El año pasado, Facebook y Google obtuvieron ingresos por 806.400 millones de pesos en Colombia gracias a su exitoso negocio de publicidad digital. Ambas concentran el 80 por ciento de la inversión publicitaria en el país, de 1,08 billones de pesos, según cifras del reporte de inversión en publicidad digital de IAB. Por esa suma, obtenida de negocios con anunciantes nacionales, Facebook y Google no pagaron en nuestro país alrededor de 266.112 millones de pesos, considerando un impuesto de renta del 33 por ciento. Es preciso advertir claramente que no hubo violación alguna a la ley, porque ninguna norma obliga a las empresas que operan desde el exterior a tributar sus rentas en el país. Estas compañías tienen todo en regla: sede en Bogotá, registro en Cámara de Comercio y un número de identificación tributaria. Además, pagan impuestos (renta, retefuente, ICA, etcétera). Pero no por aquella suma astronómica de facturación, sino por los costos invertidos en mantener la operación de la oficina colombiana: normalmente una nómina de no más de 60 empleados, arriendos y algunos negocios menores. Y no es un problema de Colombia, sino de la mayoría de los países en los que las grandes tecnológicas hacen negocios sin tributar localmente.
De tal magnitud es el problema que la Ocde y la Unión Europea decidieron buscar una solución. Y estaban a punto de conseguirla hasta que el 17 de junio Estados Unidos se retiró de las negociaciones sobre impuestos a las grandes tecnológicas, un espinoso tema que lleva varios años en discusión y sobre el que hay numerosas consideraciones. El secretario del Tesoro, Steven Mnuchin, dijo a los ministros de finanzas de Reino Unido, Francia y España que siente seriamente amenazados los intereses de las empresas norteamericanas más importantes y que prefiere enfocarse por ahora en la covid-19 y su impacto económico. Fue difícil lograr el año pasado que Estados Unidos aceptara negociar y lo será más lograr que regrese a la mesa. Las big tech se benefician de varias figuras jurídicas para obtener utilidades enormes en cada país en donde prestan sus servicios, pero tributan solo en donde tienen residencia fiscal, generalmente naciones que ofrecen condiciones favorables. Las tecnologías digitales les permiten hacerlo sin que estén obligados a pagar impuestos locales por esos beneficios, y hay un debate técnico acerca de este problema, porque existen dos enfoques, ambos aceptados.
En uno, los impuestos de renta deben pagarse en donde se hacen las ventas. Y en el otro, en donde operan los servicios. El ejemplo típico es el de un usuario de Netflix que paga la suscripción mensual, con IVA incluido, a una empresa que ni siquiera tiene oficinas en el país. Desde julio del año pasado, Netflix recauda el IVA y lo reporta y entrega a la Dian. Pero no declara renta en Colombia. Google y Facebook tienen oficinas en el país, pequeñas y dedicadas a tareas de mercadeo. Recaudan IVA y lo entregan al Estado, pero sus declaraciones de renta no incluyen las jugosas ganancias que obtienen por la inversión publicitaria de anunciantes colombianos, porque realizan esas inversiones en las plataformas en línea, localizadas fuera de nuestro país. Muchos Gobiernos, especialmente europeos, creen que es hora de crear marcos regulatorios que permitan a las naciones cobrarles impuestos y beneficiarse más equitativamente del auge de la economía digital. Para las gigantes tecnológicas eso supondría tributar dos veces por la misma renta: en Estados Unidos por los ingresos totales, y en cada país por una porción correspondiente. En realidad, tampoco tributan todo en Estados Unidos, su país de origen.
