El bel canto se originó en Italia a finales del siglo xvi y alcanzó su máximo desarrollo a comienzos del siglo xix con grandes compositores como Rossini, Bellini, Donizetti y Verdi. La técnica es una de las más difíciles de estilo vocal alguno y durante años se la consideró patrimonio exclusivo de intérpretes italianos. Desde hace algunos años, el Teatro Colón está desarrollando talleres para cantantes y ha sido tal la acogida que a finales del año pasado se organizó un concurso para jóvenes talentos. Los elegidos participarán de un taller de varios meses con maestros europeos y podrán ser seleccionados para conformar el elenco de un montaje operático.Los jurados del concurso fueron Yves Senn y Enza Ferrari, quienes estuvieron en Bogotá en diciembre pasado. Ferrari es una de las grandes maestras mundiales en el arte de acompañar cantantes al piano y una destacada maestra de canto. Trabajó con Maria Callas y Giuseppe Di Stefano y hoy es la directora artística del teatro Giusseppe Verdi en Venecia. Por su parte, Senn es historiador del arte, periodista, cantante y director de orquesta. Actualmente trabaja como director de L’Avant-Scène Opera, una compañía profesional y escuela de canto. Arcadia conversó con ellos sobre el arte del bel canto. La voz humana cambia notablemente con los años. ¿Desde qué edad se puede empezar a cantar y hasta cuándo es posible interpretar adecuadamente el bel canto? EF: Cada edad tiene sus frutos. Hay que perdonarles a los cantantes jóvenes algunos errores porque están llenos de ímpetu, sensibilidad y musicalidad. Los cantantes tienen la obligación moral y profesional de estudiar siempre y, si lo hacen, pueden llegar a su momento de madurez, en el que alcanzan su máximo esplendor. Después viene el inevitable descenso y aquí es cuando los cantantes inteligentes comprenden que deben poner fin a su carrera. Pero hay muchos que tienen el sueño de morir sobre el escenario. En Italia decimos que un cantante finalmente aprende a cantar cuando ya ha perdido su voz. Las mujeres experimentan dificultades con los cambios hormonales que se producen alrededor de los cincuenta años, pero después pueden superar esa crisis y reemprender su carrera. Los hombres tienen buena voz hasta alrededor de los sesenta años. ¿Cómo es el proceso de formación de los intérpretes del bel canto? EF: Hoy día se están quemando muchos cantantes jóvenes. Los teatros europeos están buscando nuevas voces. Ya no existe el concepto de cuidar las voces jóvenes para que maduren y puedan tener una carrera larga que podamos disfrutar. Los hacen dar grandes saltos antes de tiempo. Cada personaje de una ópera tiene unas exigencias específicas a nivel vocal y a nivel físico. Los teatros están haciendo que los muchachos interpreten papeles para los cuales todavía no están listos y esto hace que su carrera sea más corta. Esto ocurre debido a los grandes cambios que se han dado en el manejo administrativo de los teatros. Ya no se responsabilizan por las opciones de vida de los cantantes. Yo trabajo con ellos día y noche y me doy cuenta de que viven en condiciones difíciles y por eso les cuesta mucho trabajo renunciar a una oferta. Una leyenda como Alfredo Kraus se cuidó mucho y por eso pudo tener una carrera muy larga, más de cuarenta años. Hay que desarrollar la inteligencia de los cantantes y el respeto por su voz. ¿Qué tipos de voz son los preferidos por el público y por los teatros en la actualidad? EF: Se da el caso de teatros que tienen predilección por un cantante en particular. Hoy día en Italia hay una gran afición por voces provenientes del este de Europa, especialmente países como Rumania, Bulgaria y Rusia. Escuchar obras de Verdi interpretadas por esas voces es magnífico. También hay coreanos con voces impresionantes, curiosamente con un timbre muy similar al de las voces latinas. YS: Las voces en Colombia son hermosas, perfectas para la ópera. La calidad es alta. Hay que llevar a los cantantes locales a Europa, no porque allá todo sea mejor, sino para que tengan una experiencia más próxima con la tradición. El repertorio clásico del bel canto data de los siglos xvii a xix, pero hubo muchos compositores en el siglo xx que escribieron obras vocales, con partituras desafiantes y complejas. ¿Cómo es su relación con este repertorio? EF: Hace unos quince años era muy difícil escuchar obras de los compositores contemporáneos. Hoy día, hay mucha gente estudiando canto. Es una generación que está más abierta a este nuevo repertorio. Creo, sin embargo, que una formación en el bel canto aporta la base necesaria para interpretar adecuadamente ciertas obras contemporáneas. Recuerdo en particular una ópera de Benjamin Britten, The Rape of Lucretia, en la que el barítono usó su voz con tal suavidad de legato que enriqueció la interpretación de la obra. Hay un problema con el repertorio contemporáneo y es que existen obras que en la partitura lucen maravillosas pero que son imposibles de interpretar.