La inversión social empresarial se ha vuelto crucial para impulsar el desarrollo económico y social. Las empresas reconocen que su éxito a largo plazo depende del bienestar de la sociedad en la que operan. Este cambio de mentalidad ha llevado a un compromiso más profundo y activo. Además de generar empleo y pagar impuestos que respaldan las finanzas del Estado para implementar políticas públicas, las empresas tienen otra herramienta poderosa para promover la equidad y la inclusión: su inversión social.
“Hoy en día, las empresas son reconocidas como verdaderos agentes de cambio. Generan proyectos que realmente requieren las comunidades, caracterizan territorios y consultan a las comunidades, formulando iniciativas para lograr un verdadero impacto”, aseguró Anamaría Martínez, directora de Sostenibilidad en Jaime Arteaga & Asociados y responsable del Observatorio de Inversión Privada (OIP), iniciativa en asocio con el Centro Internacional para la Empresa Privada (CIPE).
Según la Andi, las empresas han priorizado el diálogo directo con la comunidad para comprender sus necesidades reales, asignando un 40 por ciento de sus insumos a este enfoque, en comparación con el 55 por ciento destinado a la información propia, según su Encuesta de Arquitectura Social Estratégica, realizada en 2021 a 479 compañías. El resultado, según la Andi, marca un cambio respecto a años anteriores, donde la planificación se basaba en información interna. Los indicadores sociales, el levantamiento de línea base y los planes de desarrollo también se han considerado como insumos importantes para la ejecución de proyectos sociales.
Catalina María Martínez Guzmán, directora de la Fundación Andi y gerente de Arquitectura Social, advirtió que la inversión social privada es efectiva en la medida en que esté orientada a solucionar problemas sociales o ambientales, y de mayor impacto si está articulada con el negocio y se lleva a cabo bajo criterios técnicos, que busquen desarrollar proyectos pertinentes y sostenibles.
“Esta es una herramienta poderosa en tanto los proyectos sociales que emprenda la empresa, sean coherentes con sus objetivos y estén alineadas con su estrategia de negocio, busquen solucionar retos sociales pertinentes, sean sostenibles y generen un impacto medible”, agregó Martínez Guzmán.
Empresas que invierten en el país
La Fundación Andi identificó tres categorías principales para la implementación de la inversión social: donaciones con objetivos sociales, responsabilidad social empresarial (RSE) para mitigar los impactos negativos del negocio y la creación o fortalecimiento de negocios de alto impacto social positivo. Estas estrategias permiten a las empresas abordar diversas áreas y desafíos sociales, desde contribuciones directas a comunidades hasta la integración de prácticas sostenibles en sus operaciones comerciales.
“Las empresas conocen que no podrán crecer, innovar y expandir sus negocios en un entorno adverso, es por esto que el aporte al desarrollo de la sociedad desde las compañías debe generar valor para el negocio, y responder a las necesidades y expectativas de sus grupos de interés: colaboradores, clientes, proveedores, accionistas y comunidad”, precisó Martínez Gúzman.
La competitividad, según la experta, mejorará mediante el avance de las condiciones económicas y sociales de las comunidades donde se opera. “Cuando esto se logra, hay un retorno de la inversión, se genera un gana-gana para la comunidad y el negocio con impactos ambientales y sociales positivos y se genera innovación en los procesos para aumentar el alcance y escala de impacto”, precisó.
Grandes inversiones
En la encuesta hecha por la Andi, Bancolombia quedó de segunda en la lista de empresas con proyectos sociales de alto impacto. Por ejemplo, la compañía tiene un programa conocido como En-Campo con el que ha impactado con alrededor de $3.530 millones a cerca de 200 negocios de zonas rurales de todo el país desde 2019, abarcando regiones remotas como San Andrés y Providencia, Caquetá, Guainía, Guaviare, Vaupés, Putumayo y Chocó.
Los beneficiarios de En-Campo son organizaciones que enfrentan desafíos mediante modelos de negocio validados en el mercado y en una amplia gama de sectores. A través de una convocatoria anual, las organizaciones acceden a oportunidades como aceleración personalizada, diagnósticos especializados, mentorías y financiación, con el fin de fortalecer sus negocios y maximizar su impacto en las comunidades contribuyendo al progreso del campo colombiano.
“Colombia es el resultado de lo que las personas y las empresas hacemos de ella, y de allí que esté en nuestras manos transformar el presente para forjar un mejor futuro. Si algo es claro es que se trata de asuntos que son responsabilidad de todos. En especial, se requiere la construcción de metas comunes que permitan enfocar esfuerzos hacia un bienestar colectivo”, reflexiona María Fernanda Díaz Trujillo, directora de la Fundación Bancolombia.
Por su parte, el Grupo Nutresa, compañía que lideró el informe de la Andi, destinó este 2023 una inversión social de $157.832 millones en su estrategia social, beneficiando a alrededor de 3.150.000 personas.
“A través de iniciativas eficaces y sostenibles, Grupo Nutresa pone al servicio de la sociedad y de sus aliados todo su conocimiento, prácticas y experiencias, mientras permanece conectado con las grandes transformaciones que propone la humanidad para cuidarnos y cuidar el planeta. Solo así podremos seguir construyendo un mundo mejor donde el desarrollo sea para todos”, afirmó María Adelaida Arango, VP de Sostenibilidad de Grupo Nutresa.
Otro ejemplo proviene de los gremios y es el programa de alfabetización para adultos en obras de Camacol Antioquia, conocido como Obras Escuela, galardonado por la UNESCO en 2019, y el cual se centra en enseñar habilidades básicas de lectura y escritura, así como uso de medidas y cálculos matemáticos, a los trabajadores del sector. El programa, que ha impactado a más de 4.900 trabajadores de más de 400 empresas de la construcción en el Valle de Aburrá y el Urabá en los últimos 16 años, se lleva a cabo durante el horario laboral, permitiendo a los trabajadores asistir sin comprometer su tiempo libre.