Millones de estudiantes en Colombia guardaron sus uniformes y maletas durante cerca de un año. Se trató de una emergencia sin precedentes en la historia reciente del país, que obligó a los alumnos, profesores y padres de familia a encontrar opciones para evitar perder por completo el año escolar.
Aunque, en líneas generales, no se interrumpió totalmente el proceso de formación, los expertos explican que la educación basada solo en la virtualidad afecta otros aspectos clave.
“La escuela va más allá de los asuntos pedagógicos, es un territorio de convivencia y un entorno socioemocional y kinético (movimiento)”, dice Álex Rubio, director del Instituto para la Investigación Educativa y el Desarrollo Pedagógico.
Falta el contacto
La relación con los compañeros de colegio, incluso cuando es algo conflictiva, ayuda a formar la personalidad de los estudiantes.
Sentimientos como empatía, solidaridad, tolerancia y no discriminación se fortalecen en estos ambientes educativos.
Rubio destaca la importancia de la corporeidad dentro de los procesos de formación: conocer las capacidades del cuerpo, desarrollar nuevos movimientos e interactuar forman parte de todo lo que desaparece con la virtualidad.
Otros dos conceptos determinantes en la educación presencial son proxemia y desarrollo servomotor.
La primera se refiere al uso del espacio personal y la interacción con otros compañeros. El segundo tiene que ver con el desarrollo de los huesos, los músculos y hasta de la visión periférica, la cual no evoluciona cuando el estudiante está sentado horas viendo un computador o una tableta.
Incluso, más allá de la misma educación, para miles de niños en Colombia el colegio es el sitio donde logran asegurar su nutrición a través de las raciones que allí les entregan. Por eso, cada vez más expertos insisten en la necesidad de permitir que vuelvan a las aulas.
El decano de la Facultad de Educación de la Universidad de La Sabana, Javier Bermúdez, explica que, además de la pérdida de interacción con los estudiantes, los colegios ofrecen espacios de aprendizaje complementarios, como talleres, laboratorios de robótica, física, química y otros. “La educación virtual privilegia el tema cognitivo, pero no facilita el desarrollo socioafectivo”, cuenta.
La amistad entre compañeros y el relacionamiento con adultos diferentes a los del entorno familiar, como los profesores, también son parte del proceso formador. Por eso, en unos años se conocerán con precisión los efectos reales de la educación virtual en alumnos de básica y media.
Sin conexión
La dificultad de miles de estudiantes para conectarse a internet es otro aspecto clave.
Mauricio Castillo, subsecretario de Calidad de la Secretaría de Educación de Bogotá, dice que se hizo un esfuerzo por conectar a estudiantes y proveer en algunos casos tableta o computador.
Pero las necesidades son tan grandes que el alcance de esta política fue limitado. De unos 794.000 alumnos de colegios oficiales, cerca de 320.000 no tienen acceso a internet.
Volver a las aulas es un imperativo
No solo permitirá reducir las brechas de aprendizaje que dejó la pandemia. Resulta vital para garantizar que niños y jóvenes tengan derecho a la movilidad social aportada por la educación y al futuro con el que sueñan.