Por lo general los asesores políticos les recomiendan a los candidatos presidenciales buscar una bandera con la cual puedan ser identificados ante la opinión. A finales de 1996 Juan Manuel Santos carecía de una bandera que lo representara diferente a su cercanía con el periódico El Tiempo. Escasamente un 40 por ciento delos colombianos lo reconocía y en los focus groups con frecuencia era confundido con su hermano Enrique o con su tío Hernando, el director del periódico. Pero 1997 fue el año en que para Santos todo esto cambió. El cuarto de hora de Santos comenzó cuando el gobierno de Ernesto Samper denunció lo que los medios de comunicación bautizaron con el nombre de 'El complot', que no fue otra cosa que un intento del candidato Santos de negociar por su cuenta un acuerdo de paz impracticable con la guerrilla y los paramilitares. Cuando el gobierno se enteró de sus contactos con los actores del conflicto, y de la participación de varias figuras nacionales como Gabriel García Márquez y Belisario Betancur en la iniciativa de paz, hizo público el hecho, tachándolo de conspiración. Independientemente de qué tan buenas o malas fueran las intenciones del precandidato liberal, la verdad es que el despliegue de medios que desató este episodio jugó en favor de Santos, aumentando su reconocimiento por parte del electorado y pisándole el tapete de la paz a Horacio Serpa, para quien el tema es una de sus principales banderas. En todo esto no deja de haber una gran paradoja. Juan Manuel Santos, como candidato, había hecho todo bien durante dos años, sin que esto tuviera el menor efecto entre el electorado. Y por el contrario, su propuesta de paz, que es la que lo ha sacado del anonimato, podría ser considerada en términos teóricos el único error como candidato: aunque el tema era acertado, incluir la cabeza del Presidente en el paquete era absurdo e impracticable. Si a Ernesto Samper no lo tumbaron Estados Unidos ni las confesiones de Fernando Botero y Santiago Medina, ni la acusación del fiscal Valdivieso, mal lo iba a tumbar una solicitud de Juan Manuel Santos para complacer a 'Tirofijo' y al 'cura Pérez'. Cualquier candidato con menos suerte o temple hubiera podido enterrar su aspiración en este episodio. Pero Santos, con un manejo audaz frente a la opinión pública, no solo enderezó la propuesta sino que acabó arrinconando a Horacio Serpa en el cuadrilátero del propio Partido Liberal por cuenta del impulso que le dio la propuesta de paz.Conclusión, Santos es un gran ganador en 1997.