La semana pasada fue noticia en todo el país la noticia de que varios bancos decidieron bajar sus tasas de interés para dar un alivio al bolsillo de los colombianos e incentivar el consumo en estos tiempos en los que la inflación y la política monetaria impartida por el Banco de la República tiene contra las cuerdas a los hogares y la gente tiene que hacer cada vez más piruetas para poder llegar a fin de mes. Si bien esta noticia fue celebrada por algunos sectores, otros advierten que golpeará el costo de vida.
Así las cosas, entidades como Davivienda, Bancolombia, Banco de Bogotá, Banco de Occidente, Banco Falabella y hasta las tarjetas de créditos del Éxito, por mencionar algunos, presentaron sus ofertas con las nuevas tasas que van desde el 20 % al 25 %, dependiendo de los casos y clientes con los que cuentan actualmente. Muchos de estos bancos también anunciaron programas de compra de cartera para que las personas escojan cuáles les favorece más a la hora de ponerse al día con sus deudas.
En medio de todo esto surgió una pregunta que ha hecho parte del debate en diversos sectores académicos y económicos, quienes se han cuestionado ¿por qué esperar hasta ahora para bajar sus tasas si pusieron haberlo hecho antes? Cabe resaltar que si bien hay un techo actualmente para este ítem, regulado por la tasa de usura, la libertad de mercado les permite a estas entidades financieras cobrar por debajo.
De acuerdo con la Superfinanciera, la tasa de usura de referencia actualmente es del 46,26 % efectivo anual, lo que representa un aumento de 99 puntos básicos (0,99 %) con respecto al período anterior (febrero). Esto quiere decir que si una persona presta a un banco o hace compras con tarjeta de crédito por un millón de pesos, podrá pagar hasta 460 mil pesos de intereses cada año, aunque ya este máximo depende de lo que aplique cada banco.
Una teoría interesante
Por medio de sus redes sociales, el economista y profesor de economía de la Universidad de los Andes, Marc Hofstetter, planteó una discusión interesante sobre lo que actualmente está pasando con los bancos y las tasas de interés en Colombia, en el cual advierte que debería ser necesario darle un poco más de libertad al mercado para que sea este el que se regule por sí solo y evite poner techos que terminarán afectando a los consumidores.
En una seguidilla de trinos, Hofstetter inició recordando que “la atención mediática ha estado puesta en la baja de las tasas de interés de las tarjetas de crédito de los bancos que se puso en marcha ayer. Bancolombia bajó sus tasas de 46 % anual a 25 % para algunas tarjetas. Hoy otros bancos siguieron el ejemplo”.
“Creo que el foco más interesante no es el que ilumina la baja sino uno que nos ayude a entender las razones por las que estaban tan altas especialmente ante el hecho demostrado ayer de que podían bajarlas de un tajo 20 o 25 puntos porcentuales. La tasa anterior no se explica por tasas altas de captación de los recursos. Las cuentas de ahorro pagan tasas simbólicas, las cuentas corrientes no suelen remunerar los depósitos y los CDT a un año están rentando cerca de 15 %—un par de puntos por encima de la inflación”, agregó en otros mensajes.
Para este experto, “aun comparado con la tasa de los CDT—una de sus fuentes de captación más costosas—los bancos estaban cobrando tasas de interés 30 puntos porcentuales por encima” y al cuestionarse sobre el “¿Por qué?”, lanza una hipótesis en la que sostiene que “Colombia tiene una tasa de usura—una medida que le pone un techo a las tasas de interés que pueden cobrar los bancos. Esa tasa en febrero era de 45 %. Los bancos se habían pegado de la tasa de usura para definir su tasa de interés de las tarjetas”.
“¿Qué habría pasado si no hubiera tasa de usura? Sospecho que no habrían llegado a 45%, que no se habrían pegado todos por inercia y como murciélagos de la línea máxima, que no habrían podido escudarse en manada en la respetabilidad que ese máximo legal le da a la tasa cobrada”, indicó este economista.
Por último, agrega que es “bienvenida la reducción”, aunque le recuerda a los consumidores que deben tener mucho cuidado con las tasas de interés y cierra diciendo que “deberíamos usar el episodio para entender si la bienintencionada regulación de ponerle techo a las tasas reduce la competencia y genera tasas más altas para todos. Si así fuera, deberíamos quitarla”.