Se espera que el 26 de mayo el alcalde de Bogotá Carlos Fernando Galán, se pare frente a los hijos que dejaron las mujeres víctimas de feminicidios y ofrezca perdón a nombre del Distrito. “El Estado fue cómplice en la muerte de mi hermana Rosa Elvira Cely, se pidió una reclamación colectiva para todos los que hemos pasado por esta pesadilla”, dice Adriana Cely. En este mes se cumplen 12 años del macabro asesinato de la mujer que inspiró la ley 1761 de 2015 conocida popularmente por llevar su nombre, pero este será un año diferente porque se empezará a efectuar el fallo del Juzgado 37 Administrativo de Bogotá que declaró la responsabilidad extracontractual de varias entidades, entre ellas, la Fiscalía General de la Nación, la Secretaria de Salud de Bogotá y la Subred de Servicios de Salud.

Adriana está convencida de que, si todos hubieran actuado en el momento justo, Juliana, la hija de Rosa Elvira, no hubiera quedado huérfana de madre a los 12 años. Relata que, aunque como familia la han protegido, la sociedad resulta ser despiadada con los niños porque se piensa que la única víctima es a la que tienen que visitar en una tumba, pero las cicatrices que deja el feminicidio a quienes serán las futuras generaciones son imborrables.

Mensajes a una madre víctima de feminicidio

Luego de dos años de estar huérfanos de madre por cuenta del feminicidio, tres hermanos mandan un mensaje al cielo en el mes de las madres.

NO HAY REGISTRO OFICIAL DE VÍCTIMAS

En mayo es común ver cada fin de semana restaurantes llenos de mamás ansiosas por los abrazos que sus hijos suelen represar durante todo el año. El segundo domingo del mes las redes sociales se inundad de fotografías que resaltan la labor e importancia de esos seres capaces de soportar todo por el bien de sus retoños. Con la excusa de la celebración algunos hermanos discuten, más de una mamá se queda esperando la visita porque la apretada agenda de sus hijos dificulta el encuentro y otros lloran en el anonimato. María Paula tiene 7 años, pero con la madurez de un adulto toma aire, y dice: “Yo tenía una buena vida, sí” y asiente con la cabeza como en cámara lenta. Sostiene la respiración tratando de que el nudo que se le hizo en la garganta no se desate para lograr completar la frase: “pero mi mamita murió”. Las lágrimas que salen de sus rasgados y expresivos ojos delatan el dolor que siente desde el 12 de mayo de 2022, solo tenía 5 años y su hermana 10, cuando su padrastro las dejó huérfanas tras asesinar a su mamá con una arma corto punzante que clavó a la altura del pecho.

Desde julio de 2017 hasta la fecha se han asesinado a 4.182 personas por el simple hecho de ser mujeres, según datos reportados por el Observatorio de Feminicidios Colombia. Familias en medio del dolor y la tramitología que buscan justicia y suelen enfrentar desafíos enormes; se han sentido invisibles durante años. Tanto así que no hay un registro claro de cuántos huérfanos ha dejado el feminicidio en el país. Desde el 2017 el observatorio empezó a llevar un conteo empírico de los hijos que tenía cada mujer víctima de feminicidio. Cómo ninguna autoridad habla de los niños a los que les asesinaron a sus madres de esta manera, Carol Rojas, coordinadora del observatorio, explica que decidieron empezar a revisar los reportes de prensa para comenzar un conteo que hasta la fecha suma 1.072 menores de edad huérfanos por feminicidio.

El subregistro es enorme, no todos los casos de asesinatos de mujeres por ese delito salen en los medios de comunicación y de los que se publican no en todos se habla sobre la cantidad de hijos que quedan a la deriva. Solo en los primeros cuatro meses de 2024 han sido víctimas de feminicidio 271 mujeres de las cuales se confirmó que 100 eran madres o estaban en estado de gestación y hasta donde se pudo establecer de manera informal dejaron huérfanos a 102 menores (46 niños y 56 niñas).

El 53.88 por ciento de las víctimas mortales eran mujeres entre los 20 y 44 años de edad lo que hace pensar que el número de huérfanos puede ser mucho mayor. Lo irónico es que la Ley Rosa Elvira Cely establecía en uno de sus articulo la creación de dicho registro, pero al parecer, todo quedó en el papel.