En efecto, las tecnológicas hacen relojería tributaria y financiera para maximizar sus beneficios. Establecen sedes en países con menores tasas impositivas, como Irlanda. Allí la mayoría de ellas tienen su sede europea, debido a que en esa nación pagan impuestos de 12,5 por ciento, inferiores al promedio de 25 por ciento vigente en el resto del Viejo Continente. Completan la operación con las maniobras conocidas como doble irlandés y sándwich holandés, que consisten en mover dinero entre Irlanda, Holanda y Bermudas, en donde el impuesto a las ganancias es cero, para no tributar en Estados Unidos. Lo hizo Google en 2017, cuando llevó 22.700 millones de dólares del negocio en España, como reveló la agencia Reuters. En diciembre pasado, Google anunció que no utilizará más la doble irlandesa ni el sándwich holandés, y que ahora el 80 por ciento de sus ingresos pagan impuestos en Estados Unidos. El Gobierno de Donald Trump redujo en 2018 la tasa del 35 al 21 por ciento a las empresas que decidan repatriar sus capitales.
El 65 por ciento de los ingresos anuales de Apple están radicados en Irlanda en lugar de Estados Unidos, en donde funciona realmente la casa matriz. Eso le ha permitido ahorrar 16.000 millones de euros, según el informe Irish Money Funnel, que una firma de analistas británicos dio a conocer la semana pasada. Microsoft ha evitado pagar 5.000 millones de dólares con esta misma estrategia. La mitad de los 50.000 millones de euros que obtuvo Facebook en 2018 fueron reportados y tributados en Irlanda, y diez de las empresas más grandes del mundo se ahorraron miles de millones de euros en impuestos gracias a las bondades fiscales irlandesas. Las plataformas de transporte en Colombia probablemente hacen ventas al año por 1,2 billones de pesos (al considerar que realizan entre todas unos 330.000 viajes diarios, con un valor promedio de 10.000 pesos cada uno). Dado que la mayoría de estas empresas están radicadas en el exterior, una gran parte de esa suma no paga impuestos a las utilidades en nuestro país, solamente el IVA que recaudan. La reforma tributaria de 2016 estableció que las compañías que prestan servicios digitales desde el exterior deben recaudar el impuesto de valor agregado, y lo están haciendo según confirma la Dian. Uber pagó en impuestos a Colombia, incluyendo el recaudo de IVA, 40 millones de dólares entre octubre de 2013 y diciembre de 2019, según informó Óscar Cadena, gerente de políticas públicas de la compañía. Pero en realidad los consumidores pagan el IVA, no la empresa, y ese recaudo dista mucho del que llegaría de un impuesto a las utilidades. En la actualidad, se encuentran inscritas en el Registro Único Tributario 56 compañías que prestan servicios desde el exterior, que el año pasado recaudaron 252.535 millones de pesos por concepto de IVA y lo entregaron a la Dian. En 2020, el recaudo va en 109.803 millones de pesos.
En Latinoamérica solo México, Uruguay y Perú han establecido algún tipo de impuesto de renta, bajo diferentes modelos. El caso más claro es el mexicano, donde el impuesto consiste en una tasa del 3 por ciento sobre los ingresos brutos. Y solo tres países –Colombia, Argentina y Uruguay– aplican IVA a las ventas de las tecnológicas. En su informe ‘Panorama fiscal de América Latina y el Caribe, edición 2019’, la Cepal estima que entre Uber, Netflix, Spotify y Apple tendrían que tributar 381,2 millones de dólares anuales a Colombia si se aplicara una tasa del 3 por ciento sobre los servicios de estas compañías. Francia dio ese paso el año anterior, cuando impuso un tributo directo que desató la ira de Trump. La Ocde logró en enero que Estados Unidos aceptara negociar un impuesto internacional que beneficiaría a los 137 países miembro con al menos 100.000 millones de dólares anuales si se hace efectiva la llamada “tasa Google”, el pretendido impuesto de entre el 1 y el 3 por ciento sobre la facturación en cada país, que España y Gran Bretaña han amenazado con imponer unilateralmente. Colombia se beneficiaría del acuerdo que logre la Ocde, pero las negociaciones están rotas y no es posible saber si tendrán un final feliz.