Diego Arias: Durante La campaña electoral se hizo gran énfasis en la política de seguridad democrática, y no tanto en una política de paz. ¿En qué contexto se debe entender la reunión del Presidente electo con Kofi Annan, secretario general de la ONU, y el nombramiento de un Alto Comisionado de Paz?Luis Carlos Restrepo: La política de seguridad democrática no excluye la búsqueda de una salida negociada. Uno de los puntos de campaña del presidente Uribe fue buscar una mediación internacional y nunca se excluyó la posibilidad de un diálogo útil. Tan firme es la voluntad de Alvaro Uribe para fortalecer la autoridad democrática como para avanzar en un proceso de negociación si los grupos guerrilleros muestran voluntad de paz. D.A.: Usted fue uno de los coordinadores del Mandato por La Paz que expresó un respaldo ciudadano a una solución negociada al conflicto armado. ¿Cree que la naturaleza de ese mandato cambió con el fracaso de la anterior negociación de paz con las Farc y el ELN?L.C.R.: El mandato por la paz sigue vigente. Muchos de esos ciudadanos que dijeron no a la violencia en 1997, apoyaron la propuesta de Uribe de avanzar hacia un país en paz. Desde mi cargo seguiré luchando por hacer realidad ese anhelo ciudadano. D.A.: El presidente electo Uribe ha puesto como precondiciones para el diálogo con los movimientos armados renunciar al terrorismo y facilitar un cese al fuego y de hostilidades. ¿La mediación y verificación internacional son una condición para un nuevo proceso de paz?L.C.R.: El pasado proceso con las Farc, como lo señaló Uribe en su momento, se debilitó por la ausencia de un cese de hostilidades y de una veeduría internacional sobre la zona de distensión. Ese error no se puede volver a cometer. No podemos decir, sin embargo, que la mediación sea una nueva condición, pues se trata más bien de abrir una puerta para que el proceso sea creíble. D.A.: La oficina de Derechos Humanos de la ONU en Colombia ha propuesto la suscripción de un acuerdo global sobre derechos humanos y Derecho Internacional Humanitario como algo urgente. ¿Cuál es su opinión en momentos en que se recrudece la barbarie con actos como los de Bojayá?L.C.R.: El acuerdo global sobre DDHH y DIH es una manera de entender el pedido de un cese de hostilidades que tenga beneficios inmediatos sobre la población civil. En esa medida es oportuno reiterar que la mejor manera de crear confianza para una negociación útil es dejando atrás los actos de terror, ofreciendo un alivio a los colombianos. D.A.: Hay distintas opiniones en el país sobre la viabilidad de una ley de canje. La mayoría se oponen. ¿En un contexto de negociaciones serias y cese al fuego este tema puede ser considerado?L.C.R.: Es indudable que en este tema las opiniones son opuestas, conduciendo a un camino bloqueado. Para los ciudadanos y el Estado resulta inadmisible el secuestro, mientras la guerrilla busca imponer el canje. De allí la necesidad de explorar alternativas creativas y recurrir al apoyo internacional para buscar una salida humanitaria al drama que viven tantos colombianos. D.A.: En las recientes negociaciones de paz estaban sobre la mesa no sólo garantías políticas para la guerrilla sino cambios y reformas estructurales. ¿Cuál es el alcance a este respecto en la política de paz del nuevo gobierno?L.C.R.: Se trata de retomar la propuesta de negociación pero en un escenario distinto, donde el cese de hostilidades abre las puertas para un diálogo útil que permite la ampliación de la democracia. Lo más importante es asegurar las condiciones para que los grupos guerrilleros hagan el tránsito a grupos políticos que luchan sin armas por sus ideales. D.A.: Las Farc han exigido el despeje de dos departamentos, ley de canje y negociaciones en territorio colombiano. En principio, ¿cuál es la opinión del nuevo gobierno?L.C.R.: No es bueno volver sobre un modelo que en el pasado no ofreció resultados. De allí la necesidad de explorar alternativas, como ha propuesto Alvaro Uribe con la mediación internacional.D.A.: En el Valle del Cauca hay experiencias de diálogos regionales que han favorecido, por ejemplo, experiencias de retorno seguro para desplazados porla violencia. ¿Se favorecerán los diálogos regionales?L.C.R.: No quisiera crear falsas expectativas al respecto. Por el momento se está explorando la mediación y debemos darle tiempo para que cuaje. Sin embargo no podemos olvidar que como gobernador Alvaro Uribe creó la Comisión de Facilitación de Antioquia y propuso diálogos regionales, que no fueron aceptados por la guerrilla. Si se le hacen propuestas serias al presidente, que conduzcan de manera efectiva a la paz, encontrarán en él un hombre dispuesto al diálogo útil. D.A.: ¿El fortalecimiento de las Fuerzas Armadas y resultados en el combate a las autodefensas podrían significar un proceso de desmovilización paramilitar aun antes de un acuerdo con la guerrilla?L.C.R.: No es bueno dar opiniones sobre escenarios hipotéticos. De todas maneras el mensaje para las autodefensas es similar al que se ha enviado a la guerrilla. No asesinen a un colombiano más y podemos buscar mecanismos de negociación que permitan para sus combatientes una segunda oportunidad. D.A.: ¿Qué importancia se le dará al Consejo Nacional de Paz como organismo asesor del gobierno? ¿Será convocado?L.C.R.: Es un órgano importante y será convocado en el momento oportuno.D.A.: Usted ha promovido la idea de construir "Un Arca en medio de un diluvio de plomo para que los civiles crucen el mar embraveado". ¿Cómo no naufragar en el intento?L.C.R.: Hay que pilotear con firmeza y delicadeza. Deslizándonos sobre las olas y no chocando con ellas. La ternura es para mí un valor central que nos permite ese acercamiento delicado al conflicto. Hay que actuar como desactivadores de bombas sociales, como un técnico en explosivos que interviene con pericia en una situación peligrosa. Tal vez así logremos atravesar la tormenta y refundar civilmente el país en tierra firme.