Una pareja se pasa a vivir a su nuevo apartamento, a las afueras de la ciudad. Llevan nueve años juntos y con su vivienda propia están cumpliendo el sueño de sus vidas. Al principio están muy entusiasmados, pero con el paso del tiempo las cosas se descontrolan. Un personaje misterioso aparece en sus vidas, el sueño se convierte en pesadilla e incluso ellos mismos se empiezan a ver como desconocidos. En medio de toda la historia hay menciones al desempleo, a la crisis económica y a la superficialidad de la sociedad.Esa es la trama de Nerium Park, un thriller que el Teatro Nacional estrenó este jueves 21 de junio (en su sede de la calle 71) y que estará en cartelera hasta el próximo mes. Una obra innovadora, con un género que poco se ve en las tablas y que muestra una apuesta del teatro por traer nuevas opciones que enamoren a los bogotanos.También puede leer: "El teatro siempre ha estado en crisis y esa es una de sus bases"Para Nicolás Montero, director del teatro, “la idea es traer obras de alta calidad que, además, le interesen al público”. Y en ese sentido, esta obra cumple a cabalidad. No solo porque su temática es atractiva, sino también porque viene rodeada de un gran éxito. En Argentina, donde se estrenó hace tres años, fue toda una sensación y le significó a Corina Fiorillo, su directora. el mayor premio de la industria argentina: el ACE de oro (fue la primera mujer en ganarlo).Por eso Montero trajo a la propia Fiorillo, una de las grandes en el mundo del teatro argentino, a montar la versión colombiana. Entre los dos escogieron a los protagonistas: Verónica Orozco y Santiago Alarcón. Semana habló con ella sobre la obra y su visión sobre el teatro.SEMANA: Usted trae al Teatro Nacional una nueva versión de ‘Nerium Park’, una obra original del catalán Joseph Miró que ya había adaptado hace dos años en Argentina, ¿cómo se encontró con ella y qué le llamó la atención?Corina Fiorillo: Joseph me llegó a través de un muy buen amigo, que me dijo que conocía a un catalán que escribía divino. Yo lo leí y fue impresionante, pensé “esto es una bomba, este autor una maravilla”. Incluso me reuní con él y le hablé de mi intención de montarla, pero guardé la obra durante varios años. La saqué luego de hablar con Claudio Tolcashir, un gran director y actor argentino que no actuaba desde hace 8 años y que aceptó hacerlo cuando le mostré la obra. Decidimos llevarla adelante con Timbre 4, su compañía. Nos fue muy bien y después de tres años me llegó una propuesta, a través de Nicolás Montero, para montarla en el Teatro Nacional, en Bogotá, y para mí fue un desafío hermoso.SEMANA: ¿Por qué?C.F.: Porque esta obra generó muchísimo revuelo en Buenos Aires. Causó mucha impresión en el público y coincidió con un momento político y social difícil, casi ideal con la obra, porque aunque se trata de un thriller, la trama realmente es triste y va sobre un problema social: el desempleo.

Foto: Karen Salamanca SEMANA: ¿cree que por eso gustó tanto? Porque la adaptación que montó en Buenos Aires no solo fue un éxito, sino que gracias a ella usted ganó un premio muy importante de su país (El ACE de oro)…C.F.: Gustó porque es un género poco tratado y porque en una hora y cuarto trata muchos de los problemas que nos identifican. Además del desempleo, habla de una crisis de pareja, de qué significa cambiar de estatus inmobiliario en medio del actual contexto social, de qué significa convertirnos en padres, de quién es el otro, de en qué momento el otro se convierte en un extraño. Todo con un ritmo muy vertiginoso, ya que Joseph Miro es un gran dialoguista. Todo eso sumado, obviamente, a una gran calidad actoral: es una pieza donde tienes que tener enormes actores.SEMANA: En Colombia, precisamente, la obra la montó con Santiago Alarcón y Verónica Orozco, ¿cómo le ha ido con ellos? C.F.: Agradezco estar acompañada en este viaje por Vero y Santi. Antes de venir, Nicolás Montero me mandó una selección de varias personas en video, y sobre ese grupo yo terminé eligiéndolos a los dos. Y francamente creo que no podría haber una elección mejor. Incluso, creo que la elección de Nicolás habría sido esta, aunque él con mucho criterio de libertad dejó que yo hiciera la misma (risas). No solo son dos actores maravillosos, sino dos personas con las cuales trabajar se hace muy fácil y muy agradable, algo importante cuando uno está tanto tiempo fuera de su casa y cuando uno es una persona muy afectiva. Este encuentro ha sido puro placer y estoy segura de que el resultado va a ser muy bueno.SEMANA: ¿Cómo es su relación con los elencos? ¿Es muy cercana o más bien guarda distancia? C.F.: Yo en general soy muy cercana con todos mis elencos, formo como una familia. Mi signo es cáncer, así que soy muy maternal. Ahora, gracias a Dios, tengo muchas obras en cartelera en Buenos Aires y todas las noches llegó al hotel y me mensajeo con los que están en función, les pregunto ¿cómo fue?, ¿cómo anduvo? y ellos me mandan pedacitos firmados. Es la forma de trabajo que me gusta: la creación grupal. No me gusta la forma de trabajo verticalista, yo adhiero en todos los sentidos de la vida a la libertad. 

