SEMANA:¿Sirve de algo dedicar un festival de poesía a la paz?FERNANDO RENDÓN: Fundamos el festival hace 24 años, en plena guerra contra el narcotráfico. Y hasta hoy hacemos lo que siempre han hecho los poetas: oponerle la belleza, la dignidad, la verdad y la acción de la poesía a esa pesadilla que ha sido nuestra realidad.SEMANA: ¿Cómo construye paz un poeta?F. R.: Un solo poeta no puede hacerlo, pero sí muchos de ellos. A este festival han venido 1.200 poetas de 165 países. Y esto, sumado a nuestros años de existencia, es algo que se hace sentir.SEMANA: Un imperdible de la edición de este año…F. R.: Un poeta de Sierra Leona llamado Oumar Farouk Sesay, cuya obra habla del papel de los poetas en el posconflicto en su país, de cómo la poesía cura heridas y de cómo le pone nombre a aquello que la sociología y los políticos no son capaces de nombrar.SEMANA: Ustedes usan la poesía como una herramienta política. ¿Han tenido problemas?F. R.: Siempre. Hubo un momento, por ejemplo, en que el gobierno de Uribe tachó de terroristas a quienes luchábamos por la paz. Eso fue injusto, pues la aspiración más antigua de la poesía es la paz, la utopía, el sueño de un mundo armonioso con justicia social.SEMANA: ¿Cómo ve el proceso de paz?F. R.: Estoy contento porque es sólido. Pero me preocupa que parece una negociación entre el gobierno y la guerrilla, cuando la paz debería ser del pueblo.SEMANA: La situación de Medellín hoy es mejor que la que había cuando el festival arrancó. ¿Qué está pasando con la ciudad?F. R.: Acá no habrá tranquilidad mientras existan luchas entre bandas de paramilitares por el control del microtráfico en los barrios. Lo que tienen que hacer la Policía para limpiar su prestigio y la administración de Medellín es desmontar esos grupos.SEMANA: ¿Y qué deben hacer los poetas?F. R.: Nuestro festival no es un proyecto para que los poetas reciten versos mientras toman aguardiente en un palacio de gobierno o en las casas donde los viejos citaban a Porfirio. Es, más bien, un hecho social y político. Vamos con poetas de distintas partes del mundo a los barrios donde viven las víctimas de la violencia, como La Honda o Altos de la Torre, y allí ellos declaman. Nuestro público es muy interesante porque lo compone gente poderosa y gente que no tiene nada.