Fue una entrevista muy curiosa. Nada convencional. Sobre todo teniendo en cuenta lo que uno suele imaginar que debe ser la entrevista a un Premio Nobel. Claro que hay premios Nobel de premios Nobel. Adolfo Pérez Esquivel, en todo caso, no es un Nobel convencional, un personaje inflado y distante, sino un individuo humilde, de maneras suaves que esconden una firmeza inquebrantable. Mientras el corresponsal de SEMANA lo seguía por todo México mientras lo escuchaba en la universidad, o en la Conferencia Nacional en Solidaridad con Nicaragua y los Pueblos de América Central; mientras lo espiaba almorzando con don Sergio Méndez Arceo, el obispo contestatario de Cuernavaca; mientras lo acompañaba al aeropuerto de México y lo observaba arrodillado en el suelo acomodando un poncho de regalo (dentro de una valija magra de ropas y repleta de papeles) el periodista imaginaba otras escenas.Véía a Pérez Esquivel secuestrado en el Buenos Aires atroz de 1977, recibiendo en prisión el premio Juan XXIII, o el Nobel de la Paz cuando ya había alcanzado esa libertad vigilada que tenían sus compatriotas en 1980. Lo veía en San Antonio (Texas), reunido con representantes de organismos ecuménicos y de derechos humanos de los Estados Unidos, para defender la no intervención en Nicaragua y El Salvador. Lo imaginaba en un helicóptero, sobrevolando la tórrida frontera entre el sandinismo acosado y Honduras ocupada. Lo recordaba visitando campos de refugiados guatemaltecos y salvadorenos, o peleando por los derechos de los campesinos ecuatorianos.Por fin logramos hablar en una ajetreada sala de espera del aeropuerto. Cuarenta y cinco minutos antes de que el jumbo de Aerolíneas Argentinas lo devolviera a su conflictuada Buenos Aires.SEMANA: ¿Qué siente Pérez Esquivel frente a esta América Latina indigente, desangrada y amenazada? ¿No se siente a veces predicando en el desierto? PEREZ ESQUIVEL: Buscaría una imagen adecuada: somos como bomberos improvisados, sin camión, sin cascos, sin manguera, que tratamos de apagar el incendio en una torre de veinte pisos. Con baldes de agua.S.: ¿Leyó el diario hoy? ¿Piensa que es inminente una invasión a Nicaragua o El Salvador? P. E.: No quiero ser profeta... Pero me temo que estamos al borde de la "vietnamización " de América Central. La administración Reagan lleva a cabo una política guerrerista. No busca una solución negociada. Quiere imponer una solución militar. Los EE. UU. dicen apoyar a Contadora pero es falso, en realidad la están torpedeando. La prueba máxima son las maniobras en territorio hondureño.S.: Acaba de llegar de EE. UU.: ¿qué dicen las iglesias, qué dicen los ciudadanos comunes? P. E.: Están terriblemente desinformados. No obstante, nuesíra reunión fue un éxito y tengo esperanzas de que se fortalezca y profundice la solidaridad de algunos sectores de la sociedad norteamericana con los pueblos latinoamericanos.S.: ¿Cuál es su evaluación de Contadora? P. E.: Puede seguir siendo un aporte siempre que reciba el respaldo activo de los paises latinoamericanos y de otras naciones interesadas en alcanzar la paz.S.: La gira de Miguel De la Madrid apuntaría precisamente... P. E.: Exacto. Tiende a respaldar a Contadora. A definir que los problemas de América Latina deben resolverlos los latinoamericanos. Pero creo que aún faltan algunas cuestiones que Contadora debería considerar...S.: ¿Por ejemplo? P. E.: Contadora no contempla aún los casos de El Salvador y Guatemala.S.: El canciller argentino Dante Caputo dijo que Argentina apoyará al Crupo desde afuera. ¿Cómo debería ser, a su juicio, ese apoyo? P. E.: Ante todo con una política coherente. Sabemos que Argentina le ha vendido armas a Honduras. Es preciso ser coherentes en la defensa de la no intervención y la autodeterminación de los pueblos.S.: Sin embargo, ¿no ha habido un cambio positivo en la política exterior argentina con respecto a los regímenes militares? P. E.: Sí, aunque