SEMANA: ¿Cuáles son los principales problemas de la educación de la niñez en las regiones?

María Paula Martínez: No estamos llegando a todos los niños, niñas, adolescentes y jóvenes del país. Muchos están situados en pobreza extrema y han sufrido las consecuencias humanitarias en un conflicto armado. En la pandemia, calculamos que 1,5 millones de niños dejaron de estudiar. Necesitamos que los profesores tengan las herramientas y estén capacitados para atender las distintas dinámicas de estas poblaciones en los territorios. Hay que garantizar la seguridad alimentaria y el transporte escolar porque muchos niños tienen que recorrer largas distancias para acceder a la educación.

SEMANA: ¿Cómo es el panorama de la alimentación?

M.M.: Con el cierre de los colegios, se cerró la única posibilidad de comer para niños y niñas de muchos lugares del país. Si bien con la reactivación económica y con la vuelta a la presencialidad en muchas de las zonas se reabre esa posibilidad, aún hay colegios donde no hay acceso a agua segura y no pueden prepararse alimentos, y en otros lugares los alimentos llegan dañados.

SEMANA: ¿Cuáles deberían ser las prioridades del próximo Gobierno para atacar estas problemáticas?

M.M.: Creer que el desarrollo integral de la niñez es un elemento de vital importancia para aumentar el gasto social; es decir, debe tener un rubro específico en el presupuesto nacional, que sirva para aumentar las competencias cognitivas, sociales, creativas, físicas y emocionales de los niños de todo el país.

SEMANA: ¿De cuánto se está hablando?

M.M.: Sugerimos aumentar el porcentaje del producto interno bruto que se dedica justamente a la educación y a temas conexos de 0,3 a 0,7 por ciento. Hay que incrementar los recursos para la calidad educativa, lo que significa trabajar con los profesores, desarrollar herramientas que permitan, por ejemplo, generar inclusión social.

SEMANA: ¿Cómo ha contribuido su organización al cierre de brechas?

M.M.: Desde 1985 hemos llevado una educación de calidad a zonas de difícil acceso por el conflicto. También hemos apoyado la elaboración, ejecución y control de políticas públicas en temas de infancia y adolescencia.

SEMANA: ¿En qué consiste el proyecto ‘Cubriendo brechas para el desarrollo integral de la niñez’?

M.M.: Este proyecto, que es apoyado por Lego, nos ha permitido ser parte de distintas iniciativas que promueven esfuerzos para aumentar el gasto público social. Nos ha llevado a trabajar en espacios para que los niños y las niñas de todo el país, que representan muchas comunidades, regiones y etnias, tengan una voz delante de los candidatos presidenciales y les puedan preguntar dónde está la niñez en su plan de Gobierno.

SEMANA: ¿Qué implica generar un desarrollo integral en la niñez a futuro?

M.M.: Nos ahorraríamos millones y millones de dólares. Cuando se invierte en la niñez, en salud y educación, evitamos tener que recuperar generaciones perdidas. Debemos apostarle también a cerrar las brechas de inequidad y de pobreza.

SEMANA: Usted ha dicho que la educación es una herramienta fundamental para construir paz.

M.M.: Cuando pensamos que la educación es el gran motor de nuevas oportunidades de vida, tanto económicas como mentales, que reconstruye miles de comunidades que viven en una dinámica de olvido, violencia y pobreza extrema, significa que todos los actores que estamos alrededor del sistema educativo tenemos que actuar juntos y llevar nuestros mejores saberes, nuestros mejores profesionales, nuestros mejores donantes.

SEMANA: ¿Qué ha hecho falta para cerrar esas brechas?

M.M.: Hay que salir de la zona de confort. Invito al nuevo presidente, a las autoridades y al Gobierno a salir, pero no es salir en helicóptero. Necesitamos carreteras que les permitan a los niños ir a estudiar sin tener que caminar durante horas. Cuando se sale de la zona de confort, se tiene en la cabeza a la otra Colombia y se abren espacios de participación para la niñez. Hay que tener presente la historia de vida de muchos niños y niñas que sueñan con un país distinto.