La historia del Canal del Dique es extensa. Los primeros indicios de su formación se remontan al siglo XVI, cuando desde Cartagena se quiso buscar una comunicación más directa con el río Magdalena para agilizar el transporte de mercancías.
El canal es una formación artificial que nace a la altura del municipio de Calamar y atraviesa varios territorios y ciénagas en Atlántico, Sucre y Bolívar. “(...) Se trazó por una depresión del terreno formada por lagunas profundas, unidas por caños, lo cual explica la forma de S acostada con una extensión de 129 kilómetros”, se explica en el documento ‘El Canal del Dique y su subregión: una economía basada en la riqueza hídrica’, publicado en el 2006 por el Banco de la República
Tras años de diversas obras de dragado y rectificación, dentro de lo que se incluye la modificación de la desembocadura, las curvas del canal disminuyeron. El impacto de estas intervenciones fue el aumento del caudal del Magdalena sobre la bahía de Cartagena, lo cual generó que a finales de los noventa las autoridades ambientales llamaran la atención sobre el deterioro ambiental de los ecosistemas, cada vez más evidente.
Entre 2010 y 2011 Colombia vivió una ola invernal atípica que se denominó el fenómeno de La Niña, considerado uno de los peores desastres ambientales en la historia del país. A finales del 2010, varios territorios aledaños al Canal del Dique sufrieron las consecuencias del aumento de las lluvias.
El drama que se vivió en Bolívar y Atlántico no sólo fue consecuencia de La Niña, sino resultado de siglos de una mala gestión de los recursos naturales. La causa principal fue el aumento en el nivel del río Magdalena, pero la emergencia dejó en evidencia el impacto ambiental en todo el conjunto de ecosistemas.
En 2006 el informe del Banco de la República ya lo advertía: “Las diversas rectificaciones que se le han realizado al canal, la construcción de diques contra inundaciones y el cierre de bocas de los caños que alimentan las ciénagas, han aumentado los caudales sólidos y líquidos hacia aguas abajo, debido a que se está perdiendo la capacidad natural de regulación del sistema”.
Un proyecto ambicioso
Con la firma del acta de inicio de la megaobra de restauración de ecosistemas degradados del Canal del Dique, adjudicada a Ecosistemas del Dique, una empresa de Sacyr Concesiones Colombia por fin arranca una intervención que se pedía a gritos. Se trata de una iniciativa bastante ambiciosa, pues su carácter es enteramente socioambiental y social, con acciones en diversas dimensiones que impactará positivamente la construcción de escenarios de adaptación al cambio climático.
“Este no es un proyecto en función de la navegabilidad, ese es solo uno de los puntos, y que incluso podría decirse que no tiene mucha relevancia. El gran objetivo es ambiental y social”, explicó Carlos Rosado, vocero de Sacyr.
Con el proyecto, la Agencia Nacional de Infraestructura (ANI) y la Concesionaria Ecosistemas del Dique tienen varios objetivos:
Para alcanzar estos propósitos, se estima que serán necesarias una serie de obras que incluyen la fabricación de compuertas, diques y esclusas que permitirán controlar el nivel del agua en el canal, la salida de sedimentos a las bahías y prevenir inundaciones.
Estas son las 3 etapas contempladas del proyecto.