Colombia ha sido considerado el segundo país más biodiverso del mundo, una hazaña que le debemos a nuestros bosques, ríos y por supuesto a lo que produce nuestra tierra. Sin embargo, pocos reconocen el valor de nuestros recursos y de quienes los cuidan.
Por esta razón hace dos años Juliana Zárate, una barranquillera criada en La Guajira fundó, junto a sus socios, Mucho Colombia, una empresa que lleva a las principales ciudades del país los saberes y sabores que representan la riqueza natural y cultural de nuestras regiones. Juliana, cocinera empírica y politóloga de profesión, logró unir estas dos vocaciones con su proyecto. Asegura que siempre tiene la mirada en los problemas sociales.
El modelo de Mucho Colombia ofrece un método sencillo: que las personas de centros urbanos como Bogotá y Medellín puedan pedir los productos para recetas ancestrales de la gastronomía del país. Piangua del pacífico, yuyo, macambo, catara, pipilongo y el estelar camarón minchiá son algunos de los productos que hacen parte del menú de esta iniciativa.
Como lo cuenta Juliana, este proyecto gira en torno a una visión de la comida como motor de cambio social y tiene en cuenta que todo lo que comemos afecta la salud, la huella ambiental y el desarrollo del campo. “En Colombia no se estaba usando la alimentación para generar una transformación, por eso nuestra empresa trabaja directamente con las comunidades, les da un valor a todos sus saberes y les paga mejores precios”. asegura.
Cada producto disponible en la plataforma de esta empresa es cosechado de forma artesanal por las manos de campesinos que han encontrado en Mucho Colombia una herramienta para darse a conocer y transformar su calidad de vida.
Uno de los casos más emblemáticos de este proyecto es el de la comunidad El Cebollal, un colectivo de 20 mujeres del corregimiento de San Miguel del río en Timbiquí que pescan artesanalmente con sus catangas el minchiá. Ellas reciben por lo menos un 51% de las ventas del camarón, una excelente ganancia si se tiene en cuenta que, según FAO, un campesino obtiene entre un 7 y 11% del dinero del costo final del producto.
“Antes nosotras solo bajábamos a vender nuestros platos típicos en la cabecera municipal, pero ahora nos llaman de varias ciudades y cuando una persona de Bogotá nos compra el producto nosotras nos sentimos orgullosas, porque eso es logar que la gente nos reconozca”, dice Nery Flórez Chalá, presidenta de la asociación que conformaron las pescadoras hace 20 años.
Además, ellas ganan una comisión por compartir el conocimiento de sus recetas y se convirtiéndose en creadoras de contenido. Con esta estrategia, Mucho Colombia ha llegado a unos 17 departamentos y 118 organizaciones, superando innumerables retos logísticos, capacitando a pequeños agricultores e impactando en la economía de nuestros campesinos.
Juliana asegura que esta labor se convierte en una odisea, pues solo sacar un producto de San Miguel del río implica recurrir a muchos medios de transporte, proteger la cadena de frío y la calidad durante todo el viaje y muchas veces confiar en la buena voluntad de quienes hacen parte de la cadena. “Yo digo que nos especializamos en la letra Ch porque todo nos toca hacerlo en lancha chalupa o chárter, seguramente por eso también nos llamamos Mucho”.
Un capítulo importante de esta innovación es su compromiso con el medioambiente y las buenas prácticas agrícolas. Por ejemplo, las pescadoras del camarón minchiá, además de conservar las técnicas ancestrales, programan una veda periódicamente para proteger la estabilidad de la especie y su hábitat. Por otro lado, con la ayuda de entidades de cooperación intencional como Usaid, han logrado instalar congeladores solares para disminuir el uso de hielo y diésel.
Esta apuesta cuenta con el apoyo de cientos de familias grandes centros urbanos que, además de querer probar algo nuevo, están convencidas del poder que tiene la alimentación para el país. Mucho Colombia también adelanta proyectos de producción audiovisual como la serie Señoras y Señoras que da a conocer la fuerza de las mujeres de la asociación El Cebollal y así mismo convertirse en una poderosa estrategia de mercadeo.
Hasta el momento esta iniciativa ha impactado unas 600 vidas de productores agrícolas, en su mayoría afrodescendientes e indígenas. Otras 1.350 que participan indirectamente en la cadena de comercio también se han visto favorecidas. Esta empresa espera seguir llevando cocina y cultura a la mesa de muchos colombianos, para así seamos muchos más lo que les dan una mano a las regiones del país.