En el 2016, Jonathan Rodríguez abandonó Venezuela en busca de mejores oportunidades. Graduado como profesional en ingeniería de sistemas, con algo de experiencia en su hoja de vida y con su titulación convalidada, esperaba que al llegar a Colombia la búsqueda de un empleo formal fuese un proceso sencillo. No obstante, contrario a sus expectativas, se encontró con puertas cerradas, discriminación y trabajos mal renumerados. Fue así como, después de 21 entrevistas fallidas para cargos ligados a su profesión, se vio obligado a trabajar lavando baños, vendiendo celulares y muchos otros oficios en los que jamás imaginó tendría que desempeñar para sobrevivir.

Cinco años después, y casi como producto de un golpe del azar, su carrera dio un giro cuando su hoja de vida captó la atención de uno de los reclutadores de Dugotex, una empresa colombiana dedicada a la confección de ropa interior y que, como parte del compromiso de la compañía con los venezolanos, que alguna vez fueron su mercado más fuerte, decidió contratarlo y orientarlo para su regularización.