La paralización en Ucrania, las cuotas introducidas en Rusia y los temores de los consumidores han puesto por las nubes los precios de los aceites comestibles, como el de girasol o de colza, en un mercado global donde los cereales también cotizan al alza.
Ucrania, que aseguraba un 50% del comercio mundial de aceite de girasol, ya no puede exportar debido a la guerra. Según Kiev, sus puertos están bloqueados y los caminos y los trenes permiten llevar al oeste menos de medio millón de toneladas de mercancías al mes, en su mayoría cereales, lo que equivale a diez veces menos que antes del conflicto.
Rusia que exporta un 28 % del aceite de girasol del mundo acaba de introducir una cuota para regular las exportaciones, tras hacer aumentado a principios de abril un 20 % los impuestos a las ventas al exterior.
La amenaza de que haya escasez y los precios altos del petróleo impulsaron las cotizaciones de todas las oleaginosas que sirven para producir aceite (colza, girasol, cacahuate, soja y palma) y que además son utilizadas como alimento para el ganado y como carburantes vegetales.
Como resultado, el aceite de soja subió un 16,5 % desde principios de abril en el mercado estadounidense, y la canola (colza modificada de Canadá) rozó el lunes su máximo histórico y desde el viernes se ubica por encima de los 1.000 euros por tonelada para las entregas en mayo para los mercados europeos.
En las góndolas de los supermercados, en varios países, el aceite de girasol escasea y los consumidores se apuran a llevarse las botellas que quedan en los estantes, pese a que si precio se acerca al del aceite de oliva. En Madrid, algunos supermercados establecieron límites de cinco litros por cliente.
En marzo, los precios de los alimentos llegaron al nivel “más alto jamás registrado”, impulsados por los aceites vegetales que subieron un 23,2 %, según el informe de abril de la Organización de la ONU para la Alimentación y la Agricultura (FAO).
Muchos países se alistan para enfrentar el déficit
Damien Vercambre, corredor de la firma Inter-Courtage, indicó que “la demanda sigue y a crisis perdura”, una combinación que “va a mantener los precios muy altos”.
Y es que la guerra estalló en un contexto de tensión en el mercado de los aceites, después de que un año difícil en 2021 y ante la expectativa de una mala cosecha de soja en Sudamérica.
En Francia, los agricultores se preparan para sembrar más colza este año y está previsto que la superficie de cultivo aumente un 18 % con respecto 2021 a 1,2 millones de hectáreas, mientras que las plantaciones de maíz van a aumentar un 3,9 %, según los datos del ministerio de Agricutura.
En Estados Unidos, John Sandbakken, director ejecutivo de la asociación nacional de productores de semillas de girasol, los agricultores quieren aumentar la superficie cultivada. Una situación que se repite en Canadá.
Según el experto habrá un aumento del 20 al 25 % de las superficies cultivadas, al tiempo que resaltó que “estoy en este negocio desde hace 26 años y esto nunca vi algo parecido”, afirmó.
Precios por las nubes
En el rubro de los cereales, el trigo y el maíz están en niveles muy altos en los mercados, cercanos a los máximos que alcanzaron en marzo.
La situación se vio agravada por el “shock de la oferta” generado por la guerra en Ucrania, a lo que se suma una sequía en América Latina y en las planicies de trigo en Estados Unidos.
En la plataforma Euronext, este miércoles 20 de abril, el trigo se vendía a 400 euros la tonelada para entrega en mayo y para para el maíz el precios alcanzaba los 331 euros para los despachos en junio. La colza trepó a los 1.040 euros por tonelada para la cotización para mayo.
Por AFP.