La familia de Marilyn Rojas víctima de feminicidio clama justicia

El asesino de la enfermera dejó huérfano a un menor de un año de edad. La familia se siente burlada por la justicia colombiana. “Se nos está yendo la vida en audiencias”, han pasado siete años y no logran la condena por feminicidio. La próxima audiencia se realizará en julio de 2024.

ATENCIÓN PSICOSOCIAL

Estos pequeños un día tienen una familia y al otro visitan el cuerpo de su mamá en una funeraria. Algunos de ellos también a su papá, porque decidió quitarse la vida luego de cometer el crimen o se desaparecen tratando de escapar de las autoridades, en el mejor de los casos quedan años tras las rejas pagando el crimen que cometió.

Han vivido durante años cuadros de violencia intrafamiliar severos. La hija menor de Leidy Carolina Navarrete, vio una escena de terror que descubrieron las autoridades luego de que llegaran al apartamento en Bogotá y encontraran el cuerpo de la madre de tres hijos (17, 15, 4 años). El victimario era el padre de la niña más pequeña.

Stiven Pascuas Plata, es el hermano de Leidy, quien ha liderado la lucha jurídica y apoyado la crianza de sus sobrinos, la niña está bajo el cuidado de la abuelita materna, pero a pesar de que tienen todo el amor y apoyo de su núcleo familiar, los vacíos que sienten son enormes. “Que sola me siento y que sola estoy desde que no estás amor de mi vida, espero que en otra vida de nuevo seas mi mamá”, dice su hija mayor quien ya cumplió los 18. Narra en un mensaje el dolor que hay tras su partida: “daría lo que fuera por tenerla nuevamente junto a mis hermanos y junto a mí. En este momento solo ella sabe el desorden de emociones que tengo, las cuales sé que ella como mi mamá entendía. Tengo tantos consejos por pedirle (…) Solo con un abrazo o solo con escucharla todo ese desorden dejaría de existir en mi vida (…) Descubrí que ella era tan vital en la vida de nosotros tres, porque desde que ella no está se vive el caos”.

Para Maira Soto, psiquiatra infantil de la Fundación Santa Fe y docente de la Universidad de los Andes, el estrés postraumático que puede generar a un niño la pérdida de su madre en circunstancias perversas como un feminicidio, podría conducir a enfermedades de salud mental como depresión o ansiedad si no se trata al paciente adecuadamente y a tiempo. Cuestiona que no exista una ley que respalde a los huérfanos del feminicidio en la que el Estado se vea obligado a priorizar y garantizar la atención psicosocial de estos menores. Además, porque son revictimazados cada vez que personal no idóneo empieza indagar por los hechos. En Colombia, según indica la profesional no hay psiquiatras pediatras especializados en temas forenses. Soto insiste en que uno de los primeros auxilios psicológicos es reconocer la naturaleza y gravedad del trauma, el manejo depende de factores como la edad del menor y los síntomas que presenta su nivel de desarrollo.

Nicol Alejandra Molina D’Orta, representante legal de la Fundación Siempre Vivas, asegura que tiene casos en los que las EPS o el ICBF no asisten psicológicamente a los niños o dan una cita al mes siendo esta insuficiente. Estudios internacionales han demostrado que la falta de atención integral oportuna puede generar que patrones de violencia se repitan en estos menores. El representante a la Cámara Pedro Baracutao recordó en SEMANA el día que encontró tirada en la sala de la casa a su mamá con un cuchillo clavado en el pecho. Su papá, el homicida, estaba sentado junto al cadáver. No pagó ante la justicia por el crimen. El congresista, firmante del Acuerdo de Paz, está convencido de que si su madre, que era docente viviera, él no hubiese tenido que entrar a las Farc a los 16 años. “Madresita me hace mucha falta. Yo no quería vivir todo lo que tuve que pasar. Y no quiero que ningún otro niño pase por lo mismo”, menciona Baracutao.

Estos son los retos que afrontan los huérfanos del feminicidio en Colombia

Se estima que cada año los feminicidios en Colombia dejan al menos 200 menores huérfanos y los vacíos que tiene el Estado en su atención son enormes.

