La inflación en el mundo parece que no se detendrá en el corto plazo y conforme pasan los días pareciera que los esfuerzos de las autoridades económicas no están sirviendo y que los tiempos de recesión económica son inevitables para algunos países como los Estados Unidos, que ya completa dos trimestres seguidos con una contracción en su crecimiento.
Para el caso de Colombia, basta con mencionar que ayer viernes, 5 de agosto, el Departamento Administrativo Nacional de Estadísticas (Dane) reveló que la inflación del mes pasado se ubicó como la más alta de los últimos 23 años tras llegar a un 10,21 % y regresar a las épocas de los dos dígitos en este indicador.
Los alimentos siguen siendo el grupo de bienes y servicios que más presiona los precios, no solo con las compras que hacen los hogares en los supermercados, sino en el gasto que realizan en los restaurantes, donde el corrientazo tuvo un fuerte aporte.
En los doce meses seguidos la inflación de la comida fue de 24,61 %, en parte, por la situación que tiene Colombia, de importar muchos productos, lo que se da la mano con una tasa de cambio al alza. No en vano, gran parte de la presión en el costo de alimentos la puso el grupo de procesados.
Los restaurantes y hoteles tuvieron una inflación de 15,20 % en el dato anual; mientras que muebles y artículos para el hogar mostraron una variación en los precios de 13,58 %. El transporte subió en 9,12 %, según los datos presentados por el Dane.
Lo anterior genera un incremento en los precios que afecta el poder adquisitivo y por ende el gasto en los hogares, quienes tienen que distribuir o balancear su ingreso comprando menos cantidades o productos más económicos.
¿Puede haber una guerra de precios?
Ante este panorama, del que nadie se salva por ahora, tanto consumidores como productores y comerciantes se preguntan qué hacer para que el dinero alcance, puesto que las ideas parecen acabarse y sortear esta situación es cada vez más difícil; dejando a todos ante un panorama en el que no queda de otra más que apretarse el bolsillo.
Como resultado del comportamiento inflacionario informado por el Dane, principalmente en los productos de la canasta familiar, analistas han anunciado que podría avecinarse una guerra de precios para el segundo semestre de 2022.
Hay que tener presente que existen factores internos y externos que han generado una aumento desmedido en los precios de los productos, entre ellos la tasa de cambio que afecta productos importados que hacen parte de la canasta básica, así como otros productos que para su producción o elaboración requieren de materia prima o insumos importados.
Ahora bien, de acuerdo con expertos como Elsa María González Gil, doctora en Administración, experta en Marketing y directora de Cluster Research; las marcas podrían llegar a disminuir el precio o acudir a tácticas de promociones con el fin de no perder su participación en el gasto del hogar.
“La actualidad que se vive en el mercado colombiano puede generar un aumento en la agresividad de los mercados perdiendo competitividad, sobre todo en categorías donde la oferta de productos es muy amplia y el nivel de diferenciación es muy bajo, lo que podría repercutir en un deterioro del valor de las categorías”, explicó.
Esta experta enfatizó en que de ahora en adelante lo importante es que los propietarios se enfoquen en la creación de estrategias que impriman valor agregado a sus productos o de lo contrario serán arrastrados por la marea de precios bajos que sin duda, según ella, impactará los mercados en todo el mundo.
“Se puede empezar por multiplicar la oferta, es decir, ofrecer opciones de diferentes precios para hacer más difícil la comparación entre los mismos, para ello es recomendable identificar qué características del producto o servicio son relevantes para los clientes y juegue con ellas para crear diferentes opciones. En caso de que sea posible, permita la personalización del producto o del servicio según las necesidades de cada cliente”, agregó Elsa González.
Para esta mujer experta en administración, lo más importante en el corto plazo, es que las empresas y comerciantes se tomen el tiempo de conocer a sus clientes, detallar qué es lo que les gusta, cuáles son sus necesidades y hábitos de consumo y sobre todo, tener claro el mercado en el cual se quieren mover; ya que de esta forma optimizan esfuerzos y están mejor preparados para cualquier tipo de crisis.