Colombia y Suecia han tenido una relación muy estrecha a lo largo de los años. El próximo 2024 se cumplirán 150 años de relaciones diplomáticas que abarcan temas políticos, comerciales y de cooperación. El país europeo se convirtió en socio permanente para la paz, la igualdad y el desarrollo sostenible desde hace más de dos décadas.

Según Helena Storm, embajadora de Suecia en Colombia, los objetivos de la cooperación entre los dos países son la construcción de paz, el respeto por los derechos humanos, la democracia e igualdad de género, favorecer el medio ambiente con acciones para mitigar y adaptarse al cambio climático y proteger la biodiversidad.

Helena Storm, embajadora de Suecia en Colombia

“Un campo próspero y sostenible permite, además de llevar alimentos a las mesas de colombianos y del mundo, también incide en un país en paz, por eso hace parte importante de nuestro trabajo. Desde Suecia estamos muy orgullosos de haber contribuido, durante los últimos 10 años, en el desarrollo del campo colombiano apoyando, entre otros, la implementación de la Ley de Víctimas y Restitución de Tierras”, dice la embajadora, quien afirma que esa fue la puerta de entrada en 2011 para trabajar directamente con temas de desarrollo rural, “porque finalmente la mayoría de las víctimas de despojo, sujeta a este proceso de restitución, eran campesinos desplazados”.

Justamente en las tres etapas del proceso de restitución de tierras (administrativa, judicial y de posfallo), es donde la sinergia de la embajada con la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), cobra relevancia debido a que esta última tiene la misión en el mundo de impulsar todos los temas que tienen que ver con erradicar el hambre, la pobreza y garantizar la seguridad alimentaria.

En la etapa administrativa, la FAO con el apoyo de la Embajada de Suecia, realizó un acompañamiento a la reclamación de los derechos colectivos de 18 comunidades étnicas en 20 departamentos del país. “Este proceso incluyó la caracterización de las afectaciones sufridas por estas poblaciones con ocasión del conflicto, información que da sustento a un juez para que posteriormente reconozca sus derechos en sentencias étnicas”, explicó Maya Takagi, representante de la FAO en Colombia.

Maya Takagi, representante de la FAO en Colombia

En 2016, con el punto uno del Acuerdo de Paz con las Farc, y que tiene que ver con el desarrollo rural, entra a jugar parte integral esta cooperación que se ha desarrollado a través de tres convenios con un solo objetivo: contribuir a la paz y reconciliación a través de mejorar la calidad de vida en aquellas zonas que por culpa de la violencia hoy tienen mayores índices de pobreza.

De acuerdo con Storm, el primer convenio tenía un enfoque poblacional en el que estaba consolidada la operación técnica de la Unidad de Restitución de Tierras: capacitaciones, organización de procesos internos y de procedimientos, adecuación de espacios físicos. “Este convenio apoyó la restitución de territorios colectivos y el acompañamiento de las iniciativas productivas de las familias que retornaban al territorio. “.

Ya en el segundo y tercer convenios, señala Storm, se pasó a un enfoque más territorial, es decir, a un acompañamiento técnico directo con las familias y sus asociaciones, para incidir en la producción sostenible de productos agropecuarios para autoconsumo y la generación de ingresos a través de la venta de excedentes.

La transversalización del enfoque de género ha sido fundamental, garantizando una mayor y efectiva participación de las mujeres, incidiendo en la distribución de cargas entre hombres y mujeres e impulsando un componente de capacidades sociales que fortalezca los procesos de reconciliación y tejido social en los territorios. “Un sector no puede alcanzar el 100% de su potencial si deja de lado al 50% de su población. Eso mismo pasa en el campo colombiano: necesita a las mujeres para alcanzar todo su potencial y necesitamos del campo para el desarrollo del país”, enfatiza Storm.

Con este trabajo conjunto se ha promovido el mejoramiento de la calidad de vida de más de 13 mil colombianos de 64 asociaciones de campesinos y de varias comunidades étnicas impactadas por estas actividades.

Mayor productividad

Una vez las víctimas desplazadas recuperan sus territorios, comienza un trabajo para hacer que sus vidas sean mejores de lo que eran antes de los despojos.

“Se puso en marcha la estrategia de Redes Locales de Integración Productiva, en la que se reconstruyen los lazos rotos a causa del conflicto”, asegura Takagi, quien agrega que a partir de ahí empieza un trabajo articulado entre familias, organizaciones y entidades para que estos territorios tengan una transformación social, productiva y ambiental contribuyendo a mejorar la calidad de vida de sus pobladores.

“Entre otras muchas acciones se impulsó la implementación de infraestructura social y productiva colectiva, por ejemplo, con centros de acopio, reservorios de agua y plantas de procesamiento, entre otras alternativas que generan valor”, añade Takagi.

La embajadora Storm complementa diciendo que el objetivo principal es que estos proyectos sean sostenibles en el tiempo, es decir, que una vez termine el convenio, las familias productoras puedan seguir desarrollando sus actividades de una manera resiliente, rentable, pero sobre todo, sostenible y amigable con el medio ambiente.

“Queremos que a través de una venta asociativa y de la articulación comercial estable, se logre el círculo virtuoso entre productividad y comercialización. Buscamos que los temas agropecuario y ambiental sean absolutamente compatibles”, precisó la embajadora.

En cifras, con la cooperación, que ha tenido una inversión de más de 19 millones de dólares, se han beneficiado 13.277 personas de 20 departamentos.

Recientemente la embajada de Suecia y la FAO, en alianza con Alpina, Alival y Tetra Pak BIC le dieron vida al programa ‘Red Lechera del Cauca’, una iniciativa que busca fortalecer el sector lechero en ese departamento en los próximos tres años. El proyecto tiene como objetivo principal impulsar procesos asociativos encaminados a la reconversión ganadera, al desarrollo económico en la región y a la construcción de paz.

Una historia

Mi nombre es Ana Herrera, de la vereda El Paraíso en San Basilio de Palenque en Mahates, departamento de Bolívar. Nosotros éramos una asociación legalmente constituida y dedicada a la transformación de lácteos. Teníamos mercados en Cartagena y en San Andrés Isla pero cuando llegó el conflicto a nuestra comunidad tuvimos que salir y dejar todo abandonado.

Ana Herrera, de la vereda El Paraíso en San Basilio de Palenque en Mahates.

El proyecto transformó mi vida y la de las comunidades porque antes en la zona, en épocas de invierno o de verano, los animales se morían porque no tenían alimento. Con esta cooperación, el cuerpo de profesionales nos ha apoyado en los bancos de forraje, en el silvopastoreo, en la siembra de árboles para cercas vivas, en los corredores biológicos, la incubadora y el centro de transformación que tanto anhelamos.

Esta iniciativa ha unido ese tejido social donde hoy en día nosotros no trabajamos de manera individual sino colectiva. Agradecemos a la FAO y la Embajada de Suecia ese apoyo que nos han dado porque ha sido un sueño hecho realidad para nuestra comunidad.

Contenido elaborado con el apoyo de la Embajada de Suecia y la FAO.