Muchas personas tienen entre sus metas comprar vivienda. Siempre será un buen momento invertir en una casa propia, incluso en momentos de una inflación alta porque es el único activo que no tiende a desvalorizarse, razón por la que a largo plazo se considera un activo refugio o que genere renta contra la inflación y resguarda el patrimonio.
Hay que tener en cuenta, de acuerdo con Fedelonjas, que cerca de 17 millones de colombianos viven en arriendo, es decir, más del 30 % de la población del país.
Se estima que, en promedio, una persona en estratos 2 y 3 puede gastar en un arriendo, en Bogotá, alrededor de $1.450.000 por mes, en Medellín $1.300.000 y en Barranquilla $1.200.000.
Felipe Echavarría, gerente comercial y de operaciones de Home Capital, aseveró que “aunque los costos varían, según especificaciones del inmueble, es demasiado el dinero que se va en los arriendos, el cual podría valorizarse en una vivienda propia con un crecimiento patrimonial y, lo mejor, es que se logra apalancándose del dinero que los bancos financian”.
Agregó que “así cambiamos la mentalidad de malgastar por la cultura de ahorro e inversión. Creo que desde la academia y la niñez deberíamos hablar de educación financiera”.
Altos costos
Según el experto, es de suponerse que los altos costos de los inmuebles pueden ser la razón por la que los colombianos no invierten en vivienda, pero curiosamente el rango de precios de propiedades que más se vende va desde $80 millones hasta $150, que corresponde a la vivienda VIS de estratos 2 y 3, inversión asequible para comenzar a consolidar patrimonio.
Dicho rango de precios incluye viviendas en un barrio medio-bajo en Bogotá, Medellín, Cali y Barranquilla. En las ciudades más pequeñas, el rango de precios puede oscilar entre los $60 hasta los $100 millones de pesos.
Agregó que “quienes trabajamos en esta industria debemos procurar campañas de conciencia de inversión, de ahorro. Es claro que, en su mayoría, quienes optan por arriendo y no por compra, lo hacen porque no les alcanza, no porque no quieren, pero es nuestra responsabilidad crear alternativas para cada necesidad y trabajar por ese acceso a la vivienda, con propuestas por debajo del precio comercial y, sobre todo, con opciones de financiación incluidas”.
Algunos retos
Según Echeverría, son dos los retos que imposibilitan a las personas para comprar su casa propia. Por un lado la cultura del ahorro, pues para comprar vivienda una persona tiene que contar con un porcentaje de recursos propios que, por lo general, debe ser mínimo de un 20 a un 30 %, pero en ocasiones es difícil que una familia consolide el hábito de ahorrar dicha cantidad de recursos para acceder a la compra.
Por otra parte, está el acceso al crédito, pues si una familia logra tener el porcentaje de recursos propios, pero no tiene un buen historial crediticio, no será sujeto de crédito y no podrá comprar.
En tal sentido, uno de los factores determinantes que implica la compra de vivienda es el acceso a crédito hipotecario, y estas son las salidas: la cultura de ahorro, que vuelve y juega, a propósito; y la inclusión financiera, pues se debe asegurar el acceso y uso responsable del crédito bancarizado y formal de las familias colombianas.
Es una realidad que algunas personas pueden sentir que se les cierran las puertas para adquirir experiencia crediticia, factor indispensable para acceder a créditos de vivienda. Lo anterior, a su vez, abre las puertas a la informalidad y las familias tienen que pagar tasas inmensamente superiores a las de usura, como sucede con los “gota a gota” o “paga diario”.
Agregó que si se compara el hecho de pagar arriendo contra pagar una cuota de un crédito, el 100 % del valor del arriendo es un gasto, y la familia no construye patrimonio. Lo contrario sucede con el pago de una cuota que, aunque puede ser superior mes a mes que el pago de un arriendo, parte de esa cuota va pagando gradualmente el capital del crédito, y al cierre de los 20 años que puede durar este, la familia no solo será dueña del 100 % del precio que pagó por dicha vivienda 20 años atrás, sino también del 100 % de su valorización durante los 20 años.
Según Echeverría, “si llevamos esto a un ejemplo práctico en dinero, con un supuesto de valorización constante y conservador del 5 % anual, una vivienda que se compra el 1 de enero del 2023 en 100 millones de pesos podría venderse por encima de los 250 millones de pesos en 20 años”.
Finalizó diciendo que “como resultado podría concluirse que la familia que pagó arriendo durante ese tiempo, al final tendría un patrimonio de cero costo, mientras que la familia que decidió comprar vivienda, en esos mismos 20 años, tendría cero deudas y un patrimonio de 250 millones de pesos. Este es un ejemplo sencillo que transmite lo que nos enseñaron los abuelos: tener casa no es riqueza, pero no tenerla sí es pobreza”.