subsisten vacilaciones y contradicciones. Como insistir en que los conflictos derivan del enfrentamiento Este-Oeste, cuando nacen indudablemente de la explotación, la miseria, la injusticia. Nos preocupa esta concepción que, por otra parte, es contradictoria con la que sustenta el Presidente Alfonsín.S.: La gravedad de las circunstancias que describe obliga a preguntarse lo mismo que se pregunta el común de los mortales. ¿Para qué sirven los organismos internacionales? ¿Para qué sirve la OEA, por ejemplo? P. E.: El manipuleo de Estados Unidos ha conducido a la OEA a una total inoperancia. De no haber sido así la OEA hubiera debido hacer lo que está haciendo Contadora. Si la OEA sirviera no existiría Contadora.S.: ¿ Y la ONU? P. E.: Necesita una reestructuración. Con el actual poder de veto de las superpotencias es una mera plataforma donde se exhibe la correlación de fuerzas, pero no es un organismo equitativo y eficaz.S.: Poco después de haber entrado en funciones, el Presidente Alfonsín le invitó a integrar la Comisión Nacional de Investigación sobre desaparición de Personas (que preside el escritor Ernesto Sábato) y rehusó.¿puede saberse por qué? P. E.: Los organismos defensores de los derechos humanos habíamos exigido que se creara una Comisión Bicameral Investigadora, ya que pensamos que corresponde a los representantes del pueblo enjuiciar políticamente el genocidio perpetrado en Argentina y pasar las acciones correspondientes a la justicia civil. Pero no se hizo nada de esto. El gobierno radical prefirió desencajar lo ético de lo político al crear una Comisión de Notables--sin poder político efectivo- para ver el problema de los desaparecidos. Y decidió, además, pasar las actuaciones a la justicia militar. Con lo cual los militares serán juez y parte. Por eso decidí no integrar esa Comisión. Además, porque tampoco estoy de acuerdo con la clasificación de responsabilidades que hizo el gobierno. Esa que determina que hay una responsabilidad de los ideólogos (de los que dieron las órdenes), otra de aquéllos que cumplieron y la de quienes cumplieron cometiendo excesos. ¡Es una gran falsedad! Todo fue un exceso. Primero porque la famosa obediencia debida no fue una obediencia en libertad, fue una obediencia ciega a un sistema que mató, secuestró, violó, torturó y destruyó. Esta clasificación es falsa y sumamente peligrosa. ¿Dónde quedan los principios morales? ¿Cómo se plantean? Es un juego muy peligroso de Alfonsin. S.: Ante esta situación, ¿qué piensa hacer el Servicio de Paz y Justicia que preside, qué harán las Madres de Plaza de Mayo y otros organismos defensores de los derechos humanos? P.E.: Seguiremos luchando. Con prudencia y mesura. Concientes de que algo se ha avanzado. Tratando de demostrarle al gobierno que defendemos la democracia, que el hecho de criticar no significa automáticamente querer "desestabilizar". (Palabra que está bastante de moda). La democracia no es un atributo exclusivo del Partido Radical (oficialista) sino de todo el pueblo. La democracia debe ser participación. No es "desestabilizar" afirmar que la Comisión Presidencial emitirá un informe y algunos pensarán que con esto basta, que así se cierra "este capítulo doloroso" de la vida argentina. No es "desestabilizar" afirmar que el aparato represivo no ha sido desmontado. Las organizaciones populares seguirán movilizadas, porque aquí hubo un verdadero genocidio. Y es preciso castigar a sus responsables. Y no como ocurre ahora que señores como el teniente Astiz, culpable del secuestro y la muerte de Dagmar Hagelin y las monjas francesas, queden en libertad porque sus pares "no encuentran mérito" procesarlos. Porque acá, debe quedar claro, no se trató de la "locura" de cuatro o cinco Generales sino de un proyecto regresivo, antipopular que sólo podía aplicarse mediante una represión brutal. Mediante el genocidio. - Miguel Bonasso, corresponsal de SEMANA en México. -