene una programación actualizada sobre movimientos culturales y educativos colombianos. Además de la emisora, la uis agrupa una variedad de programas culturales. En la oficina de Luis Álvaro Mejía, director cultural de la Universidad, la música clásica de fondo me hizo pensar en el afamado Festival Internacional de Piano, organizado por la uis, y que lleva veinticuatro versiones. Luis Álvaro me resumió otros programas culturales de la Universidad: el Concurso Nacional de Cuento y Ensayo, el Jardín de la Poesía (con poetas invitados y locales), el Festival de Música Andina y las exposiciones permanentes en el Antiguo hotel Bucarica. La uis también sirve como apoyo a artistas que desistieron del imc, y en noviembre de este año realizará un seminario de gestión cultural. Los artistas santandereanos están empezando a cambiar la creencia de que el gobierno debería gestionar sus proyectos, y aprenden a autogestionarse. “Aquí financiar un proyecto cultural es muy duro”, me dijo Liliana Pérez Nieto, directora de la Feria del Libro de Bucaramanga, en un encuentro casual que tuvimos en el vestíbulo del edificio donde vive Rimel Serrano. La feria se llama Ulibro, es organizada por la unab, y llegó este año a su quinta edición. Según lo que hablamos, las librerías bumanguesas interesadas en promover la literatura se enfrentan a un reto importante: ¿cómo lograr un índice de ventas por lo menos igual al de los libros de superación personal y esoterismo? En mi visita a las librerías de la ciudad, la gente preguntaba por libros de Deepak Chopra y Ekhar Tolle, mientras yo hacía una equis en mi libreta a los tres libros que tenía que reportear para esta crónica. La mayoría de los encargados en las librerías no conocían a los autores, y tampoco hacían nada por conseguirlos con la editorial. Una de las pocas librerías de la ciudad que hace énfasis en literatura se llama Tres Culturas. Desde hace veinticinco años, Luis Álvaro Mejía la ha mantenido viva, y dice que desde allí hacen tertulias literarias, recomiendan libros y mantienen vigente el concepto clásico del librero; conocían a los tres autores por los que pregunté y me propusieron conseguir los libros que no tenían en el momento. En Perro Ciego leí que en la ciudad también hacían tertulias de música y cine, y me llamó la atención que en el boletín no había programación de teatro. Jaime Lizarazo, director de Santander en Escena, me dijo que a pesar de haber realizado tres versiones y haber llevado a Bucaramanga grupos como Matacandelas, el festival aún no era reconocido como un evento importante. En cuanto a cine, el CuartOscuro de la unab, la sala de música del imc y el auditorio Luis A. Calvo de la uis funcionan como salas de proyección de películas que no son estrenos. Cinemark abrió en Bucaramanga seis salas de cine en 2005, y anunciaron que no iban a programar cine arte, pero que el cine comercial se mantendría actualizado. “Solo cumplieron la promesa de no tener cine arte”, me dijo César Baeza, que fue uno de los periodistas invitados al evento de inauguración. Sobre la producción cinematográfica local, hablé con Lizbeth Torres mientras nos tomábamos un té helado en el café ConVerso. Me dijo que estaba desarrollando el cortometraje Se guardan cosas, grabado entre Bucaramanga y Cepitá, con la ayuda de estudiantes de Producción en Artes Audiovisuales. “Estos chicos están formados en la práctica, y tienen un talento bravo”, afirmó Lizbeth. Las manifestaciones culturales más importantes se están produciendo en las universidades, y Bucaramanga se ha convertido en una ciudad de estudiantes. Estos jóvenes, como lo afirma Germán Toloza, hacen parte de una generación con deseos de crear nuevos espacios para la cultura. Hay un gran dinamismo, un cambio de costumbres, y dos problemas que hay que resolver: gestión cultural y unificación. Pero la ciudad comienza a cambiar, y yo quisiera estar ahí el día de la graduación.