Uno los problemas que se menciona con frecuencia entre los innumerables que tiene el país es su baja productividad, a pesar de que los colombianos trabajan muchas más horas a la semana que sus pares en naciones desarrolladas. Como resultado, el PIB per cápita de Colombia se distancia cada vez más del de economías como la de Estados Unidos: aquí es de 6.600 dólares, mientras que allá alcanza los 78.000.

La economista e investigadora de la Universidad de los Andes Marcela Eslava estudió las razones que explican esa baja productividad y dijo enfáticamente que no se debe a que los colombianos sean perezosos o a que no haya suficiente población en edad de trabajar; “pero sí es cierto que cada uno de nosotros se levanta, va al trabajo y produce en la semana lo que una persona en Estados Unidos, en promedio, produce el lunes”.

Al participar en un foro sobre perspectivas económicas de BTG Pactual, Eslava atribuyó esta falla a la baja productividad promedio de las empresas colombianas, y aunque entre ellas hay una enorme heterogeneidad, el lío está en que las que tienen menor productividad son las que emplean más gente y también son las más numerosas.

“Esos espacios de muy baja productividad son los que en Colombia hemos venido a llamar últimamente como la economía popular, la cual concentra el 70 por ciento del empleo y esa es una proporción contraria a la de una economía avanzada”, precisó.

Justamente, la traba para el país está en un exceso de microempresarialidad y de cuentapropismo, que no ha logrado avanzar hacia la formalidad y hacia la creación de un sector de pymes más robustas. En la mayoría de los países, tanto desarrollados como en vías de desarrollo, las pymes tienen un peso significativo, y Colombia no es la excepción, pero lo que se requiere es que más microempresas den el paso para convertirse en pequeñas y luego en medianas.

En su presentación, Eslava indicó que las microempresas colombianas tienen ocho veces menos posibilidades de transitar a ser pymes que las de Estados Unidos. “Tenemos pocas gacelas y muchas tortugas”, lamentó. Difícil, pero no imposible.

Justamente este especial de Dinero busca destacar a aquellas pymes ‘gacelas’, que pese a tener muchos factores en contra, han logrado crecer, competir de tú a tú con grandes multinacionales, exportar e innovar. Sus fundadores coinciden en que hacer empresa no es fácil y mucho menos poder ir avanzando escalones para tener un mayor tamaño, pero que tampoco es imposible.

Cristian Halaby, CEO de Bycsa, una firma que produce empaques biodegradables, lubricantes y varios tipos de químicos, coincide con la economista Eslava en que la informalidad es una barrera muy grande y que pasar a la formalidad tiene muchas exigencias de registros, documentos, procedimientos y pagos. “Cuando ya se logra ser una microempresa formal, las cosas se van complicando, el sistema contable es más exigente, la Dian y la UGPP están encima y, en nuestro caso, por ejemplo, que pasamos de importar químicos a producirlos en el país, hasta nos toca cumplir con requisitos de antinarcóticos”, recuerda, y no duda en afirmar que “crecer duele demasiado, pero que se llega a un umbral, cuando ya se cumplen todos los requerimientos, y ahí es cuando se puede crecer”, asegura, no sin mencionar una triste realidad, y es que Colombia es un país excluyente para el crecimiento de las empresas.

Esto tiene que ver con las dificultades de acceso al crédito. Cifras de Asobancaria indican que al cierre del año pasado 73,1 por ciento de todas las empresas con registros activos en las Cámaras de Comercio tenían al menos un producto financiero, lo que además implica un máximo histórico. Sin embargo, solo el 35 por ciento contaba con crédito formal.

Eslava agregó que a las regulaciones y a las exigencias tributarias, se suma la falta de capacidades gerenciales y capital humano de los negocios de la economía popular. “Tener esa enorme concentración en microempresas y cuentapropismo también quiere decir que contamos con una enorme masa de emprendedores, pero no todo ese emprendimiento tiene potencial para generar empleo, ingresos, valor agregado y productividad”, recalcó la académica.

