Cada vez la plata alcanza para menos, o por lo menos eso se percibe al momento de comprar algo. Ya sea ropa, comida, un carro o una casa, todo ha subido de precio como efecto de un término que ha tomado fuerza en los últimos meses: la inflación.
De acuerdo con los expertos, el confinamiento en China (que al parecer empieza a flexibilizarse), la crisis por la guerra en Ucrania y la volatilidad de los precios del petróleo han sido algunos de los factores que han influido en que todo se encarezca. Esto ha afectado la producción entre las empresas y el consumo de la gente.
Recientemente, la FED (el banco central de los Estados Unidos) subió sus tasas medio punto porcentual. El anuncio probablemente haya parecido difuso y lejano para una parte del público en general. Sin embargo, esta decisión de la Reserva Federal tiene consecuencias para todos los sectores de la economía mundial.
Ahora bien, este no es el único sistema de reserva del mundo en haber tomado una medida de este tipo. Los bancos centrales de Reino Unido, Canadá o Polonia, por citar algunos ejemplos, cambiaron de política monetaria para luchar contra una inflación en alza.
Por el momento, el Banco Central Europeo (BCE) ha retrasado esta decisión, a pesar de que ya comenzó a retirarle su apoyo a la economía. Este giro marca el fin de la era del dinero gratis o casi gratis, tras años de tasas de interés muy bajas que les permitieron a los Estados, las empresas y los hogares endeudarse a bajo costo.
Para el caso de Colombia, la Junta Directiva del Banco de la República anunció el pasado viernes 29 de abril que, una vez realizada la reunión mensual para definir el futuro de las tasas de interés para mayo, se tomó la decisión de aumentar en 100 puntos las tasas de interés en el país.
De esta manera, este ítem quedó en el 6 %, lo que representa una diferencia de un punto porcentual con respecto a lo anunciado para marzo marzo, cuando el Banco de la República decidió dejarlas en el 5 %.
¿Qué son las tasas de interés?
Las tasas o tipos de interés son los principales instrumentos de los bancos centrales. Son tasas aplicadas a los depósitos o créditos de los bancos comerciales.
“De forma indirecta, hacen bajar o subir las tasas que los bancos van a facturarles a sus clientes”, explica Éric Dor, director de estudios económicos de IESEG School of Management.
Tienen influencia también en las tasas del mercado de bonos: los de los Estados, que impactan en las tasas de interés de las empresas, se dispararon. Por ejemplo, la tasa del bono del tesoro estadounidense a diez años se duplicó en cinco meses y es del 3 % actualmente. El de Francia pasó de 0 a 1,5 % en el mismo periodo.
A pesar de que el BCE aún no dio el paso de un aumento, “las tasas a largo plazo suben en Europa porque los mercados ya anticipan” que lo hará, continúa Dor.
Aumentar las tasas: ¿para qué?
“Los bancos centrales aumentan sus tasas cuando quieren luchar contra una inflación excesiva debido a una demanda muy elevada”, afirma este experto.
Actualmente, las empresas aumentan sus precios para compensar las dificultades de abastecimiento y el aumento de algunas materias primas. De su lado, los hogares que ahorraron durante la pandemia de la covid-19 pueden permitirse gastar más.
Esto es lo que provoca una espiral de alza de los precios.
Es difícil prever en cuánto tiempo el aumento de las tasas de interés tendrá un efecto sobre el consumo, pero el poder adquisitivo de los hogares “ya se redujo con la inflación y el alza de las tasas de los créditos al consumo va a frenar sus gastos”, anticipa Maximilien Monot, gerente de la cartera de la empresa de gestión de fondos Monocle AM.
La situación también va a cambiar para los créditos inmobiliarios. Las tasas ya comenzaron a aumentar en Estados Unidos, empujadas por una fuerte demanda de los particulares y por las dificultades de los constructores para terminar sus proyectos a raíz de los problemas mundiales de abastecimiento.
Las inversiones son las más afectadas
Si endeudarse ya no es gratis, las empresas deberán ahora pensar dos veces antes de hacerlo. En un primer tiempo, el impacto en las cuentas se hará sentir en el momento de refinanciar deudas contraídas a tasa cero.
Para los nuevos préstamos, la empresa deberá presentar un proyecto con un nivel de rentabilidad superior para garantizar su capacidad de pago. Los bancos e inversores serán más exigentes antes de brindar su apoyo financiero.
De manera mecánica, “las inversiones y la innovación se van a ver frenadas por la capacidad de endeudamiento”, advierte Maximilien Monot. Sin embargo, no hay demasiada preocupación en el corto plazo, ya que esos efectos se harán sentir en las empresas dentro de un año.
Miedo por una posible recesión
Entre una caída del consumo —que hará bajar las ventas de las empresas—, inversiones reducidas, una inflación aún muy elevada y préstamos menos accesibles para los Estados y las empresas, Éric Dor piensa que “el riesgo de recesión es fuerte”.
Es el final del “cueste lo que cueste” de los Estados, ya que ahora ayudar a las empresas costará mucho más, es un freno adicional y podría provocar la quiebra de las “compañías zombis” que vivían de la perfusión desde hace años.
Los mercados financieros muestran ya señales de temores de una ola de cesación de pagos de empresas.
*Con información de AFP.