En el rincón dorado de la historia monetaria colombiana yace un billete que no solo representó un hito en la conmemoración del quinto centenario del descubrimiento de América, sino que también se convirtió en un objeto codiciado por coleccionistas y en un símbolo de un audaz robo que cambió su destino.

Corría el año 1992, un año de relevancia histórica y reflexión para Colombia y gran parte del mundo. Los 500 años del descubrimiento de América estaban en la mente de muchos, y el Banco de la República decidió marcar la ocasión con la emisión del primer billete de 10.000 pesos colombianos. Este billete no solo llevaría un valor monetario, sino también un valor simbólico que trascendería décadas.

Considerado uno de los billetes más hermosos de Colombia. Fue impreso por el Banco de México y emitido por el Banco de la República | Foto: Tomada de twitter @colombia_hist

Entre los artistas que participaron en el concurso para el diseño de este billete, uno de ellos logró cautivar las miradas y los corazones con una propuesta que fusionaba arte, historia y diversidad. La pintora bogotana Liliana Ponce de Leon fue la autora de esta obra maestra visual. Su diseño no solo celebraba el encuentro de dos mundos, sino que también rendía homenaje a la vasta riqueza cultural y geográfica de Colombia.

La pieza central del billete era el retrato de una mujer indígena emberá, un tributo a la herencia ancestral que había perdurado a lo largo de los siglos. Junto a esta figura, los barcos que llevaron a Cristóbal Colón a tierras americanas y una escultura representativa del trabajo orfebre Quimbaya se unían en una danza de elementos que recordaban los eventos que habían marcado el inicio de una nueva era.

En plataformas de comercio electrónico como Mercado Libre, este pedazo de historia se ofrece a precios que oscilan entre 300.000 y 930.000 pesos, dependiendo de su estado de conservación y de su valor histórico percibido. | Foto: Tomada de twitter @colombia_hist

Al voltear el billete, una explosión de color y vida desplegaba una escena vibrante. Aves emblemáticas de Colombia, desde el majestuoso cóndor de los Andes hasta la exuberante guacamaya bandera, parecían cobrar vida en un cuadro que celebraba la biodiversidad aviar del país. En el centro, el mapa del mundo elaborado por Martin Waldseemüller, quien fue el primero en nombrar al recién descubierto continente como “América” como lo indica el portal de la Radio Nacional de Colombia.

Sin embargo, la historia de este billete tomaría un giro inesperado. En octubre de 1994, un grupo de audaces ladrones sacudió la tranquilidad de Valledupar al protagonizar el que sería conocido como el “robo del siglo”. Más de 24.000 millones de pesos desaparecieron del Banco de la República de la ciudad, y con ellos, también desapareció el billete conmemorativo de 10.000 pesos. Para evitar que los criminales se beneficiaran, la entidad decidió declarar sin valor los billetes robados.

Este episodio marcó el fin de la circulación de este tesoro artístico, pero no su desaparición completa. Los billetes, conocidos popularmente como “billetes vallenatos”, pasaron a ser objetos de colección y piezas de historia monetaria. En 1995, el Banco de la República presentó una nueva familia de billetes, protagonizados por figuras emblemáticas de la historia colombiana, relegando al olvido momentáneo el billete con la imagen de la mujer indígena emberá.

En plataformas de comercio electrónico como Mercado Libre, este pedazo de historia se ofrece a precios que oscilan entre 300.000 y 930.000 pesos | Foto: SEMANA

Hoy en día, el billete de 10.000 pesos se encuentra en un limbo valioso. En plataformas de comercio electrónico como Mercado Libre, este pedazo de historia se ofrece a precios que oscilan entre 300.000 y 930.000 pesos, dependiendo de su estado de conservación y de su valor histórico percibido. Estos números reflejan no solo el valor intrínseco de la pieza, sino también el deseo de los coleccionistas de poseer una parte tangible del pasado de Colombia.

El primer billete de 10.000 pesos colombianos conmemora una ocasión histórica y un viaje cultural a través de su diseño. Desde la mirada de una mujer emberá hasta la majestuosidad de las aves que habitan el territorio colombiano, esta obra de arte monetaria encapsula siglos de historia en un pedazo de papel. Su descontinuación forzada debido al robo que conmocionó a Valledupar le otorgó un estatus legendario, convirtiéndolo en un objeto deseado tanto por su significado como por su rareza.