Con la aprobación del proyecto de ley que busca proteger a los niños, niñas, adolescentes y mujeres víctimas de abuso sexual en Colombia, es importante conocer e identificar algunas de las características más comunes de un agresor sexual y cómo se comporta con sus víctimas. De esta manera, se pueden tomar acciones tempranas dirigidas a proteger y evitar este tipo de actos.
Para Paola Bustos, psicóloga forense de la Fundación Universitaria Konrad Lorenz, un agresor sexual se define como “una persona que comete un acto de violencia sexual contra otro individuo y pueden ser conocido o desconocido, tanto por sus víctimas como por los familiares”.
“Por un lado están los agresores ‘conocidos’: por lo general no son considerados como gente extraña; son gente común y son aquellos a los que las víctimas les dan o han depositado su confianza. Por otro lado, están los agresores ‘desconocidos’, en los cuales se ha observado mayor agresividad y violencia en sus actos delictivos relacionados, por lo que hay un mayor nivel de denuncia en estos casos”, explica Bustos.
Para la psicóloga forense, estas son las principales características de un ofensor sexual:
1. Tiene mayor tendencia para “actuar” (por ejemplo, romper las reglas en la infancia, tomar decisiones impulsivas) en respuesta a eventos adversos de la vida.
2. Tiene distorsiones cognitivas con respecto a sus víctimas y el sexo, con las que justifica su comportamiento delictivo, adjudicándose inclusive el derecho de cometer esos actos por razones puestas en la víctima, sus características e historia personal.
3. Presenta antecedentes de conductas sexuales inadecuadas y comportamientos antisociales.
4. Gusta del contacto directo con sus víctimas, por lo que evita el uso de medios tecnológicos para acceder a ellas.
5. El uso del internet se puede dar más para iniciar fantasías que terminan motivando los contactos abusivos.
Otro de las consideraciones de la experta en psicología forense, tiene que ver con las trayectorias de vida de los delincuentes sexuales. En este sentido se ha encontrado cuatro perfiles de agresor sexual así:
1. Agresores que han experimentado eventos altamente estresantes tempranos de la vida y trastornos de conducta:
a. Parecen haber experimentado más eventos de vida negativos durante la infancia.
b. Relaciones familiares conflictivas en las que la parecer aprenden formas violentas de negociación.
c. Antecedentes de conducta delictiva (sexual y no sexual) a más temprana edad.
d. Encarcelamientos a inicios de la edad adulta.
2. Agresores con problemas de abandono:
a. Ausencia de relaciones familiares (nuclear o familia extensa) y el sentimiento de soledad y rechazo.
b. La conducta sexual transgresora actuaría como un mecanismo de regulación emocional externalizante.
c. Los encarcelamientos tienden a aparecer entre los 30 y 40 años y al poco tiempo de ocurridos los delitos.
3. Agresores con trastornos conductuales y socioafectivos:
a. Dificultad para contenerse que se observan fácilmente en lo afectivo, emocional conductual y relacional.
b. Dificultadas para reconocer emociones, regularlas o controlar impulsos.
c. Dificultades para mantener relaciones estables o crear nuevas.
4. Agresor con hiperadaptación y frialdad conductual:
a. Parecen estar social, emocional y psicológicamente adaptados: tienen una familia y los problemas afectivos y conductuales no son evidentes.
b. Las pérdidas y separaciones ocurren en edades adultas.
c. Los trastornos del comportamiento, como los intentos de suicidio o el abuso de sustancias, así como las dificultades a nivel relacional (por ejemplo, aislamiento social, relación conflictiva con la pareja) se observan durante la última parte de la vida de estos individuos.
d. Se muestran tan adaptados a las separaciones, que se observan fríos afectivamente antes estímulos negativos.
e. Es uno de los perfiles más comunes en las muestras de agresores sexuales.
Bustos, plantea que, a mayor identificación de estas condiciones en los sujetos, aumenta la probabilidad que se presente la conducta abusiva, pero se debe ser cauto a la hora de tomar decisiones fuera del contexto legal o penitenciario, por lo que debe estar acompañado de la presencia de un experto.
En conclusión, la prevención y cuidado son las principales recomendaciones para evitar relacionarse con un agresor sexual.
“Aumentar la protección de los niños, revisar la confiabilidad y la historia del cuidador (tiempo de trato con este, antecedentes personales familiares conflictivos o delictivos del cuidador, consumo de SPA o alcohol, historial sexual); controlar factores contextuales como el manejo del tiempo en la jornada no escolar o mayor vigilancia en los lugares que represente riesgo; y finalmente, aumentar la educación en el autocuidado”, dice Bustos.