SEMANA: Usted contaba que con esta obra logro que Claudio Tolcashir, un gran actor de su país, volviera a las tablas después de 8 años de no actuar, ¿cómo fue eso?C.F.: Llevaba ocho años sin actuar porque es un gran director, fundador de Timbre 4, una de las instituciones de teatro independiente más importantes de la Argentina, y había tenido tanta tarea en eso que había abandonado su otra pasión, la actuación. Él vino a ver El principio de Arquímides,  una obra de Joseph María Miró que yo monté en 2016, y nos quedamos charlando. Cuando me dijo que tenía ganas de volver a actuar saqué Nerium Park y ahí empezamos a soñar. Tuvimos que combinar bastante las agendas porque él viaja mucho, así que nos llevó casi dos años poder cuadrar los ensayos. Pero pudimos hacerlo y el trabajo me dejó muy satisfecha.SEMANA: ¿Y a usted no lo ha picado el bichito de la actuación?C.F.: No, para nada. Una vez que empecé a dirigir no volví a actuar y no volvería a actuar nunca más en la vida (risas). Claudio, por ejemplo, es un apasionado y creo que necesita actuar, hasta le hace bien como director. No es mi caso, yo una vez que empecé a dirigir dije “bueno, ya está”.SEMANA: Antes de dedicarse al teatro usted estudió música clásica y física, ¿qué le aporta cada una de esas disciplinas a su rol de directora?C.F.: La música es como una constante en mis puestas, y lo van a ver también en Nerium Park. Yo casi siempre trato de llegar al primer ensayo de una manera bastante limpia, sin prejuicios y sin prefijarme nada, me gusta descubrir con los actores cuál va a ser nuestro camino. Sin embargo, sí llegó con la música elegida. Ese es el primer elemento creativo que toco en cada obra y si revisas, en ellas puedes encontrar ópera, murga, música clásica, sinfónica, oriental. Ahora estoy por enfrentarme a una en dónde a lo mejor coloco rancheras.Sugerimos también: Razones para seguir leyendo a Saramago, ocho años después de su muerte SEMANA: ¿Y la física?C.F.: Te da mucha noción de que todo es consecuencia de algo, y creo que ese es uno de los principales fundamentos de una buena actuación. No existe otra cosa que una reacción, que un algo que cambia todo, como las leyes físicas. También me ayuda mucho en los manejos de espacios, en la paciencia cuando uno no puede resolver algo, en aprender que no todo está dentro de uno y que hay que aprender a esperar cada pieza. Para mí eso es lo mágico del arte.SEMANA: ¿A qué se refiere con esperar cada pieza?C.F.: Juan Carlos Gené, un gran maestro argentino que ya falleció, decía que toda buena pieza sabe defenderse, que al final ella misma siempre te va a decir cómo contarla. Esa es una frase que yo utilizo mucho cuando estoy en periodos de incertidumbre, cuando no sé para dónde ir: hay que sentarse y esperar, porque la pieza sola me va a decir qué hacer en determinado momento. Por eso es fundamental elegir un buen material, una buena pieza para montar. Yo suelo tener algunas obras que guardo y que sé que en algún momento va a ser el momento ideal de contarlas. SEMANA: ¿Eso pasó con ‘Nerium Park’?C.F.: ¡Sí! Yo tenía esta obra guardada, ya había hablado con el autor (Joseph Miro)  y sabía que la iba a hacer en algún momento. Me demoré casi tres años y medio en llevarla a escena. Pero por esa magia que tiene el arte,  la terminé montando en un momento en el que mí país volvió a tener un grave problema social como el desempleo, algo de lo que habla la obra. Por eso yo siempre digo que las obras eligen con quién contarse, cómo contarse y cuándo contarse, uno solo es un intermediario, un facilitador.SEMANA: Hablando de eso, ¿cómo elige y busca las obras que va a montar? C.F.: Busco todo el tiempo nuevos dramaturgos y nuevas dramaturgias. Además, voy a ver mucho teatro, incluso cuando viajo. Acá en Colombia, por ejemplo, también fui a ver y hay cosas que me han gustado muchísimo. Otra cosa es que vivo leyendo; generalmente hay un día de la semana que lo dedico a leer, a leer nuevo material.Puede interesarle: Los intelectuales que no trinanSEMANA: El Teatro Nacional está en medio de una apuesta por atraer cada vez más público a las salas con otro tipo de géneros, como este, que es un thriller. ¿Qué consejos puede dar usted, que tiene una sala de teatro en Buenos Aires?C.F.: Hay que buscar obras que establezcan algún tipo de identidad con la audiencia, que toquen temáticas que a la gente le interesa debatir. También es importante darle cabida a los autores que no dejan al público cómodo, sino que lo inquietan; a los que les preguntan cosas, y no a los que les responden cosas. Para una sociedad es muy importante tener este tipo de dramaturgias y de géneros diferentes, como el thriller. Hay que atreverse a buscar nuevos lugares, nuevos horizontes y nuevas comunicaciones. Es algo que el público agradece.SEMANA: Usted se ha movido entre el teatro independiente, el teatro comercial e incluso el teatro oficial (el del Estado), ¿cómo mantiene la misma visión y los mismos valores en ámbitos tan diferentes? C.F.: Para mí el teatro independiente busca lo mismo que cualquier otro tipo de teatro. No hay diferencias, salvo en que el comercial tiene asegurada la parte económica. Lo que yo hago, para que esto sea así, es establecer igualdad para ensayar. Eso, generalmente, implica un gran esfuerzo para el teatro independiente, porque no siempre hay plata para pagar salarios y algunas veces se trabaja solo por pasión. Pero incluso así yo siempre ensayo a diario. Es más, para la primera obra que monté este año, La ira de Narciso, de un autor uruguayo, tocaba ensayar de madrugada, a partir de la 1:30 a.m., porque nuestras ocupaciones (que si nos daban plata) no nos dejaban más tiempo. Al final, yo creo que uno tiene que hacer de los tres tipos de teatro porque cada uno te reporta cosas muy diferentes como creador.