En el proceso de búsqueda de empleo, una de las preguntas más temidas por los candidatos es la referente a la aspiración salarial. Es un tema delicado que requiere una respuesta cuidadosa y estratégica para evitar situaciones incómodas o comprometedoras.
Esto puede ser una pregunta decisiva, pues si sus pretensiones son muy altas, automáticamente sería descartado, además, sirve como pulso para determinar sus conocimientos en el campo laboral, y como se comporta frente a sus pares. Si bien es cierto que usted debe tener una idea clara, y mantener sus convicciones, es importante que considere algunos factores.
Antes de acudir a una entrevista de trabajo, es fundamental investigar y comprender el mercado laboral en relación con la posición que estamos solicitando. Analizar el rango salarial típico para ese puesto en la industria, y en la ubicación geográfica específica, le dará una base sólida para fundamentar las expectativas salariales. Recursos como sitios web especializados, informes salariales y redes profesionales pueden proporcionar datos valiosos para respaldar la respuesta.
Cuando se nos pregunta acerca de nuestras aspiraciones salariales, algunos expertos sugieren que es más importante resaltar en primer lugar el valor como profesionales y experiencia, en vez de mencionar una cifra específica de inmediato.
Puede enfocarse en las habilidades y logros que lo hacen destacar por encima de otros candidatos y cómo esa experiencia puede aportar valor a la empresa. Al hacerlo, se demuestra que se prioriza el crecimiento profesional y en lo que se puede aportar, más que en un número específico.
En general, es recomendable no ser el primero en mencionar una cifra salarial durante una entrevista. Algunas estrategias de negocios dicen que el primero en proponer una oferta termina perdiendo. Si se apresura en hacerlo, se puede correr el riesgo de poner un número demasiado bajo y comprometer las expectativas salariales propias.
Varios expertos aconsejan que es mejor dejar que el reclutador, o el empleador, mencionen primero un rango salarial, y a partir de eso ajustar el presupuesto, en razón de lo presentado.
Cuando llegue el momento de abordar la cuestión salarial, es prudente ofrecer un rango en lugar de un número específico. Para los reclutadores, eso muestra flexibilidad y abre la puerta a la negociación. El rango debe estar basado en la investigación previa sobre el mercado laboral, y debe reflejar las expectativas propias, considerando tanto los requisitos financieros personales, como el valor que se aportará al cargo que se postula.
Es fundamental mostrar una actitud abierta a la negociación salarial durante la entrevista. Se puede resaltar que está dispuesto a considerar una oferta que sea justa y competitiva, por lo que se invita al diálogo y concertación, con un resultado que puede dejar satisfechas a ambas partes. Al hacerlo, parecer inflexibles o exigentes.
A toda costa debe evitar decir: no sé, lo que ustedes quieran, a convenir. Esto puede ser muy contraproducente para el proceso de entrevista, primero porque demuestra debilidad, segundo evidenciaría desconocimiento, tercero y no menos importante, muestra que su labor o sus aportes no sean muy bien valoradas.
Hay muchas interpretaciones, cada proceso de reclutamiento tiene intenciones y objetivos diferentes, pero en general, buscan a un profesional integral, que tenga capacidad de resolver problemas, sepa controlarse a pesar de vivir momentos estresantes, y sobre todo, que su presencia realmente le aporte a la compañía.
No obstante, no deje de lado sus pretensiones, tenga presente que es una negociación y el solicitante también tiene el derecho a declinar las ofertas, en caso de que no le convengan, o no sean lo que esperaba, incluso si no le aporta realmente a su carrera profesional.