Jorge Soto, CEO de Alegra, empresa que ofrece sistemas de gestión contable, también admite que emprender y hacer crecer una empresa no es fácil, dado que superar cada etapa implica desafíos importantes. Se estima que actualmente solo tres de cada 10 empresas colombianas sobreviven sus primeros cinco años de operación.

En su caso, han logrado un crecimiento exponencial gracias al equipo que han construido, al desarrollo de un producto de alta calidad en la nube y a la posibilidad de expandirse a otros países, acción en la que internet ha sido clave. “Nosotros creemos firmemente que en Colombia hay un enorme potencial: contamos con la pasión, el conocimiento y el coraje de emprender. Al combinar esto con las oportunidades de mercado global que nos da internet, tenemos una fórmula poderosa que puede transformar la economía del país”, anotó.

Alejandra Paredes, cofundadora de Muii, firma que está revolucionando el consumo de brownies en el país y que se convirtió en la primera pyme nacional en usar una plataforma de financiación a través de la Bolsa de Valores de Colombia para su expansión internacional, cree que el reto más grande para las pymes es el tamaño limitado del mercado local, con una competencia intensa y recursos escasos.

Esta edición está dedicada a las mil pymes de mayor facturación en Colombia durante el año pasado. Son empresas que están en todos los sectores de la economía y que han logrado pasar del garaje de una casa a una fábrica en zona franca (como le ocurrió a Tesla Transformadores en Bogotá) o que nacieron de la idea de un par de estudiantes colombianos que hicieron un MBA en Harvard y volvieron al país para crear un negocio disruptivo que le está sacando jugo a la creciente demanda de comida a domicilio (Foodology).

La solución para que haya más empresas formales y menos cuentapropismo de supervivencia no es fácil, y requiere cambios culturales, transformaciones de política y de educación, así como mayor acceso a financiación –algo que ya se busca con el Pacto por el Crédito–. Sin embargo, es un camino en el que Colombia debe acelerar para dejar de estar atrás en el escalafón mundial de productividad.

Flexibilidad, capacidad de adaptación y relación más personalizada con los clientes podrían explicar el buen desempeño de las pymes colombianas, incluso en medio de la desaceleración económica que experimentó el país el año pasado.

En 2023, Colombia apenas creció 0,6 por ciento, pero las 5.000 empresas más grandes del país lograron aumentar sus ventas en 6,95 por ciento, mientras que las siguientes 1.000, que forman parte del grupo de pequeñas y medianas, incrementaron su facturación en 10,8 por ciento. Asimismo, las pymes que clasificaron en el presente ranking registraron ganancias conjuntas de 1,43 billones de pesos (5,4 por ciento más que en 2023) y una rentabilidad sobre patrimonio de 13,59 por ciento.

El papel protagónico de las pymes en la economía hace necesario medirlas para evaluar su desempeño. Por este motivo, desde 2015, Dinero categoriza y analiza los resultados de las pymes más grandes del país, evaluadas por sus ventas. Esta vez ingresaron al escalafón aquellas que en 2023 vendieron entre 36.216 millones de pesos y 53.150 millones, al tiempo que registraron activos por un máximo de 30.000 millones de pesos. Esto evita que se incluyan grandes empresas que por algún motivo tuvieron un bajonazo en su facturación, pero que en realidad no son pymes. También se intentó eliminar del listado compañías filiales de multinacionales, pues no es lo mismo arrancar una empresa con el esfuerzo de un emprendedor que hacerlo con el apalancamiento financiero y el know-how de una firma ya exitosa.

Las fuentes de información para el ranking de las 1.000 pymes más grandes del país son las superintendencias de Sociedades, Salud, Subsidio Familiar, Servicios Públicos y Transporte, así como la Contaduría General de la Nación y varias Cámaras de Comercio.