Restablecer la relación entre las ciudades y la naturaleza es clave para preservar el planeta. De acuerdo con el Instituto de Investigación de Recursos Biológicos Alexander von Humboldt, tan solo en Colombia 20 de las principales ciudades se abastecen por los servicios ecosistémicos de los páramos y el 70 por ciento del agua para consumo humano proviene de estos ecosistemas. Según el instituto, habitar las ciudades como las conocemos hoy no sería posible sin los aportes de la biodiversidad.
Para Natalia Castaño, directora del ‘Centro de Estudios Urbanos y Ambientales Urbam Eafit’, pese a que las ciudades son focos de desarrollo, concentran problemáticas asociadas a una mayor concentración de la población, puesto que “casi el 76 por ciento de los colombianos viven en zonas urbanas”. Por ello, según Castaño, la planeación urbana y el ordenamiento territorial son fundamentales en la protección de los ecosistemas.
La experta señaló que “muchas veces se ha visto la dicotomía entre naturaleza y ciudad”, por lo que es necesaria una construcción más híbrida de ambos conceptos. “La ciudad es en sí misma un ecosistema. Hay que proteger las rondas hídricas y los corredores ecológicos estratégicos que van más allá de los límites político administrativos”, agregó.
Juan Felipe Guhl Samudio, coordinador de dinámicas socioambientales y culturales del Instituto Amazónico de Investigaciones Científicas (Sinchi), aseguró que los retos que enfrentan las ciudades en materia de sostenibilidad están concentrados en la implementación de estrategias y políticas. En la región amazónica, que corresponde al 42 por ciento del territorio continental colombiano, explicó que se enfrentan “a la falta de recursos pues construir una planta de tratamiento de aguas residuales o contar con un sistema de recolección de basuras eficiente es muy costoso”.
Guhl sostuvo que la ciudadanía tiene un importante papel en la transformación de los territorios, pues “si los ciudadanos se forman y aumentan su conciencia ambiental y son responsables al cambiar sus modos de consumo y de vida hacia prácticas que reduzcan su huella, es posible dejar una herencia natural sana para la supervivencia de las generaciones futuras”.
La crisis climática
Una mala planificación en las ciudades, según Castaño, es otro desafío que agudiza fenómenos climáticos como El Niño. La experta afirmó que “es muy importante seguir generando información científica y monitoreando todos los procesos y cambios climáticos en el territorio”. Un caso de éxito, destacó, es el sistema de alerta temprana del Valle de Aburrá, Antioquia, que brinda información dinámica para la toma de decisiones sobre los fenómenos que afectan la región.
Manizales es otra de las ciudades que gracias a sus sistemas de gestión de riesgo y monitoreo avanza en términos de sostenibilidad. La ciudad que incluso fue catalogada por National Geographic como una de las más sostenibles del mundo, cuenta con diferentes estrategias, que según su alcalde, Jorge Eduardo Rojas, responden “a un amplio conocimiento y aprendizaje de adaptación a las condiciones territoriales”.
“Nuestra ubicación y características nos implica convivir con el volcán, la sismicidad, lluvias e incendios. Esto nos ha llevado a desarrollar modelos, técnicas, tecnologías, diseños, adaptaciones de ingeniería a estas circunstancias, acompañadas de un reconocimiento cada vez más detallado de nuestras estructuras ambientales. En Manizales hemos sido referentes en ejercicios de microzonificación de amenazas y riesgos e implementación de redes de monitoreo de variables ambientales”, afirmó Rojas.
Para profundizar en estas iniciativas, llega el foro ‘Ciudades resilientes y sostenibles’, el próximo 29 de febrero, desde las 7:30 a.m., en el edificio SEMANA. Este evento es organizado por Foros Semana con el apoyo del Banco de Desarrollo de América Latina (CAF).
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