ACCESO A LA EDUCACIÓN

Los niños suelen desescolarizarse en medio de la tragedia. Un 80 por ciento de las víctimas cambia su entorno escolar. Juliana, hija de Rosa Elvira Cely, fue cambiada de colegio por motivos de seguridad y en ese nuevo espacio se enteró sobre los verdaderos detalles de la muerte de su mamá. Una niña de su misma edad le llevó un periódico en el que se narraba con crudeza todo a lo que había sido sometida su madre. A los 13 años trataba de entender a qué se referían cuando hablaban de empalamiento. A diario Juliana se defendía del matoneo que ejercía su compañera al verla vulnerable y le quitaban la comida, los zapatos, le cortaron el cabello, le dañaban y robaban sus pertenecías. La tía de la niña pidió ayuda al Distrito para ser reubicada en otro colegio y la respuesta que recibió dejó a más de un o frio porque le dieron un cupo en el que colegio Manuela Beltrán, el mismo en el que su mamá estudiaba de noche cuando la asesinó su compañero de estudio Javier Velasco.

Valentina Ayala estaba a unos meses de cumplir sus 15 años, cuando le informaron que su mamá había sido asesinada por la expareja y padre de su hijo menor de dos años, en total dejó cinco huérfanos. Ella y sus hermanas empezaron a sentir en el colegio los señalamientos de miradas de pesar y la arrogancia de algunos docentes que las obligaban a hacer exposiciones hablando sobre su mamá, las mismas actividades de manualidades para celebrar el día de la madre se convertían en una tortura para ellas. “Yo muchas veces prefería una mala nota a tener que exponer mi situación antes personas a las que no les importaba, más allá del morbo, nuestra realidad”, confiesa la joven que hoy trabaja y ahorra para estudiar psicología y así seguir rompiendo las predicciones de profesores y vecinos que le auguraban una vida de fracasos y frustraciones por cuenta de la tragedia que les tocó vivir.

LA FAMILIA, EL EJE FUNDAMENTAL

Mauricio Ayala, es el tío de los cinco hijos que dejó Marcela Ayala. Él junto con su hermana y la mamá asumieron la crianza de las pequeñas y está convencido que en medio de la tragedia hubo un para qué y este fue unirse como familia.

María Paula dice que le ha escrito dos cartas a su mamá, Leidy Beltrán, que las lleva hasta el cementerio con unas flores para que no se sienta triste y allá le cuenta que todo lo que ha logrado a su corta edad es en honor a su memoria. “Mami ya me gané otra medalla en natación y cuando la recibí te la dediqué, sé que aunque no te veía, estabas cerca como todos los días cuando te hablo al mirar por la ventana o en el fondo de pantalla de la tablet que me regaló mi tío para recordarte”. Camilo Beltran, hermano de Leidy no tiene hijos, pero ha aprendido a ser padre y madre a la vez para las dos pequeñas que dejó su hermana. Hoy manda un parte de tranquilidad: “tus niñas están bien, ocupan los mejores puestos en el colegio y son tan dulces como tú”.

Estas familias se llenan de sabiduría para educar con amor contrastando la dura realidad. ¿Cómo explicarle a un niño que su padre asesinó a su madre?, Johanna Rojas, desde hace siete años cría al niño de brazos que dejó su hermana Marilyn Rojas. El pequeño desconoce detalles de lo sucedido. “Es un accidente que tuvo su mamá por una persona que no pudo controlar sus emociones y que hizo que estuviera en el cielo. Más allá no le podemos contar acciones que no son acordes a su edad”, explica.

Todas las familias que asumen la crianza de los huérfanos del feminicidio aducen que los retos económicos son enormes y que muchas veces el amor no es suficiente para cubrir todas las necesidades. Patricia Franco, es de la tercera edad y está sacando adelante desde 2017 a los dos hijos de 3 y 7 años que dejó su hija Jennifer Franco. Nadie le daba trabajo y le tocó irse a otra ciudad para buscar lo del día, tuvo que dejar a los niños con los abuelos paternos, es decir con la familia del posible responsable del feminicidio pero que está prófugo de la justicia.

ACCESO A LA JUSTICIA Y OBLIGACIONES ECONÓMICAS

Una de las grandes luchas que tienen estás familias es lograr que la custodia y la patria potestad de los niños deje de estar en poder del victimario y que los culpables realmente paguen ante la justicia. Según la Fiscalía General en 2023 se denunciaron 205 feminicidios y las ciudades en la que más se registran casos son Bogotá, Medellín y Cali, la cifra de cuántos han sido resueltos es incierta. En el caso de Marilyn Rojas, solo condenaron al agresor por el delito de desaparición forzada teniendo en cuenta que intentó ocultar el cadáver en bolsas de basura pretendiendo que pasara desapercibido en el relleno de doña Juana. Fue catalogado como homicidio, pero lleva años luchando para que lo reconozcan como un feminicidio: “se nos va la vida de audiencia en audiencia”, dice Johanna, claramente frustrada.

