Como consecuencia de las diferentes variables que afectan los insumos para la elaboración del pan en el país, Bogotá es una de las ciudades donde el precio de este alimento se ha incrementado prudentemente en los últimos meses, llegando a costar entre 400 y 600 pesos en las panaderías de la ciudad.
No obstante, en el sur de la capital del país aún hay un sitio que se destaca por mantener el costo del pan por debajo, incluso, de los 200 pesos. Además de ser considerada con el bolsillo de los habitantes del sector, esta panadería hace una labor social de alto impacto en donde regalan este producto.
De acuerdo con los dueños del establecimiento, Óscar Manrique y su esposa Miriam, establecen que en su localidad, San Cristóbal, hay mucha necesidad en los habitantes y que la economía no está para vender el pan a precios como 400 o 500 pesos, por lo que ellos dejan un rango pequeño de utilidad.
Asimismo, esta pareja destaca que otros propietarios de otras panaderías de diferentes localidades llegan a este establecimiento del barrio Altamira, con el fin de comprar el producto para distribuirlo en sus propias tiendas, ya que venden el pan en bolsa cerrada.
Por otra parte, cada domingo esta pareja cumple con una labor social ayudando a niños, madres de familia y adultos mayores, pues este día regalan entre 70 y 80 desayunos a estas personas.
Ojo: precio del pan en Colombia se dispara por el alto costo de los fletes
Aunque el trigo es un componente fundamental para la economía y para la alimentación en Colombia, este sector depende de su importación, debido a que no es un cereal que se pueda cultivar en Colombia. La industria molinera importa el 99,4 % del trigo.
Por esta razón, el sector se ha visto impactado por diferentes desafíos logísticos mundiales como el aumento en el costo de los fletes, la congestión portuaria, el aumento en el precio del combustible y las nuevas regulaciones para reducir emisiones de gases de efecto invernadero que están empezando a aplicarse a los barcos que transitan por los mares del mundo.
Estas temáticas fueron algunas de las que se analizaron durante el ‘Seminario de logística y fletes’, organizado por el U.S. Wheat Associates, la organización de desarrollo del mercado de exportación de trigo de Estados Unidos.
“Entender los desafíos a los que se enfrenta el sector, especialmente en temas logísticos, es clave para poder ayudar a reducir la inflación y así beneficiar a los consumidores”, así lo indicó Pilar Ortiz, directora ejecutiva de la Cámara Fedemol de la Andi, durante el evento.
“En Colombia, el trigo es fundamental para la seguridad alimentaria y nutricional. Por ejemplo, un producto básico de la alimentación de los colombianos es el pan y la pasta, y su principal ingrediente es la harina de trigo. Además de que es un alimento nutricional, es asequible. Nadie se imagina lo que hay detrás de la elaboración del pan y de la pasta, es una cadena de suministro con muchos desafíos porque depende de las dinámicas internacionales”, dijo Ortiz, y agregó que se debe tener conciencia sobre la producción de estos alimentos, que empieza con la siembra del trigo por un agricultor en Estados Unidos o en Canadá y termina en la industria de los molineros en Colombia, que lo transforman en harina de trigo.
Según la Cámara de la Federación de Molineros de Trigo de Colombia (Fedemol) de la Asociación Nacional de Empresarios de Colombia (Andi), que representa ante las autoridades y los estamentos sociales nacionales e internacionales los intereses de las empresas colombianas que producen harina de trigo y alimentos derivados (pan, pastas y galletas), los molineros en el país producen alrededor de 1,36 millones de toneladas de harina de trigo fortificada, lo que contribuye de manera directa a la seguridad alimentaria y nutricional de los colombianos.
Por otro lado, Miguel Galdós, director regional de U.S. Wheat Association, mencionó que Colombia continúa siendo uno de los principales mercados de importación de trigo de Estados Unidos, por lo que es clave poner mayor atención a las relaciones de los comerciantes y compradores, no solo de este país, sino con Ecuador, Perú o Chile, para evaluar las alternativas de cargos combinados y así lograr eficiencias logísticas que tengan un impacto positivo en los consumidores.