Durante los últimos años ha surgido la tendencia de consumir productos alternativos, ya sea por salubridad o por razones ambientalistas, el grado de consumidores que buscan maneras de reemplazar la carne y los lácteos es cada vez mayor.

Esto a su vez traería ciertos beneficios globales, por ejemplo, poder aumentar la cuota de proteínas alternativas del 2 % actual hasta un 8 % para el año 2030, permitiría reducir las emisiones en lo equivalente a descarbonizar un 95 % de la industria de la aviación.

Sin embargo, esta situación posee ciertas complicaciones, debido a que es necesario atraer consumidores convencionales que en ocasiones no están plenamente abiertos a estos cambios.

Gracias a los intolerantes a la lactosa han logrado encontrar un público importante interesado por estos productos, siendo una cantidad de población importante como lo mostró la Universidad Javeriana a través de una investigación donde sus autores establecen que: “En el mundo cerca del 70 % de la población es intolerante a la lactosa, mientras que en Colombia aproximadamente el 60 % de las personas sufren de esta enfermedad.”

Algunos de los productos reemplazados suelen ser lácteos, incluyendo quesos y yogures, y carnes como hamburguesas o salchichas, las cuales han logrado ser suplantados en algunos casos con productos generados a base de plantas o fermentación, como lo puede ser la carne de espinaca, o la leche de almendras.

Leche de almendras. | Foto: Getty Images / nipastock

Durante el año 2022 las ventas crecieron en un 9 %, sin embargo, esto demuestra una desaceleración importante, debido a que durante los años de pandemia se presentó un boom clave en la compra de estos productos, que registraron un aumento de 25 %.

En algunas poblaciones, los lácteos han atraído mayores consumidores nuevos, a diferencia de la carne, a la cual algunos no están dispuestos a renunciar, por ejemplo, en el caso de Estados Unidos, durante el año 2022 crecieron un 12 % frente a un 10 % de los lácteos convencionales. Sin embargo, las carnes alternativas y su compra han disminuido hasta en una proporción de 0,4 %, mientras que la carne tradicional sigue ascendiendo en su consumo.

En ciertos casos, este descenso se ha debido al fuerte aumento de precio que han recibido estos productos, acompañados de la inflación y el alto costo de vida, siendo estos productos de por sí ya bastante más caros frente a los convencionales.

Para ejemplificar esta diferenciación de una manera más clara, en un supermercado de cadena, el litro de leche puede rondar entre los 4.000 y 7.000 pesos colombianos, dependiendo de la marca; mientras que, por otro lado, un litro de leche de almendras, reconocido sustituto para los lácteos se posiciona entre los 8.000 y 14.000 pesos.

Por otro lado, en este mismo supermercado, 500 gramos de carne en filete pueden rondar entre 11.000 y 15.000 pesos, dependiendo del tipo de carne, mientras que, en contraste, embutidos a base de soja que funcionan como reemplazo, solo 300 gramos pueden rondar entre los 16.000 pesos y los 20.000 pesos.

Los intolerantes a la lactosa suelen buscar estas alternativas alimenticias. | Foto: Getty Images

Por lo que las personas prefieren optar por las opciones convencionales, dado esto, Sandro Marzo, Managing Director & Partner de Boston Consulting Group (BCG), brindó algunas recomendaciones para esta industria: “Es importante ver que las proteínas alternativas, incluyendo la categoría de lácteos, son una parte fundamental para combatir el cambio climático, permitiendo que se disminuyan las emisiones de carbono. Por otro lado, será clave que aquellas empresas tengan en cuenta las necesidades de sus potenciales clientes para poder darle un producto que sea acorde a ellos. Esto hará que la demanda sea creciente y que dichos productos se vuelvan esenciales para los consumidores”.

El alto costo de estos alimentos ha ayudado a esta desaceleración. | Foto: Getty Images

Finalmente, Marzo puntualizó que esta tarea también debería ser de importancia para el sector empresarial en general: “Las empresas deben aprovechar cuatro pasos para impulsar el crecimiento general: comprender las necesidades de los consumidores, innovar para mejorar sabor, textura y precios de los productos, ampliar el diálogo más allá de la sostenibilidad y probar cuáles son los gustos de los consumidores”.