Uno de los indicadores sociales en los que Colombia ha mostrado más avances es el de la inclusión financiera, el cual mide la cantidad de personas que tienen al menos un producto con la banca (generalmente una cuenta de ahorro) y que al cierre de 2022 cubría al 92 % de la población adulta. Esto implica, sin embargo, que aún dos millones de colombianos mayores de 18 años no tienen la posibilidad de hacer pagos digitales o de recibir muchos de los subsidios del Gobierno porque no tienen ni un solo producto financiero.
Si bien se destaca el creciente número de personas atendidas por bancos, cooperativas o Fintech, algunos expertos consideran que la verdadera inclusión debería darse con el acceso a crédito, pues allí las cifras no son tan favorables. Se estima que hasta diciembre del año pasado solo 36,2 % de los adultos colombianos tenía al menos un préstamo con el sistema financiero, es decir, que 23 millones deben buscar financiación por canales informales, con familiares, amigos o el temido gota a gota. Igualmente, otro indicador financiero que muestra una baja penetración es el del ahorro e inversión.
El informe de inclusión financiera de la superintendencia del ramo muestra que, al cierre de 2022, el saldo promedio en las cuentas de ahorro del país era de 3,7 millones de pesos, un monto que podría ser invertido en diferentes alternativas, pero que mayoritariamente cuando no se guarda debajo del colchón, se opta por los certificados de depósito a término (CDT), que son el instrumento de ahorro e inversión más popular en el país.
La alta inflación que recientemente ha experimentado Colombia ha beneficiado a los CDT, que no siempre han sido la opción más rentable. Allí aparecen alternativas en el mercado de valores como las acciones, las monedas o los papeles de renta fija. No obstante, pocas personas llegan a ellos por desconocimiento o porque creen que se exigen altas sumas de dinero para poder invertir.
Para el colombiano de a pie
Desde hace dos décadas el país está desarrollando los llamados Fondos de Inversión Colectiva (FIC), que buscan acercar el mercado de valores a las personas de a pie y con bajos montos de inversión (desde 50.000 pesos). Los FIC son ofrecidos por comisionistas de bolsa y fiduciarias y en el país hay unos 147 que manejan 120 billones de pesos en inversiones.
Las opciones de los FIC son amplias y se puede elegir entre invertir, por ejemplo, solo en acciones colombianas, del exterior, de un emisor o de varios emisores de un mismo sector económico, mezclado con renta fija o solo con papeles de deuda, etc. Cada inversionista debe elegir la opción que más se adecúe a su perfil de riesgo.
“Los FIC son uno de los vehículos ideales para llegar a más gente, pues se pueden distribuir de forma digital y son fáciles de entender. El problema es que hay muchas opciones y eso hace que a veces sea complejo para el inversionista elegir en cuál le conviene poner su dinero”, explica Luis Felipe Aparicio, gerente comercial y líder en Transformación Digital en Acciones & Valores, firma comisionista que decidió trabajar con sus competidores para ofrecer un FIC, que a su vez invierte en los más rentables que operan actualmente en el país.
Su producto se conoce como un fondo de fondos, que es uno de los vehículos de inversión más comercializados hoy en el mundo. Por ejemplo, JP Morgan tiene un fondo de fondos de finca raíz, que es muy exitoso e invierte en los fondos inmobiliarios de sus competidores.
“Este fondo de fondos, que denominamos Accicuenta, lo comercializamos con nuestra fuerza de ventas tradicional, pero le estamos apostando mucho al tema digital, lo cual nos ha permitido llegar a más personas que han accedido por primera vez al mercado y que no están en las capitales del país, sino en ciudades intermedias como Pitalito o Facatativá”, señala Aparicio, quien dice que también están distribuyendo a través de la plataforma Trii, la cual permite la compra y venta de acciones y ahora también de FIC.
Los actores del mercado de valores buscan recuperar los clientes, personas naturales que alcanzaron a ser 1 millón en 2011, pero que hoy son menos de 500.000.