¿Cuándo crees que se inventó el fax? No sería raro que pensaras que fue en los años 80 o en los 90, cuando experimentó un boom momentáneo, convirtiéndose en aparato indispensable. Pero no. Ese fax que ha comenzado a acumular polvo en millones de oficinas en el mundo entero tiene raíces que se remontan 150 años atrás, específicamente a 1842. Esos son más de 30 años antes de que Alexander Graham Bell dijera "señor Watson, venga, lo necesito", a través del primer teléfono. A pesar de su larga historia, el fax es una tecnología que nunca alcanzó los niveles del humilde aparato de teléfono, pero tampoco nunca desapareció por completo. Nuestra relación con esas máquinas hoy en día podría describirse como de indiferencia, pero son más importantes de lo que parecen. La historia comienza con Alexander Bain, un escocés a quien se atribuye la invención de los primeros faxes experimentales y el registro de las patentes. Bain comenzó a jugar con ideas y diseños en 1842, pero ninguna de sus máquinas resultó particularmente exitosa. Estas funcionaban escaneando línea por línea un mensaje escrito con tinta especial en una superficie metálica. Registraban la impresión eléctrica del original, mientras que un circuito telegráfico se usaba para transmitir la información a distancia. En el otro extremo, papel sensible a impulsos eléctricos recibía las líneas una por una. Caos legal Cada paso en el proceso representaba un enorme desafío. Además de ser técnicamente difícil, Bain trabajó en una época de competencia feroz y abundancia de emprendedores. Jonathan Coppersmith, de la Universidad A&M de Texas y autor de un nuevo libro sobre la historia del fax titulado "Auge y caída del aparato de fax" (Fax: The Rise and Fall of the Fax Machine) apunta a que Bain se vio envuelto en varias disputas legales con individuos como Frederick Bakewell, a quien acusó de robarle sus ideas. "Como muchos inventores, estaba muy orgulloso de lo que había creado, así que se ponía muy temperamental y demandaba con facilidad", dice Coppersmith. Pasaron varias décadas en las que hubo más experimentos, sin que el fax terminara de despegar. Sin embargo, eso no desalentó a los inventores, incluido el italiano Giovanni Caselli, quien en 1860 impresionó al emperador francés Napoleón III con una demostración de la tecnología en París. Como dice Coopersmith, el entusiasmo de la época permitió que la gente se imaginara el potencial de esta tecnología naciente, con su capacidad de enviar imágenes y palabras a través de vastas distancias en un instante. "Las personas que construían estas cosas no estaban preocupadas por la posibilidad de que terminaran siendo limitadas, o un fracaso. Pensaban: ‘¡lo voy a hacer funcionar!’", explica. "La experiencia similar más reciente que se me ocurre es el estallido de las dot.com o de las apps, que comenzaron desde abajo, con una inversión muy pequeña". Avance japonés Para comienzos del siglo XX, las máquinas de fax eran muy apreciadas por organizaciones como los periódicos, que las usaban para transmitir fotografías de publicación urgente. El ejército también disfrutaba de los beneficios de poder enviar mapas y gráficos desde una aeronave a gran velocidad. Sin embargo, seguía habiendo problemas. Por ejemplo, con frecuencia los periódicos tenían que retransmitir sus fotos para lograr una buena imagen, debido al alto nivel de interferencia en las primeras líneas de fax. Sólo después, cuando los japoneses popularizaron verdaderamente la tecnología en los años 70 y 80, el fax se convirtió en la herramienta de negocios de la era yuppie. Para finales del siglo XX el fax se había vuelto prácticamente ubicuo. Su tecnología era parte fundamental de la floreciente era de la información. Era llamativo y confiable. Pero enviar un fax también era un poco irritante. Debido a que los aparatos tenían su propio número de teléfono, a veces marcaban por error números que no eran de fax, emitiendo unos ruidos de tono ininteligibles y molestos. Todavía hoy hay historias de personas acosadas por llamadas de fax. Pero, quizás con mayor fuerza que nada, fue la www la que marcó el comienzo de los problemas para el fax, justo cuando la tecnología alcanzaba su cima. Para muchos, la web lo reemplazó rápidamente. No obstante, es sorprendente que los aparatos de fax hayan seguido existiendo por tanto tiempo. Y las razones que lo explican son increíblemente complejas. Zona libre de spam En Japón, por ejemplo, donde realmente comenzó la edad de oro del fax, la posibilidad de enviar notas escritas a mano usando el alfabeto tradicional es atractivo para algunos negocios que se apoyan en la formalidad de la tradición lingüística. En otros lugares el fax ha seguido permitiendo transmisiones especializadas, como el envío de documentos legales con firma a través de un protocolo o un servicio de fax encriptado, que garantiza con un alto nivel de certeza que el mensaje no sea manipulado. Otra ventaja del fax sobre el correo electrónico sigue siendo el simple hecho de que el remitente recibe confirmación cuando su documento ha sido recibido. Los aparatos de fax no tienen carpetas de correo basura, o spam. Con todo, no hay razones para creer que esto será suficiente para garantizar la supervivencia del fax a largo plazo. Hay abundantes alternativas basadas en internet y el fax ha sido sujeto a muy poco desarrollo desde su apogeo. Legado La pasión de Bain, Caselli y otros perdió fuerza hace rato. Pero no debemos sólo recordar al fax cono una curiosidad antigua, superada por nueva tecnología y nunca tan impecable como sus simpatizantes aseguraban podía llegar a ser. El fax introdujo al mundo a un concepto muy contemporáneo: la comunicación instantánea y sofisticada. Y eso es lo que define nuestra era moderna de la web. "En realidad, el fax profundizó la digitalización, haciendo que la gente se acostumbrara a la idea de obtener información e imágenes a distancia: la idea de la comunicación instantánea", dice Coopersmith. Ocultas tras la historia del fax están las sombras distintivas de la web que usamos hoy. Coopersmith recuerda una conversación que tuvo con Tony Borg, un vendedor de faxes de Canon. En los 80 Borg decía que podía convencer a pequeños negocios de comprarle un fax en cuanto los empleados se daban cuenta de que podían usarlo para organizar sindicatos de apuestas de fútbol. "Entonces decían: ‘¡Oh!, esto es lo que puedo hacer con él, es excelente’", cuenta Coopersmith. La próxima vez que juegues furtivamente Candy Crush en el trabajo o mires tu página de Facebook, considérate un descendiente de los tipos que en los 80, atrapados en el aburrimiento de la vida de oficina, ganaron en grande con sus sindicatos de fútbol. Todo gracias a la máquina de fax de 150 años.