En los últimos años las empresas han puesto el compromiso con el medio ambiente entre sus principales líneas de acción y han convertido las prácticas sostenibles en una prioridad para contribuir en la compensación del impacto que sus actividades tienen en el planeta. Una tendencia con alto potencial en la promoción de estas estrategias es el uso de la inteligencia artificial, especialmente, en la toma de decisiones para reducir las emisiones de carbono provenientes de las industrias, desarrollar iniciativas con comunidades vulnerables y proteger los ecosistemas.
Aunque la implementación de estas nuevas tecnologías en la mayoría de las organizaciones está en fase experimental o piloto, hoy ya representa una gran oportunidad de crecimiento económico para aquellas que ven con seriedad el uso de IA en sus procesos. Según un estudio realizado por Microsoft y PWC, el uso de la inteligencia artificial en aplicaciones medioambientales puede aportar hasta 5,2 billones de dólares a la economía mundial en 2030.
Para Carolina Montoya, líder de sostenibilidad en Indra Company Región Andina y Cono Sur, es importante que el sector empresarial le siga apostando a este tipo de innovaciones. “Si bien todos los actores de la sociedad tienen una responsabilidad directa con la descarbonización del planeta y con el cumplimiento de la agenda 2030, el sector privado tiene, además, un flujo de recursos (humanos, financieros, tecnológicos), que representan un gran potencial para convertir las amenazas actuales en oportunidades de desarrollo”, dice la ejecutiva.
De acuerdo con Montoya, el uso de la inteligencia artificial contribuye a la sostenibilidad por medio de la automatización de procesos operativos en las organizaciones y, gracias a la gestión basada en datos, tiene un impacto positivo en el monitoreo del consumo energético, en la prevención de daños ambientales causados por la producción agrícola y en la predicción de desastres naturales asociados al cambio climático.
Sus aportes, incluso, trascienden al desarrollo social pues “la IA tiene la capacidad de procesar grandes volúmenes de datos, permitiendo a las organizaciones analizar referencias ambientales, sociales y económicas relevantes para el desarrollo sostenible y ejecución de soluciones conjuntas con expertos y comunidades”, explica Montoya.
La experta asegura que no se debe perder de vista el rol de las comunidades en el desarrollo de este tipo de iniciativas, pues las empresas tienen el deber de “no dejar a nadie atrás” y prestar atención al componente social.
Una de las estrategias que promueve Indra para conectar y contribuir al cierre de brechas tecnológicas en los territorios del país es la Expedición Minsait, con la cual la compañía llevó dotación y equipamiento informático a la comunidad indígena Cacua de Wacará, del departamento de Vaupés en la Amazonía colombiana. “Llegar hasta el pulmón del mundo, más que una travesía, fue algo demasiado gratificante. Ver la alegría, la gratitud y el asombro por las nuevas tecnologías por parte de la población indígena fue maravilloso”, destaca la líder de sostenibilidad de la compañía.
Montoya dice que estos son grandes pasos para el sector privado, pero afirma que “las empresas aún tienen grandes retos en eficiencia energética, cuidado del agua, economía circular e inclusión de los criterios ambientales, sociales y de gobierno corporativo (ESG por sus siglas en inglés), en sus cadenas de abastecimiento”.
Para conocer más sobre las prácticas, avances e iniciativas empresariales que están aportando a la sostenibilidad y desarrollo social en Colombia, no se pierda el foro ‘Innovación social: ideas que transforman el país’, el próximo 15 de agosto en el edificio Semana.
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