En la primera sesión de 2023 se “hundieron” los activos brasileños, cuando los operadores dirigieron los planes del presidente de Brasil Lula da Silva de utilizar las empresas estatales para impulsar el crecimiento económico.
Por ejemplo, Petrobras cayó hasta un 6,9 % en Sao Paulo, Ibovespa, que cayó un 3,1 %, el prestamista Banco do Brasil SA cayó hasta un 4,8 %. En el caso de las tasas de intercambio saltaron a lo largo de la curva y el real lideró las pérdidas entre las principales monedas, un 1,2 % menos debido a que las vacaciones en los EE. UU. y el Reino Unido redujeron la liquidez en los mercados globales, así fue reportado por el portal Bloomberg.
Sin embargo, el 1 de enero de este año, Lula prometió reconstruir Brasil “al regresar al poder” al intentar reconciliar a sus compatriotas. Lo hace exactamente 20 años después de acceder al poder por primera vez, Luiz Inácio Lula da Silva, de 77 años, fue proclamado presidente junto a su vice, Geraldo Alckmin, al pronunciar su “compromiso constitucional” en el Congreso de Brasilia.
La ceremonia se inició con un minuto de silencio en recuerdo del exastro brasileño Pelé y de Benedicto XVI, ambos fallecidos esta semana a los 82 y 95 años, respectivamente. Vestido con traje y corbata azul, Lula prometió en su primer discurso “reconstruir” el país sobre las “ruinas” del legado del ultraderechista Bolsonaro.
“Vaciaron los recursos de salud, desmontaron la educación, la cultura, la ciencia y la tecnología, destruyeron la protección del medio ambiente”, dijo Lula, que también reafirmó su compromiso de reducir a cero la deforestación en la Amazonía.
“No hace falta derribar ningún árbol más”, dijo el mandatario, asegurando que esto no impedirá apoyar al poderoso sector agrícola de Brasil. Contrariamente a la tradición, su predecesor estuvo ausente. Bolsonaro viajó el viernes a Estados Unidos, dos días antes de finalizar su periodo de gobierno.
Al izquierdista lo arroparon una veintena de jefes de Estado, el mayor número para una toma de posesión en Brasil. Entre estos, figuran los mandatarios de Argentina, Chile, Colombia, Ecuador, Paraguay, Honduras y Uruguay, además del rey de España, Felipe VI.
Washington envió a la secretaria de Interior, Deb Haaland, la primera indígena en integrar un gabinete en Estados Unidos, mientras que por parte de China asistió el vicepresidente Wang Qishan.
Lula se dirigió a la mitad del electorado que no votó por él en el balotaje del 30 de octubre (50,9 % de los votos ante 49,1 % para Bolsonaro), un resultado que dio cuenta de una nación partida en dos.
“No existen dos Brasiles. Somos un único país, un único pueblo”, dijo Lula. “Voy a gobernar para los 215 millones de brasileños (...) mirando hacia nuestro futuro luminoso y no por el retrovisor de un pasado de división e intolerancia”, aseguró.
“Fue un discurso maravilloso, de reconciliación”, dijo Suellen Campos Leopoldo, una mujer de 33 años que viajó desde Santa Catarina (sur) junto a su esposo para asistir a la toma de posesión.
Desafíos inmediatos:
Lula tendrá desafíos inmediatos mayores a los que enfrentó en sus otras dos presidencias, que dejó con una popularidad del 87 %. Unos 30 millones de brasileños pasan hambre y la economía a difícilmente logra recuperarse tras el golpe de la pandemia.
“En los primeros 100 días deberá demostrar qué rumbo tomará el gobierno. La victoria electoral fue apretada y enfrentará un país dividido con una oposición aguerrida. Necesita liderar un gobierno de pacificación y unión nacional”, explicó Leandro Consentino, politólogo del instituto Insper de Sao Paulo.
El exsindicalista deberá conquistar “credibilidad” sobre el manejo de las cuentas públicas ante una situación fiscal delicada, pese a que sus promesas de campaña requieren un aumento del gasto para financiar programas sociales, según Consentino.
*Con información de la agencia AFP