Una de las grandes tareas del país es seguir apostando por la equidad de género y el bienestar de las mujeres en la ruralidad. De acuerdo con el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE), para 2022, en zonas rurales se ubicó el 23,7 por ciento de la población colombiana. De esta, el 48,2 por ciento son mujeres, es decir, cerca de 5,9 millones. De igual forma, el 33,7 por ciento de la población rural tiene jefatura femenina.
En el marco del foro ‘Colombia Rural 2023′ diferentes líderes del sector compartieron sus opiniones sobre esta situación. Según María Helena Latorre, directora ejecutiva de la Cámara Procultivos de la Andi, desde la entidad se han enfocado en el desarrollo de programas con los que han conocido “mujeres rurales inspiradoras que cumplen un papel de lideresas, además de sacar adelante a sus familias, pues la jefatura femenina es muy común en el campo”.
Lorena Builes Cuartas, gerente de Frigoporcinos Bello, desde su experiencia como mujer empresaria ligada al campo, se encontró con que “había mucha masculinidad, pero que de a poco se iba empoderando a la mujer”. En el caso de su empresa, más del 40 por ciento de la parte administrativa es conformada por fuerza femenina.
“Cada vez más mujeres también se están incluyendo en carreras del agro y queriendo ser parte de la ruralidad, de la atención de los animales y estas profesiones. Es una transformación que se ha venido dando lentamente, pero con mucha pasión”, aseguró Builes.
Por su parte, Rickard Lunnerdal, primer secretario de la Embajada de Suecia en Colombia, asegura que en los tres años que lleva en el país, se ha encontrado con “mujeres campesinas, indígenas y afrodescendientes, que a veces, en condiciones muy complejas como el conflicto armado, tienen mucha resiliencia para sacar adelante a sus comunidades”.
De acuerdo con el representante, se trata de una población “con potencial para el desarrollo sostenible del campo colombiano”. Desde la Embajada de Suecia han trabajado en asuntos de construcción de paz y en el fortalecimiento del campo colombiano con diferentes socios, así como la igualdad y equidad de género.
Actualmente existe una amplia brecha entre las actividades realizadas por hombres y mujeres en el campo colombiano. Según datos del Ministerio de Agricultura, de los 2,4 millones de mujeres por fuera del mercado laboral rural, el 72,5 por ciento se dedican exclusivamente a labores de cuidado, es decir 1,9 millones de mujeres rurales.
La hoja de ruta
Apoyar el potencial de la mujer rural es uno de los compromisos. Para la inclusión de la mujer rural, Builes aseguró que “se deben aprovechar las ventajas comparativas en el comportamiento natural de la mujer, ya que son más apasionadas, disciplinadas y organizadas”. Estas cualidades, según la empresaria, “se tienen que llevar a los proyectos para que ellas accedan a diferentes capacitaciones que les permitan emprender”.
“Yo creo que la generación de valor de la mujer rural se diferencia de la mujer en la ciudad, y es que ella no está pensando en momentos sociales, piensa en su familia, el bienestar y la calidad de vida de sus hijos”, dijo Builes, resaltando que las mujeres rurales cuentan con diferentes capacidades que deben ser fortalecidas desde la industria.
Lunnerdal explicó que ese ha sido el foco central de la Embajada de Suecia en Colombia. “Hemos trabajado en mejorar la calidad de los productos agropecuarios, integrando el cuidado ambiental promoviendo la reforestación y la preservación de las especies nativas”, dijo el diplomático, señalando que para fortalecer el rol de la mujer rural se tiene que involucrar a los hombres en las tareas de cuidado ligadas al hogar.
“Para lograr una participación de las mujeres no solo se deben brindar herramientas para ellas, sino generar cambios estructurales para llegar con nuevas conversaciones a los hombres, con el objetivo de repartir mejor las tareas y reconocer el rol de liderazgo de la mujer”, enfatizó Lunnerdal.
Desde el sector empresarial, Latorre, destacó que el “acompañamiento integral” es clave. Resaltó que los diferentes programas de la Andi se han direccionado a empoderar y capacitar a las mujeres, teniendo en cuenta, su contexto de ruralidad.