En medio del panel ‘Educación contra la desigualdad menstrual’, Andrea Tague, oficial de género en Unicef Colombia, reveló los resultados de un estudio desarrollado en el 2016, que tenía como finalidad indagar cuál es la situación de las niñas rurales en el Pacífico colombiano, especialmente en población afro. “Casi el 50 por ciento de las niñas no sabe de dónde proviene el sangrado menstrual, y casi el 60 por ciento prefiere no asistir al colegio porque no se siente cómoda cuando presenta su periodo menstrual”.
Para Tague, cuando se habla de pobreza menstrual no solamente se refiere a la capacidad monetaria o los ingresos que puedan tener las mujeres o las personas menstruantes. “Nos referimos a un conjunto de elementos que hacen un entorno propicio para que las personas menstruantes puedan vivir de una manera digna”.
Esto tiene que ver con temas de educación sexual integral, acceso a material para la higiene menstrual, un baño que tenga agua y jabón, y unas instalaciones accesibles para todas las personas.
Este último es precisamente uno de los grandes retos que se tienen en Colombia, debido a que muchas zonas del país no cuentan con agua potable que permita a las personas menstruantes poder tener una salud menstrual libre y segura.
Compromiso del sector privado
Desde el sector privado son varias las compañías que con sus estrategias contribuyen a la transformación de esta realidad. Profamilia, por ejemplo, es pionera y referente en derechos sexuales y reproductivos
Diana Patricia Pinilla, trabajadora social y analista pedagógica de esta organización, afirmó que una salud menstrual sin una educación menstrual “queda coja”. Aseguró que se deben desarrollar procesos de gestión menstrual acompañados de una educación integral con un enfoque de género, diversidad e interseccionalidad.
Por su parte, Luisa García González, responsable de Género y Juventud en Comfama, explicó que desde esta caja de compensación familiar tienen subsidio menstrual, el cual cataloga como “un programa de menstruación integral”.
Para ponerlo en marcha, explicó, lo primero fue reconocer que la menstruación es un asunto social, político y cultural. “Por eso lo que quisimos desarrollar fue un programa en clave de justicia de género, que permitiera tener diferentes acciones”.
Comfama ha entregado, en casi tres años del programa, 21.950 subsidios en productos para la gestión menstrual, un descuento a productos sostenibles como copas menstruales, pantis absorbentes y toallas reutilizables; además de permitir un proceso de menstruación a través de la pedagogía y de un ejercicio de comunicación pública en el departamento de Antioquia.
Desde Grupo Familia una compañía Essity, con la marca Nosotras, ven que el pilar fundamental es la educación. Por eso, desde hace más 35 años, con su programa “Una visita nunca se olvida” han llevado educación a los colegios de distintos municipios del país.
Julián Mora, director de mercadeo de Nosotras, explicó que, en un ecosistema de aliados, se unieron con World Vision para llegar a las poblaciones vulnerables. Este año donarán alrededor de 4,5 millones de toallas para que más personas tengan acceso y las condiciones para la higiene menstrual.
Por último, Catalina Ariza, AFC Brand Activator CEC de Kimberly Clark, señaló que desde Kotex ha sido muy importante la educación para empoderar a las niñas y personas que menstrúan en aras de que no sufran estigmatización.
“Creemos firmemente en que involucrar a los jóvenes en la conversación es uno de los factores más importantes para que eduquen y transmitan este tipo de mensajes”.