Para capturar al feminicida de Marcela Ayala fue necesario que los hermanos de la víctima lo siguieran día y noche para avisarle a las autoridades donde se encontraba y así garantizar la detención, la primera vez que lo detuvieron la Policía no le leyó un párrafo de sus derechos y quedó en libertad por mal procedimiento. Luego, en lugar de capturarlo se pusieron en evidencia haciendo que él alcanzara a huir y en algunas oportunidades encontraron respuestas de los investigadores como que ese día no podían captúralo porque se encontraban en vacaciones.

Un alto porcentaje de los feminicidios pasan en estratos 1, 2 y 3 que es donde está la población vulnerable y no tienen como pagar un buen abogado. Las familias acogen a los menores y deben hacer grandes esfuerzos. Algunos de los cuidadores deben retirarse de trabajar para estar 100 por ciento con ellos, pero, ¿cómo garantizar las necesidades básicas?

PROYECTO DE LEY

La agenda nacional jamás se preocupó por los huérfanos el feminicidio hasta que Marcela Boyacá Mesa, una productora periodística de varios programas de televisión empezó a conocer las desgarradoras historias, Como el día en el que vio que un menor al que un feminicida le quitó la vida a su mamá en Bogotá estaba pasándola muy mal en medio de la selva en Mitú, por allá estaba su familia materna, pero desacostumbrado totalmente al entorno y con la herida viva. Ella al ver las realidades ya descritas empezó un proceso social que inicio con campañas de regalos en navidad, pasó a ser la tesis de su especialización en gerencia social y desencadenó en que su bandera se convirtiera en proyecto de ley. Tocó puertas con la congresista Carolina Giraldo y la propuesta tuvo eco, La iniciativa ya ha sido aprobada en dos debates en Cámara de Representantes. Ahora se espera que se desarrollen otros dos debates más para definir si se convierte en ley de la república o no. Le apuestan a que la ley obligue al Estado a llevar un registro único de niños huérfanos del feminicidio, a que tendrán priorización en el acceso a atención psicosocial y educación, que reciban un aporte único para los gastos fúnebres y un aporte mensual para los gastos de los menores hasta que cumplan los 24 años si son estudiantes. El monto aún no es claro, pero se espera que sea entre medio y un salario mínimo. “Esto no va comprometer el presupuesto de la Nación, pero si va ayudar en algo a mitigar en algo el dolor de estos menores que no han tenido la atención del Estado”, aseguró Giraldo.

¿Cómo brindar atención en salud mental a los menores que perdieron a su mamá por feminicidio?

La siquiatra infantil de la Fundación Santa Fe y docente de la Universidad de los Andes, Maira Soto, aseguró en SEMANA que la asistencia de los hijos e hijas del feminicidio y sus familias debe ser interdisciplinaria e interinstitucional.

La especialista indicó que estos niños y adolescentes son los sobrevivientes de la violencia intrafamiliar. Merecen por parte del Estado el acceso a la Educación gratuita, a salud, a una vivienda, porque ya no existen mamá (muerta) ni papá (se suicidó, está en la cárcel o huyendo), “Merecen tener otra vida ya que el Estado abandonó a sus madres y no ha dado justicia”, enfatizó.

El primer paso es proveer al niño o adolescente que queda en orfandad, convirtiéndose según ella en victima directa, por esa razón es necesario Proteger al niño y adolescente de manera inmediata. Uno de los primeros auxilios psicológicos es reconocer la naturaleza y gravedad del trauma. Soto explica que el manejo depende de factores como la edad del niño, los síntomas que presenta y su nivel de desarrollo.

También señaló que es necesario proveer al niño un medio seguro, afecto que sea predecible, firme y consistente. Los menores requieren procesar la experiencia traumática por profesionales expertos, junto a los familiares de la mujer víctima de feminicidio, para que se permita el desarrollo en ellos de un relacionamiento social que no incluya relaciones de poder que promuevan la violencia de género.

También hizo un llamado para que “los medios de comunicación deben saber cómo dar esta información en los medios para evitar la revictimización”.

Entre los desafíos que se tienen como sociedad para mitigar el impacto que trae estas tragedias familiares está la falta de un registro de los niños y adolescentes en situación de orfandad, La falta de protocolo para Reparar y Atender a los niños y adolescentes y a los familiares de la mujer al igual que la creación de una política pública exclusiva para esta población.

Recursos adicionales