Lo que crece dentro de nosotros, lo que no podemos controlar, lo que nos abraza y desborda, de eso nos habla Escondida, el poema del escritor mexicano Adolfo Cordova, que en breves prosas le da vida a una niña intrépida, que, aunque pequeña, sabe que dentro de ella “crece, apretada, una enredadera”. Una metáfora coherente con la forma del libro: un acordeón que esconde una obra en acuarela, pintada por Amanda Mijangos, llena de trazos fuertes y coloridos de mariquitas, hormigas, bichos, un pájaro y un mundo natural que se asemeja a lo que emerge dentro de la niña. En la tapa del libro, unos cuantos versos crean un juego lírico con una voz adulta que la observa y sabe que lo único que puede hacer es contemplarla mientras crece. Una obra sobre ser pequeño, pero a la vez gigante.
Angie Barbosa
Desde su título sabemos que el libro de Jordan Scott y Sydney Smith es una metáfora que propone un misterio para que lo resuelva el lector; una metáfora sobre las palabras que nombran el mundo –los pinos, los cuervos, la Luna–, tan valiosas como el silencio, como la serenidad que se descubre en lo profundo de un bosque, en la orilla de un río donde un padre le dice a su hijo, que sufre por su tartamudeo en la escuela, que habla como un río: un río donde el agua hace burbujas, gira, se arremolina, fluye como la voz que escucha en su conciencia el muchacho. El relato de Scott y las ilustraciones de Smith tienen la belleza tranquila del silencio dibujado tanto por las palabras como por las imágenes en el transcurso de una historia sobre la compasión, sobre los regalos que nos puede hacer el mundo para sobrevivir de la mejor manera posible, como sucede cuando el padre, que contempla el río al que lleva a su hijo para tener un momento de tranquilidad, le dice: “¿Ves cómo se mueve el agua, hijo? Así es como tú hablas”. Y así como habla el muchacho, le habla el mundo a sus ojos maravillados aunque los pinos, los cuervos o la Luna sean palabras difíciles de pronunciar. En Cómo hablo, la nota que encuentra el lector cuando termina la historia, Scott nos confiesa lo que ha sido su vida con la dificultad “aterradoramente hermosa” que es para él tartamudear, su aprendizaje, lo que le enseñó el río al que iba con su padre, donde vio una forma de la paciencia fluyendo hacia algo más grande que el mismo río, tartamudeando para lograrlo mientras avanza en el mundo.
Hugo Chaparro Valderrama
Después de El vuelo de las jorobadas, Lazo Libros realiza un homenaje visual, sonoro y narrativo al Llano. El hilo conductor son los poemas escritos y recitados por Jhon Moreno Riaño, músico y defensor de la cultura llanera, que relatan el origen y la historia del Llano, el cómo se forjó el espíritu libre de sus lugareños y el amor que profesan por sus animales, sabanas y atardeceres. Esos poemas se tejen con fragmentos sonoros de los sobrecogedores cantos de trabajo, con el zapateo de sus bailarines, el sonido del cuerno que llama al canoero y el canto de los alcaravanes. Para que los lectores se sumerjan aún más en el territorio y la cultura locales, no solo se les entrega un nutrido glosario, sino una serie de páginas informativas sobre la región de la Orinoquia, los aperos del caballo criollo llanero o la costumbre ancestral de cantarle al ganado.
Paola Villamarín G.
El escritor británico Roald Dahl es recordado por historias como Charlie y la fábrica de chocolates, Matilda o El superzorro. La editorial Alfaguara suma un libro más al recuerdo: No crezcas nunca, libro álbum publicado con las ilustraciones originales de Quentin Blake, amigo y colaborador frecuente del escritor británico. Dahl se dirige en este libro a los niños inquietos y traviesos con una serie de advertencias para que puedan crecer sin miedo, para que lleguen a ser adultos sin dejar atrás la curiosidad, las travesuras y el juego característicos de la niñez; describe el tiempo de la infancia con un texto en rima y con situaciones cómicas a las que no suelen estar expuestos los niños que, según el escritor, son “más buenos que el pan”, pero sí quienes se atreven a ser tercos y aventureros: “Pero ¿por qué los adultos se vuelven tan locos cuando solo nos estamos divirtiendo un poco? ¿Es que se han olvidado de lo maravilloso que es hacer un ungüento asqueroso y pegajoso? Añadiendo un poco de esto y una pizca de aquello, para crear… un viscoso moco verde espectacular”. En este libro, que también podría llamarse “guía para llegar a ser adulto sin crecer en el intento”, Dahl crea una secuencia narrativa que, si bien es ideal para niños pequeños que se están iniciando en la lectura, permite a jóvenes y adultos compartir la experiencia de recordar y entender quiénes son esos adultos que se han atrevido a ignorar el “¡Prohibido el paso!”. ¿Por qué no romper algunas reglas en nuestra vida como si aún fuéramos esos niños de No crezcas nunca? Dahl nos recuerda que no está mal ser un niño pequeño y curioso y que podemos crecer sin dejar de ser niños nunca o, como él mismo decía: “¡No crezcas nunca hacia arriba! ¡Siempre hacia abajo!”.
Andrés Berdugo